Prensa.
Diario Las Américas.
Ante la devastadora
pandemia que afecta al mundo con la llegada del coronavirus COVID-19, desde la
Fundación Simón Bolívar de CITGO queremos alertar sobre la amenaza que
significa para los países con sistemas de salud en condiciones críticas como es
el caso de Venezuela.
La Fundación es consciente
de la precaria situación que atraviesan los profesionales de la salud
específicamente en Venezuela debido a la Emergencia Humanitaria Compleja y el
riesgo que supone para los millones de venezolanos dentro y fuera del país, no
contar con la infraestructura para recibir atención médica adecuada ante la
crisis mundial del COVID-19.
Adicional a la presión
internacional, Guaidó estaba trabajando en una agenda de presión interna, con
marchas y eventos. Todo esto debería llevar a la celebración de elecciones
presidenciales libres como salida a la crisis venezolana.
Pero en pocas semanas, el
panorama mundial cambió. El mundo hoy día se encuentra en una gran cuarentena
global para contener el contagio del SARS-CoV-2, popularmente conocido como
coronavirus. Como consecuencia, la actividad económica de las grandes potencias
mundiales se ha reducido significativamente. En el caso de China, el país
entero prácticamente se paralizó. Los mercados se han desplomado ante la
incertidumbre. En el mercado de predicción Predictit, la probabilidad de
recesión en 2020 ya alcanza el 84%.
Economía
informal vs. coronavirus
Para
poder afrontar una cuarentena, las familias necesitan alimentos y recursos
económicos. Muchas personas en el mundo viven de la economía informal, del día
a día o del trabajo por hora. Los gobiernos y bancos centrales han establecidos
algunas políticas que van desde suspender pagos hasta ayudas directas a
aquellas personas que no reciben ingresos mientras estén en cuarentena.
¿Pero
cómo puede Venezuela afrontar la cuarentena? La mayoría de los venezolanos ni
siquiera pueden consumir las calorías mínimas diarias y la capacidad de
producción local está prácticamente en el piso. Lo poco que se consume es
principalmente importado por un sector privado mermado que aprovecha los pocos
espacios que Maduro ha tenido que abrir.
El
régimen de Maduro, estado fallido al fin, no tiene cómo afrontar esta
situación. En primer lugar, al deterioro de la industria petrolera y las
sanciones, se le suma la guerra de precios del petróleo entre Arabia Saudita y
Rusia, que llevaron a Maduro a reconocer que éstos se encuentran por debajo de
los costos de producción. Segundo, con una recesión global en puertas, hasta la
economía ilegal de oro se verá debilitada. Entre febrero y marzo el precio del
oro ha caído al menos 7% en promedio y, evidentemente, tanto la demanda mundial
como el transporte van a caer considerablemente. En tercer lugar, hoy más que
nunca, Maduro tiene cerrado el acceso al financiamiento internacional.
Recientemente CAF anunció la compra de acciones a Venezuela equivalente a la
deuda del país. Asimismo, el Fondo Monetario Internacional desestimó una
solicitud de préstamo por parte de Maduro por US$ 5 mil millones para enfrentar
la crisis de la pandemia. Y, en cuarto lugar, ahora que la Justicia de Estados
Unidos ha presentado cargos contra Maduro, Cabello y varios de sus aliados por
narcotráfico y terrorismo, ofreciendo $15 millones y $10 millones de
recompensa, respectivamente, la prioridad de Maduro no será salvar vidas sino
salvarse a sí mismo.
Ante
este panorama, es poco probable que Maduro pueda tener recursos económicos para
abastecer a los venezolanos y mantenerlos en sus casas. Será inevitable que
mucha gente no acate la cuarentena y asuma el riesgo de contraer el virus a
cambio de buscar algo de comida día a día. Si ya en los países más avanzados
del mundo los servicios de salud están colapsando, las consecuencias en
Venezuela serán siempre mucho más trágicas.
Esta
es la mayor asfixia económica que Maduro pueda experimentar. Según datos de la
industria petrolera, en el occidente del país, se reporta que las joint
ventures de PDVSA están cerrando porque los precios del barril están por debajo
del costo operativo de la estatal. En el oriente, PDVSA también ha recortado
significativamente la producción, porque los comercializadores rusos cancelaron
todas las cargas del mes de marzo y las empresas mexicanas que estaban haciendo
intercambio de petróleo por alimentos, también han recortado su demanda
significativamente. En general, se estima que la producción petrolera se ubique
en 450 mil barriles diarios y no parece haber cargas de crudo agendadas para
abril.
Bajo
este escenario de bajos precios y escasa demanda, el colapso de la industria
petrolera es inminente. Si bien medidas como las sanciones individuales y
secundarias han sido sumamente efectivas, el suspender las licencias a empresas
estadounidenses en Venezuela para continuar operando, no tendría ningún efecto
adicional sobre el régimen. En cambio, generar mayor presión sobre el
contrabando del oro de sangre, por ejemplo, sería muy efectivo -en adición a
las nuevas medidas anunciadas por el Departamento de Justicia de EEUU- ya que
éste es uno de los principales ingresos de la narcotiranía.
Es
importante que las pocas empresas venezolanas y aliados extranjeros que quedan
en Venezuela estén listos para enfrentar no solo la crisis humanitaria que
azota al país, sino esta nueva pandemia que agrava aun más la tragedia
venezolana.
Gustavo
Rojas-Matute,
Profesor
adjunto de la Graduate School of Political Management, George Washington
University y candidato a Ph.D. en Economía en American University.