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Rusia
ha tipificado como delito las actividades de los Testigos de Jehová, al
calificarlos como “extremistas”, deteniendo a sus miembros y haciendo redadas
en sus domicilios. Sin embargo esta comunidad de creyentes tiene una larga
historia de apoyar la libertad religiosa en muchos lugares del mundo, como en
Estados Unidos. Aunque sus criterios religiosos pueden ser controvertidos los
Testigos de Jehová son personas de fe.
¿Quién
es un “Testigo”?
Surgido
de un movimiento cristiano de avivamiento en los Estados Unidos del siglo XIX,
los Testigos de Jehová se adhieren a una interpretación única de la Biblia.
Rechazan a la Santísima Trinidad y creen en el mandato singular de Dios, al que
llaman Jehovah.
Enseñan
que todas las instituciones creadas por el hombre, incluyendo los gobiernos y
la religión organizada, están inherentemente corrompidas. Por ello rechazan
actividades políticas, como votar, el servicio militar y prestar juramento.
Tampoco creen en la transfusión de sangre.
Las
congregaciones pueden estar aisladas pero se espera que los Testigos de Jehová
dediquen varias horas del mes a compartir su credo “tocando a la puerta” o
repartiendo panfletos.
Estados
Unidos es la sede de la población más grande de Testigos de Jehová, aunque
México, Brasil, Nigeria y Japón también tienen comunidades considerables. Se
apoyan mutuamente enviando ayuda luego de desastres naturales u organizando
campañas para los Testigos perseguidos.
“Somos
personas de todas las procedencias, que queremos ser buenos ciudadanos y que
compartimos las mismas preocupaciones y esperanzas que todos tienen”, dice
Robert Zick, portavoz en la sede mundial de los Testigos de Jehová.
Libertad
religiosa
Los
Testigos de Jehová plantearon varios casos trascendentales al Tribunal Supremo
de Estados Unidos en el siglo XX. Estos pusieron a prueba y reforzaron las
leyes de la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que protegen
la libertad de expresión, culto y asamblea.
Los
testigos fueron llevados ante los tribunales por ser “personas difíciles”, dice
Sally Gordon, profesora de historia y derecho constitucional en la Universidad
de Pensilvania. Tienen creencias que no son convencionales que están obligados
a compartir con los no creyentes, que pueden sentirse molestos o insultados por
sus esfuerzos.
“Pero
hay una diferencia entre estar molesto con alguien y golpearlos por ello”, dice
Gordon.
En
1940, un testigo de Jehová llamado Jesse Cantwell molestó tanto a dos hombres
con sus llamados a la puerta que ellos “se sintieron tentados de golpearlo”,
sin embargo hicieron que fuese arrestado por perturbar la paz y por carecer de
un permiso. El Tribunal Supremo determinó que eso violó los derechos de
Cantwell protegidos por la Primera Enmienda.
El
caso de Cantwell v. Connecticut (en inglés) decidió que los gobiernos no pueden
definir los credos ni las prácticas religiosas. También determinó que, sin que
importe cuan ofensivos sean los criterios de una persona, está en contra de sus
derechos silenciar a esa persona si su discurso no incita a un comportamiento
violento y desenfrenado.
El
Tribunal se refirió a su determinación en apoyo de la “expresión pacífica de
criterios impopulares”, establecido por el caso Cantwell en 1940 para resolver
futuros casos importantes de derechos civiles. Del derecho de los
afroestadounidenses a protestar pacíficamente contra la segregación (en inglés)
al derecho de los estudiantes a en silencio condenar la Guerra de Vietnam (en
inglés), los casos relativos a los Testigos de Jehová han beneficiado al
derecho de millones de estadounidenses para expresar sus creencias.
“Esas
personas no son violentas. Es posible que digan cosas desagradables, pero
tienen el derecho de confrontar y desafiar a un gobierno”, dice Gordon.
Prisioneros
de conciencia
Los
expertos dicen que, históricamente, la persecución o protección de los Testigos
de Jehová es considerada como una prueba para ver cómo las sociedades y las
instituciones que las gobiernan han de tratar a otras comunidades religiosas.
Más
de cincuenta testigos de Jehová enfrentan actualmente juicios penales en Rusia,
según Forum 18, una entidad de derechos humanos con sede en Noruega que
promueve la libertad religiosa. En abril de 2017 Rusia prohibió esa religión y
la calificó de “organización extremista”.
La
definición legal de extremismo es vaga en Rusia y los tribunales rusos la han
interpretado para incluir prácticas de los testigos de Jehová como la objeción
de conciencia a la guerra y el rechazo al tratamiento médico en base a
criterios religiosos.
“El
gobierno ruso está ajustando las cuerdas a la capacidad de la gente para ser
libre y creer en lo que quiera”, dijo Stacy Davis, de la Oficina de Libertad
Religiosa Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Las
“enmiendas de Yarovaya” adoptadas en Rusia en 2016 imponen amplias
restricciones a la evangelización. Varios testigos de Jehová han sido
arrestados por auspiciar estudios de la Biblia en sus domicilios.
Davis
afirma que los testigos de Jehová son apenas una de las minorías religiosas
perseguidas en Rusia. Para el mes de julio de 2018 había 108 prisioneros de
conciencia en Rusia, según datos del grupo ruso de derechos humanos Memorial.