Crónica:
ALJER. Alto Apure.
“La cultura verdadera nace con la
naturaleza, es simple, humilde y pura”. Masanobu Fukuoka. Año 2013.
El estado Apure ha sido y seguirá siendo
cantera inagotable de poetas, compositores, cantadores, bailadores, escritores
y cultores cuyos aportes transcienden en
el tiempo y el espacio. La diversidad de la cultura llanera alcanza su máxima
expresión en la vasta geografía apureña, en donde las sabanas, ríos, esteros y
caminos han sido fieles acompañantes desde tiempos ancestrales de la musa y la
esencia vernácula lacera. El llano apureño es copla, tonada y joropo,
manifestaciones heredadas de étnicas hispanas, africanas y aborígenes que
encontraron en los primeros pobladores tierra de gracia para el enriquecimiento
del acervo folklórico autóctono.
En cuanto al joropo llanero es
concerniente una breve retrospección de esta manifestación nacional, decretada
en 2014 como Patrimonio Cultural Venezolano. Como danzas madres resaltan el
fandango, las danzas africanas y el Laud árabe, cuyas influencias en la
península ibérica desde el siglo VIII, darían como origen una serie
manifestaciones musicales puras que se iría consolidando, evolucionando y
adaptando de siglo en siglo, y de ámbito en ámbito. Durante el coloniaje
surgirían en diversas zonas del nuevo continente ricas expresiones dancísticas,
algunas de ellas como el Zapateo cubano, el Son Mexicano, el Fandango en
Colombia, la Cueca en Perú y el Joropo en Venezuela, guardan mucha familiaridad
tanto en sus técnicas rítmicas como en las tipologías musicales.
El Alto Apure ha dado extraordinarios y
extraordinarias bailadores de joropo. Mencionada y recordada con anuencia es La
Catira Francisca Márquez, guasdualiteña
cuya fama de buena bailadora, le ha granjeado la designación popular como
“Reina del Joropo”. Esta nominación la
fue ganando a lo ancho y amplio del llano alto apureño. Su habilidad y destreza
para el baile sabanero son únicas, y las mismas la han hecho merecedora de
muchos reconocimientos y halagos tanto locales, como foráneos. Con agrado les
presento una breve biografía sobre esta valiosa y digna mujer guasdualitense,
merecedora en vida de ser reconocida como patrimonio cultural de Guasdualito.
María Francisca Márquez nace el 16 de
mayo de 1.936 en el vecindario cercano de San Pablo de Los Cocos (localidad
rural a 10 minutos de la población Guasdualito). Su infancia transcurre bajo el
cuidado de sus padres y abuela materna. Siendo una adolescente conoce a Pedro
Antonio Taquiva, con quien compartiría treinta seis (36) años de concubinato,
de esa unión nacerían once (11) hijos.
Sus inicios en el baile del joropo
fueron a temprana edad, ya a los 12 años era reconocida como una extraordinaria
bailadora, inquietud que fue cultivando y moldeando con el transcurso de los
años. Su fama empezó a correr desde Guasdualito a Elorza; su destreza en el
arte dancístico llanero se manifestaba tanto en bailes sabaneros, como en
presentaciones artísticas en diferentes partes del país. En una oportunidad
participó en el Festival Internacional del Joropo, realizado en el ahora
Departamento de Arauca, igualmente cuenta con una participación artística en la
capital del llano “Elorza”, ocupando los primeros lugares. Francisca hoy día,
ya retirada de su afición, siente complacencia en el hecho de haber transferido y enseñado su arte a
bailadoras y bailadores no solo de Guasdualito, sino de otras partes del país y
fuera de él.
Como anécdota cuenta Francisca que hace
muchos años, en un baile sabanero, llegaron unas personas preguntando en alta
voz: ¿Quién aquí de las mujeres es Francisca Márquez, la bailadora floriada?
Los presentes se asombraron o tal vez se atemorizaron, ninguno profirió
respuesta alguna. La Catira Márquez temerosa, se había escondido en la cocina
para no salir, en suspenso observaba a sus buscadores por esos orificios que
adrede se dejan para observar tras paredes en las casas llaneras. Ya pasados
los días, se enteraría que los misteriosos interlocutores, eran unos bailadores
colombianos pertenecientes a una delegación cultural, quienes habían oído de la
extraordinaria bailadora llanera, deseosos e interesados en recibir clases de
joropo. ¿Qué iba a saber yo? Diría
Francisca.
En la actualidad La Catira Francisca
Márquez, a sus 80 años reside en la calle principal del barrio La Floresta
(Guasdualito). Dicha tuvo quien escribe (ALJER) de entablar dialogo con esta
extraordinaria mujer, y oír de su propio testimonio, parte de lo que ha sido su
vida artística y personal. Francisca agradecería mucho, si algún órgano o ente
oficial le otorgara algún beneficio social, para en lo posible terminar de
vivir sus días con más tranquilidad en compañía de sus familiares.
CATIRA FRANCISCA MARQUEZ
Llanera de Guasdualito, de San
Pablo de Los Cocos,
en los bailes sabaneros siempre
fue reconocida.
Al compás del arpa recia fue una
reina danzarina,
recibe estos versos criollos
soberana del joropo.
Catira Francisca Márquez con sus
labios de cayena,
con sus atuendos floriaos y
vestido purpurino.
Sus alpargatas rojitas su sello,
su distintivo,
patrimonio de mi pueblo, eres
grande mujer buena.
Catira Francisca Márquez hay un
baile en Totumito,
los arpistas son Eladio y Cheo
Ortega el negrito.
Retoque su carmesí, revise
también la suela,
la parranda estará buena se
inicia bien tempranito.
Escucha Francisca Márquez ya
reventó un pajarillo,
tu zapateo y estribillo
hipnotizan al parejo.
Rafael Gil que es el mejor se
zumba un palo de añejo,
se arremanga el pantalón, abran
sala compañeros.
El bailar con La Catira es un
serio compromiso,
hay que llevarla ligero, ella es
la que marca el ritmo.
Como hoja de araguaney en el
viento peregrino,
así danza la catira, su joropo es
don divino.
Catira Francisca Márquez no
pasaras al olvido,
aunque tu cuerpo envejezca y el
tiempo marque el camino.
Tu espíritu no se rinde, ni tus
ojos pierden brillo,
soberana del joropo este homenaje
te brindo.
ALJER