El conocido
activista del chavismo aclara que no está en contra del gobierno bolivariano y
que respeta a Nicolás Maduro. “¿Me van a fusilar o a matar por lo que digo? Que
lo hagan, porque seguiré predicando la revolución de Chávez”
Prensa. Contra
Punto.com. Patricia Pineda.
Para
algunos, es un usurpador a sueldo; para otros, el resultado de una buena dosis
mediática; él prefiere definirse como un simple mortal, admirador de la
naturaleza, cultor del amor y fiel seguidor de la doctrina del presidente Hugo
Chávez. Sólo que esa última postura ha sido repentinamente puesta en tela de
juicio por unos cuantos de sus compañeros revolucionarios, debido a sus
recientes declaraciones acerca de la situación actual del país.
Humberto
López -el “Che Guevara venezolano” para el conglomerado- es un hombre
controversial. Eso no es ni un secreto a voces. ¿Quién, vestido de pies a
cabeza con indumentaria militar y convertido en réplica viviente del famoso
guerrillero argentino-cubano, no lo sería?
No
cree en Dios y –dice– por tanto no le teme a la muerte, ni a la verdad cuando
hay que decirla. “Sigo siendo revolucionario, pero vivo una realidad diaria,
vivo las mismas necesidades de todo el pueblo y hay una crisis”, afirma desde
el puesto de piloto de su jeep tan conocido en Caracas como él mismo.
Indignado,
y con una impotencia casi incontrolable, denuncia: “¿Cómo es posible que haya
que hacer cola para todo? ¿Por qué hay que pararse a las tres de la mañana para
comprar harina de maíz, que -además- la produce una sola empresa en Venezuela?
¿Me van a fusilar o a matar por decir esto? Que lo hagan, porque seguiré
predicando la revolución de Chávez”.
Estacionado
en la bomba de gasolina de Quinta Crespo –esa que queda al final de la avenida
Baralt–, López asegura que, luego de sus declaraciones a un portal de noticias
digitales acerca de la devaluación de la moneda y la posibilidad de
dolarizarla, los señalamientos que ha recibido han sido duros.
No
se siente en peligro, mucho menos amenazado. “No he escuchado de un Valentín
Santana (jefe del colectivo La Piedrita), ni de un Roberto Longa (del colectivo
Alexis Vive) alguna advertencia. Ellos también saben lo que está pasando”,
comenta.
“Me
dicen que van a matar, me dicen que soy un traidor. Sé que el mismo Gobierno
debe estar molesto por lo que dije, pero yo soy chavista. No soy un traidor por
decir la verdad. Tampoco le he faltado el respeto al presidente Nicolás
Maduro”, refiere el Che, tras aclarar que no ha recibido ningún ultimátum. “Se
trata de cosas que he leído por ahí, por las redes sociales”.
“Tú
eres el Presidente”
Para
Humberto López, el verdadero revolucionario –como decía su homónimo, el
verdadero– está guiado por el amor. Ese sentimiento es el que lo ha llevado a
denunciar una situación que considera irregular.
“¿Quién
puede vivir con escasez? Que si es culpa del bachaquero, que si es culpa de
dólar, que si es culpa del petróleo; pero, por favor, tú (Nicolás Maduro) eres
el Presidente, tienes que buscarle la vuelta a la economía. Es el estómago del
venezolano el que está sufriendo”.
Al
hablar de esta situación, es casi inevitable retroceder a la cuarta república y
recordar los hechos del llamado Caracazo. “Viví el 27 de febrero (de 1989), vi
colas durante la cuarta, vi la pobreza. Acá saquearon todos los comercios de
Venezuela, pero a la semana estaban los militares con camiones, dándole los
productos de primera necesidad al pueblo; otros los vendían, pero bueno… ”,
expresa, mientras hace su tabaco a un lado.
Los
apretones de manos no se escapan durante la entrevista a Contrapunto. Las
personas que pasan por la bomba y lo ven le mostran solidaridad y respeto.
“Eres un valiente, hermano. Así se habla”, le dice un señor que se aleja a
pasos apresurados.
Después
de recibir un cafecito, cortesía del encargado de la bomba, el Che continúa con
su avalancha de autocrítica revolucionaria, direccionada -principalmente- a
hablar de la “guerra económica” que enfrenta la Patria de Bolívar.
Toma
de su café –que no endulza, porque para él la vida es amarga-, se silencia por
unos segundos, traga fuerte y se pregunta: “¿Cuál Patria? ¿Qué es Patria?
Patria es una empresa, con unos colores, con una bandera y con un gerente que
tenemos, que se llama Nicolás Maduro. Y también tenemos un pueblo cobrando en
bolívares y comprando en dólares”. Hace una respiración profunda y calla.
Ante
tal circunstancia, insiste en la obligación que tiene el gobierno de buscar
respuestas y soluciones a la crisis. “No creo que trancar la frontera sea la
solución. Además, eso es algo peligroso, porque no nos conviene una guerra con
Colombia. Colombia tiene cinco bases norteamericanas en su territorio. Eso es
darle la oportunidad de que nos invadan. Nos acabarían, ellos tienen 50 años en
guerra. Aquí (en Venezuela) la última guerra fue la de la Independencia”.
Otras
salidas son posibles, según el Che. Considera que sí hay que limpiar la
frontera, pero debe hacerse con el diálogo. “Hay que agotar los discursos con
el país hermano. Es cierto que hay grupos violentos en la frontera del lado de
Colombia, pero también existen grupos violentos dentro de la frontera
venezolana, en La Guajira”.
El
pensar que “todos los colombianos son malos” no es idea que ronde por su
cabeza; más bien se niega a creer que existan personas que piensen que el
problema de la escasez sea culpa de los neogranadinos.
“Si
de verdad eso piensan, entonces yo podría decir que los cubanos son
saqueadores, porque se están llevando de aquí productos, electrodomésticos,
teléfonos celulares. Ojo, hay muchos cubanos buenos, pero hay otros que le
hablan feo al pueblo. Se creen que son los hacedores de la Patria, pero no es
así; ellos son un producto que Chávez necesitó cuando aquí se paraban los
hospitales a cada rato. En ese momento fueron necesarios, todavía lo son, pero
que no se crean la espuma de la cerveza”.
Luego
de esa descarga –que en él es actitud que baja y sube según la tesis que
surja-, retoma el tema de la carencia de los productos de primera necesidad y
hace un llamado a los altos funcionarios del gobierno: “Tienen que entender que
el pueblo está pasando necesidad, y con eso no estoy hablando de un mal
gobierno; ellos pueden estar haciéndolo bien, pero eso no está llegando aquí
abajo, y yo estoy aquí abajo, como muchos”.
“Chávez
se llevó la revolución”
Así
como lo ha hecho saber en cuanta marcha participa, la admiración que tiene
hacia el fallecido Hugo Chávez va por encima de cualquier cosa, hasta de su vida.
“Chávez era el sentimiento. Él nos despertó del letargo. Tengo 57 años y no me
van a contar historias de camino, porque viví esa cuarta república. Se lo que
pasó en esa época y sé lo que pasa ahora”, subraya.
Se
autodenomina “chavista por convicción”. Cree en la doctrina de Chávez, la que
describe como ese espíritu de solidaridad entre vecinos cuando uno de ellos
requiere de la ayuda de otro. Para él, ese es el verdadero socialismo. Y por es
desplaza a un lado las ideas de grandes pensadores como Carlos Marx, Mao
Zadong, León Trotski o Iósif Vissariónovich Stalin, quienes -desde sus
trincheras revolucionarias- creyeron firmemente en el comunismo.
“Yo
no soy comunista, soy realista, y por eso tampoco creo en Dios, porque no lo
puedo tocar. ¡Eso es utopía! Yo creo en la señora que le toca la puerta a su
vecina para pedirle una cebolla porque no tiene, porque está muy cara. Eso es
socialismo”, sentencia.
Evidentemente,
no cree en la República Popular China. “China es el imperio más dañino de la
humanidad. Es el imperio del consumismo, del capitalismo. Hasta condones del
Che han sacado”, reclama, al recalcar que es necesario ser como Chávez.
“Seamos
como Chávez. Chávez es un dogma de fe, es un paradigma”, sentencia, sin asomo
de contradicción. Y de inmediato suelta otra dosis de realidad: “Yo respeto a
los que dicen que son hijos de Chávez, pero yo no puedo ser hijo de Chávez
porque tengo 57 años. Soy seguidor de su doctrina, la más humanista que ha
podido existir”.
Hablar
del líder de la revolución en Venezuela es un tema que mueve la sensibilidad de
este Che. Lo descoloca, no en el mal sentido de la palabra, sino por la
emoción: porque lo extraña. “Si Chávez estuviera vivo, si lo estuviera…”, se
lamenta. “Chávez murió y se llevó la revolución”, dice y calla.
Entonces,
si Hugo Chávez se llevó todo, ¿qué pasó con ese hombre y esa mujer nuevos en
los que tanto confió y a los que tanto dio el comandante para que se formaran?
¿Se los llevó también? ¿Existen ese hombre y esa mujer nuevos? “No, no
existen”, responde a secas.
De
Humberto al Che
No
es fácil dejar de confundirse, o perderse en esta conversación con una persona
que, viéndose como Ernesto “Che” Guevara en persona, no es ferviente partidario
del comunismo. Pero hay una respuesta para ello.
Humberto
López cuenta que desde niño su mamá lo disfrazaba del Che Guevara. Dando alguno
saltos, para acelerar la historia, a partir de los 14 años comenzó a participar
en movimientos revolucionarios en La Cañada, parroquia 23 de Enero.
“Me
acuerdo que pintábamos, en altas horas de la noche, la planta baja de los
bloques con imágenes del Che. Los que éramos menores de edad lo que hacíamos
era pintar el fondo negro, rápido, porque no era permitido eso”, evoca López.
La
parroquia se encargó de convertirlo en revolucionario. Formó parte de las filas
de Los Tupamaros y se reconoce como miembro fundador del Gran Polo Patriótico
(GPP). “Nos reuníamos con Chávez en Miraflores, todos los que estábamos en el
Polo. En una de esas reuniones fue que me empezó a decir el Che venezolano”.
Asegura
que nunca se ha creído el Che cubano, aunque -indudablemente- lo admira.
“Siempre me he vestido así, porque la ropa me la regalan los militares. Dicen
que soy un disfrazado, que no tengo personalidad, que estoy enfermo, pero a
quienes me dicen eso les respondo que el artículo 20 de la Constitución dice
que ‘toda persona tiene derecho al libre desenvolvimiento de su personalidad’.
El parecido no tiene nada que ver con la imitación”.
CHE
EN CÁPSULAS
“No
es posible que el gobierno, desde la alta gerencia de Miraflores, no tenga
ninguna política para sacar los alimentos que están escasos y aplicar medidas
para que las madres, por ejemplo, puedan conseguirle la fórmula a sus hijos”.
“¿No
habrá algún funcionario al que puedan nombrar ministro de la sensibilidad
humana?”
“Yo
quiero que alguien que esté inserto en el gobierno me diga si vive del sueldo
mínimo o del sueldo que le paguen”.
“Me
han dicho que recibo líneas de Miguel Rodríguez Torres para que diga lo que
digo. Yo lo que he dicho es porque lo vivo, nadie me da lineamientos. Nadie me
paga”.
“En
las próximas elecciones presidenciales, nos mediremos. Si el candidato es
Diosdado Cabello, yo con todo respeto lo seguiría, porque él era el hombre más
cercano y con el discurso más parecido a Chávez”.
“Quiero
que entiendan que voté por Maduro y seguiré votando por él, pero como
revolucionario tengo que ser crítico y decirle lo que está pasando”.
“Tenemos
buenos médicos y buenos albañiles; entonces, ¿por qué traer a tantos chinos
para construir un edificio, por qué nombrar a un médico cubano director del
Pérez Carreño?”.
“No
sé porqué me sacaron del Gran Polo Patriótico. Y resulta que ahora veo a un
Ricardo Sánchez como candidato de ellos. ¿Dónde está la doctrina de Chávez?
Creen otro partido de izquierda-derechista y metan a todos aquellos que saltan
la talanquera, pero no manchen al polo de esa manera”.
“¿Por
qué soy un traidor, porque digo la verdad, porque digo lo que está pasando en
la calle? Por mi verdad no ofendo ni temo”.
“Yo
investigaría con lupa el caso de Leopoldo (López). Hay otros (políticos) que
han hecho cosas peores y se han ido del país”.
“No
le tengo miedo a la muerte. Sé que hay una bala, que vendrá del lado de los
envidiosos o de los fanáticos, que me matará. Pero ojalá alguna persona pinte
mi nombre en alguna pared”.