Crónica.
ALJER
Giuseppe Garibaldi rebelde y patriota
latino, nacido en Niza (hoy en Francia) el 4 de julio de 1807, y muerto en la
isla de Caprera (junto a Cerdeña) el 2 de junio de 1882. Fue uno de los
principales artífices de la unificación italiana, junto con Mazzini, Cavour y
el rey Víctor Manuel II; artífice de la unificación italiana, fue llamado
“Héroe de dos mundos” por su actividad revolucionaria en América y Europa.
Es en la segunda mitad del siglo XIX,
cuando empiezan a llegar los italianos en mayor proporción a la pequeña Venecia
(Venezuela). Los que llegan antes de 1850, son parte de una migración política;
eran los considerados rebeldes de la "Joven Italia" de Mazzinni,
quienes debieron huir de la península perseguidos
por los gobiernos de turno. A partir de 1870, la migración es principalmente
por razones económicas; son los que, abrumados por los impuestos excesivos que
debió cobrar la "Destra Storica" y por la decisión gubernamental de
suprimir el subsidio a la pobreza, no les queda otro remedio que buscar nuevos
horizontes en tierra extraña.
Según lo observado en la documentación
Orden y Progreso de César Zumeta,
escritor, sociólogo y ministro de Relaciones Interiores de 1911 a 1914, señala:
que explicó varias veces en gabinete que era necesario apoyar la inmigración.
Todos sus argumentos fueron inútiles; el general Gómez, como buen andino, era
desconfiado -por ello fue que logró permanecer en el poder hasta la muerte- y
esa actitud aumentaba cuando de extranjeros se trataba. Toleraba a los canarios
y españoles por tener nuestro mismo idioma y por ser, casi siempre
agricultores. Pero las diferencias de religión y de lengua despertaban
sospechas en él. No veía con buenos ojos a los inmigrantes italianos, ya que
desde Argentina le llegaban noticias de que muchos de éstos eran anarquistas.
En cuanto a la oleada de inmigrantes
advenida a la capital del municipio Páez
(Guasdualito) a principios del siglo pasado, diversas fuentes tanto
bibliográficas como orales coinciden en señalar que, entre los troncos
patriarcales que arrancaron sus raíces y que cruzaron el océano para
posteriormente adentrarse y aventurarse en el Alto Apure, en busca de mejores
oportunidades fueron: los Grieco (José Antonio, Giussepe y Nicola), Labanchi
(Cayetano padre de Genaro), Fulco (Giussepe, Francesco y Pedro), Guarino
(Francesco y Vicenzo), Migliola (Giovani y Andrea), Maiorana (Ruggerio),
D´Stella (Vittore transliterado Victor Donato), Laporta (Juan y Francesco),
Panza (Pascuale y Matteo); otras genealogías que se mezclaron con la raza
criolla fueron Lamoglia, Portela, Lomónaco, Caroprese, Baggio, Ballesteros y
Collazo.
El mayor porcentaje de estos italianos
emprendedores se concentró en actividades comerciales, agrícolas y de servicios
terciarios, consolidándose sus empresas y propiedades agrícolas en la mitad del siglo XX, alcanzando gran auge en
la incipiente economía local. Con el paso de los años debido a las
precariedades rurales muchas de estas familias se vieron en la obligación de
desplazarse hacia los centros urbanos más cercanos (San Cristóbal, Barinas) o
cruzar la frontera para establecerse en la otrora intendencia y hoy
Departamento de Arauca.
En
el mismo orden de ideas, en referencia al origen del Circulo Garibaldi, el
historiador Botello, O. en su publicación Guasdualito Navegación por su
Historia, señala lo siguiente: El profesor Domingo o Doménico Stella creó junto
con otros paisanos el Circulo Italiano “José Garibaldi” donde se reunían para
conversar, jugar a las cartas o al domino y escuchar música. Una especie de
centro social de grata recordación.
(op.cit., 1988: 87)
Don Genaro Labanchi (El Último Italiano
de Periquera) ya desaparecido, fue testigo presencial de todo aquello,
resultando referencia obligada para historiadores y escritores, cuya inquietud
los llevo a indagar sobre el proceso migratorio en el Guasdualito de principios
del siglo XX. A continuación se presenta parte de su testimonio escrito:
Mi primer contacto con el nuevo continente
se produjo el 28 de mayo de 1912, cuando apenas contaba cuatro años de edad.
Ciento cincuenta y ocho días habían transcurrido desde que, junto con mis
padres, Cayetano Labanchi y Carmela Panza, abandoné el pueblo de Potenza.
Aunque cruzar el océano fue tarea fácil,
cubrimos el recorrido en apenas 18 días, luego debimos esperar
condiciones climáticas favorables para seguir el camino entre La Guaira y
Guasdualito. "Desde La Guaira nos fuimos a Ciudad Bolívar y allí tuvimos
que esperar, porque el río no tenía el cauce suficiente para los barcos.
En mayo embarcamos en el vapor
Manzanares y estuvimos doce días remontando las bravías aguas del río Arauca,
que en ese tiempo habían sido inmortalizadas en el Alma Llanera",
rememora. A pesar del paso del tiempo, todavía recuerda aquel barco de hélice,
que en cada puerto se paraba a cargar leña picada para alimentar la caldera de
vapor que lo hacía navegar. Las lluvias que hicieron crecer el cauce del río
anegaron también los caminos de Guasdualito y por eso Labanchi guarda un húmedo
recuerdo de su llegada. "Todo eso era agua, por la calle Real se veían
bongos y canoas... y bastantes indios que andaban con guayucos y se quedaban
mirando a mi padre, que era un hombre altísimo."
Montados en bueyes transitaron esa vía,
y tuvieron que sortear invisibles hoyos, que casi costaron la vida de su madre.
"Sólo la agilidad de la negra Lucía logró impedir que mi mamá se cayera,
con el buey y todo, en un hueco que las aguas cubrían". La familia los
acogió tras su arribo, pues formaban parte del clan que llegó a este pueblo a
finales del siglo pasado. "El primer italiano que llegó aquí fue Don José
Antonio Grieco, en 1874, seguido en 1876 por mi tío Francisco Fulco, el musiú
de la chiva, que era casado con una tía hermana de mi abuelita por parte
materna.
Después vino el hermano de él y luego mi
abuelo, Mateo Panzza, y ahí siguieron llegando los otros paulatinamente, pero
todos eran familiares. Ese grupo de hombres que con trabajo y mucho esfuerzo
levantaron Pueblo Nuevo, o Periquera, como entonces se le conocía, quisieron
rendir tributo a la patria abandonada y crearon el Círculo Italiano Giuseppe
Garibaldi, que mantuvo intactos los vínculos con la tierra madre. Ahí se
jugaban cartas, se revivían tradiciones y se compartían noticias de Italia.
Allí se vivió la guerra, se celebraron victorias y se lloraron derrotas. Como
sede se eligió la casa de Eugenia Panzza de Fulco, tía de Labanchi.
ALJER.