“Un
pueblo sin historia es como un paciente de Alzheimer en fase terminal”…
HARPA
Crónica.
Hugo Arana Páez (HARPA)
INTRODUCCIÓN:
En esta quinta entrega de la serie de ensayos históricos titulados HISTORIA
AMENA; me referiré a un popular y conocido restaurante de San Fernando, que
estuvo activo desde comienzos de la década de los años cuarenta de la centuria
pasada hasta finales de los años sesenta. En honor a esa fonda, he nombrado
esta monografía SAN FERNANDO: EL RESTAURANTE CANTACLARO O AQUELLOS TIEMPOS DE
AREPAS Y TOSTADAS; asimismo se hará un acercamiento a la evolución del más
importante pan apureño, la arepa y su modalidad, la sabrosa, conocida y hoy
desaparecida TOSTADA que era la vedette de ese mesón. Asimismo se hará una
aproximación biográfica a sus propietarios y al hinterland del popular negocio,
como fueron el CINE TEATRO ROYAL (actual Tiendas Las Maravillas) y la tienda EL
PAN GRANDE donde ahora se halla un edificio de dos plantas (engalanado con
paredes de piedra) donde se hallan varias tiendas por departamentos.
Una vez más doy las gracias a los fotógrafos profesionales o aficionados a este
hermoso arte, quienes con sus bonitas imágenes facilitan la reconstrucción de
la historia de la capital del llano venezolano. En esta ocasión agradezco al
amigo ARTURO ALVAREZ D´ARMAS quien con su acucioso lente plasmó para ustedes
las viñetas que hoy ilustran este ensayo. En la serie de imágenes destaca la
modesta vivienda pintada de azul que en una época alojó al RESTAURANTE
CANTACLARO y a la familia de sus propietarios; el resto de viñetas corresponden
al entorno o HINTERLAND de esa popular fonda.
1. EL RESTAURANTE CANTACLARO Y LAS DELICIOSAS TOSTADAS
EL RESTAURANTE CANTACLARO, era propiedad del apureño Luís Castillo, quien había
sido un consumado fabricante de zapatos que los elaboraba en fino cuero de res
y quien tuvo su taller en la Calle Bolívar, entre calles Juan Pablo Peñaloza
(actual Boulevard) y la Calle 24 de julio. Este artesano había aprendido el
oficio de un experto zapatero italiano conocido como Luís Liporacci, quién
lamentablemente los últimos años de su existencia los vivió en la indigencia.
Años más tarde, Luís Castillo
dejaría el taller de zapatería y fundaría a principios de la década de los años
cuarenta el RESTAURANTE CANTACLARO, seguramente el emprendedor zapatero, como
casi todos los apureños de entonces, leería la novela CANTACLARO que en el año
1934 publicara con tanto éxito el novelista, ensayista, cuentista, cineasta,
poeta, dramaturgo y político Rómulo Gallegos. Probablemente esa obra sobre la
llaneridad, mejor dicho sobre la apureñidad influiría en el ánimo del
incansable Luís Castillo y en honor a esa popular obra y a su tierra, nombraría
a su negocio RESTAURANTE CANTACLARO, que con el transcurrir de los días sería
un destino gastronómico y una popular fonda ubicada en una casona de tres
amplios portones, dos que miraban a la Bolívar y uno que daba hacia la 24 de
julio (todavía se conserva esa vivienda) y donde orgulloso colocó en la fachada
dos bonitos y enormes anuncios donde resaltaban las palabras RESTAURANTE CANTACLARO;
uno que miraba hacia la Calle Bolívar y el otro a hacia la 24 de Julio.
Dado que el caserón donde estaba
EL CANTACLARO, era muy amplia (ocupaba media cuadra de la Calle 24 de julio),
permitió que Don Luís y Doña Margot, se instalaran con su negocio junto a su
familia. Esta fonda se hallaba en el ángulo noroeste del cruce de las calles
Bolívar y 24 de julio, exactamente diagonal al desaparecido Cine Royal y que
por cierto, le dio nombre a la popular ESQUINA CANTACLARO. Este restaurante fue
pionero en la especialidad de TOSTADAS, pero además vendía comida nacional e
internacional que afanosa preparaba la esposa de Don Luís, la arichunera Doña
Margot Arana de Castillo, quien cual afamada Chef en su cocina, al frente de
sus ayudantes, se esmeraba en cocinar mondongos de toro negro, sopas de res,
sopas de gallina negra o de pato; asimismo pastas y carnes en casi todas las
variedades, empanadas, pastelitos, arepitas fritas espolvoreadas de queso
blanco llanero, orejitas; postres como Pound cake (los conocidos Ponqué ja, ja,
ja), tortas de pan, quesillos, dulces de lechosa, de higo, de leche; mientras
que en la barra, los empleados hacían magia aderezando los apetitosos
sándwiches de pan cuadrado a la par que vendían cigarrillos y preparaban café,
batían jugos y bebidas chocolatadas como Toddy y Ovomaltina.
En el CANTACLARO, habían diez mesitas con cuatro sillas cada una (eran los
populares juegos de comedor PANTRY a base de aluminio y fórmica, ya no se
encuentran ni pa´ remedio ja, ja, ja). Me cuentan viejos apureños que cada una
de las mesitas estaba numerada y sobre ella pendía un cable del cual colgaba un
botón que el comensal presionaba y enseguida un ruidoso timbre sonaba en la
barra, señal que uno de los clientes solicitaba la atención de uno de los meseros,
por eso en el CANTACLARO no se escuchaban los desagradables y escandalosos
lecos ja, ja, ja.
En ese restaurante había un salón
reservado, donde había cinco mesas de madera, adornadas con un bonito mantel de
cuadros rojos y blanco o verdes y blancos y rematadas por un lindo florero,
indicadores de que ese lugar era exclusivo para personajes importantes,
conocidos entonces como PESAOS ja, ja, ja, o gente de plata. En ese reservado,
el novio esperaba ansioso a la enamorada, quien junto a su madre o acompañada
de una adusta tía solterona con su cara bien amarrada, conocidas en esa época
como CHAPERONAS, cenarían y después bien jartas ja, ja, ja, asistirían a una de
las funciones del TEATRO CINE ROYAL.
2. EL RESTAURANT CANTACLARO Y SU HINTERLAND
San Fernando fue y aún hoy sigue siendo el principal centro urbano que atiende
las necesidades de los habitantes de caseríos y poblados del noreste de Apure y
el suroeste de Guárico, cuyos habitantes están vinculados a esta ciudad , por
cuanto, en ella satisfacen sus necesidades relacionadas con servicios como:
educación, salud, bancos, comercios, transporte (terrestre y aéreo),
entretenimiento, empleo y gastronomía. Por supuesto, EL CANTACLARO ocupaba una
situación geográfica privilegiada, por cuanto, se hallaba en el centro de la
ciudad y una envidiable posición geográfica, ya que diagonal funcionaba el
popular TEATRO CINE ROYAL, una concurrida sala de espectáculos adonde
masivamente acudían en las tardes los sanfernandinos, quienes entre función y
función esperaban en EL CANTACLARO degustando alguno de los sabrosos platos del
menú o algún refrigerio. Mientras que en el lobby del Royal los muchachos se
apostaban a intercambiar o vender suplementos (comiquitas en revistas) y al
liquidar su mercancía, adquirirían el boleto para entrar a ver la película de
su predilección y con lo que les sobraba se dirigían al CANTACLARO a tomarse un
sabroso vaso de TODDY, OVOMALTINA o a degustar un quesillo o un dulce de
lechosa y de ahí entrar al cine ¿Maluco? ja, ja, ja.
También los vendedores de
chucherías se apostaban a las puertas del cine como: Mango piache un italiano
que vendía raspados; asimismo los vendedores de chicha, de maní salado o de
frutas. Por cierto, había un manco apodado Maní Maniao, era mocho de una pierna
quien en una mesita de madera vendía catalinas, gofios, alfeñiques, rosquitas,
empanadas de pandehornos y chancletas (una especie de catalina alargada, por
cierto, muy tostada pero muy sabrosa). Frente al CANTACLARO (ángulo suroeste
del cruce de las calles Bolívar y 24 de julio) había una hermosa casona de
anchas paredes de adobe, de enormes portones de madera y techo de tejas, donde
la esposa de don José Faoro, la señora Ángela Estévez, tenía una magnifica
tienda de regalos llamada El Pan Grande, lo que ahora se conoce como Boutique
adonde acudían las novias a encargar su lista de bodas.
Pero volviendo con las TOSTADAS de El CANTACLARO, se puede decir que este
exquisito plato era comercializado no solamente en ese negocio, sino por
vendedores ambulantes en las calles del pueblo. Por cierto, había un muchacho
(entre muchos, pero medio tostado ja, ja, ja), apodado EL LOCO ROGELIO, quien
trajinando del timbo al tambo por las calles de San Fernando con un azafate
atestado de apetitosas TOSTADAS sobre su cabeza, anunciaba a todo leco ja, ja,
ja.
¡TOSTADAS, TOSTADAS, LLEVO LAS
TOSTADAS! Por cierto, cuando algún malintencionado parroquiano le preguntaba de
manera jocosa, -más bien de una manera socarrona-… ¿Son de bicho muerto? Ante
la burlona pregunta, Rogelio pausadamente colocaba en la acera el azafate
(bandeja artesanal de madera, donde el pregonero llevada las tostadas) y
furioso comenzaba a lanzarle piedras al mamador de gallo que le había formulado
la sarcástica pregunta. Por supuesto, ante esa chanza o inusual espectáculo,
los asiduos visitantes de la Plaza Libertad o cuerdita de vagos GOZABAN UN
PUYERO ja, ja, ja.
En San Fernando hasta finales de la década de los años cincuenta del siglo
veinte se consumía mucho la TOSTADA, una arepa normal que después de elaborada
se dejaba reposar, luego se rellenaba con picadillo, pisillo de carne de res,
pisillo de pescado, pisillo de chigüire, carne mechada o la mayoría de las
veces el relleno era a base de queso (entonces el kilogramo de ese alimento era
muy barato ja, ja, ja); luego se rebosaban en huevo batido y se freían en
manteca de cochino (a pesar de comer ese mantequero, eran escasos en San
Fernando los pacientes de enfermedades cerebrovasculares ja, ja, ja). Por
supuesto, LA TOSTADA) era muy solicitada y más deliciosa sabía si estaba
rellena con BICHO MUERTO, como le espetaban los parroquianos de entonces al
Loco Rogelio ja, ja, ja.
Por cierto, de LA TOSTADA quedó
el aforismo… NO SE LE VE EL QUESO A LA TOSTADA... para referirse a un mal
negocio, asimismo a un trabajador que no rinde en la faena diaria o un pésimo
estudiante que no avanza en los estudios, por lo que el padre o el maestro le
espetaba ese chocante refrán o peor aún, cuando una persona trabaja más que un
burro tusero y el salario no le compensa el enorme esfuerzo que hace ja, ja,
ja, comenta furioso ¡NO LE VEO EL QUESO A LA TOSTADA! También este refrán se
aplica a un tercio que no ha cumplido sus ofrecimientos, por ejemplo, cuando un
albañil pide un adelanto y el bellaco se pierde; por supuesto, la obra no
arranca o el mecánico que también y que para comprar el respuesto ha pedido
dinero y con tristeza el infeliz propietario observa que su automóvil continúa
meses y meses arrumado en un rincón del taller ja, ja, ja. De igual manera
cuando las cosas no están marchando bien y la situación se pone cuesta arriba,
decimos LA AREPA SE PUDO CUADRADA ja, ja, ja.
3. ANTES DE LA TOSTADA LA AREPA
Aunque nuestra Conny Méndez sentenciaba que LOS VENEZOLANOS NACEMOS CON UNA
AREPA DEBAJO DEL BRAZO, no obstante, estimo que algunos apureños no conocen el
origen de lo que todos los días se llevan a la boca. En ese sentido, he
considerado oportuno referirme a los arepológos ja, ja, ja, esos personajes que
sostienen que este exquisito pan fue creado y amasado ancestralmente por las
manos laboriosas de nuestras aborígenes y que fue después de la llegada de los
conquistadores a Venezuela cuando se comienzan a reseñar los pasos que seguían
las nativas para su preparación.... “Con el maíz hacían unas tortas tan gruesas
como un dedo, que llamaban arepas”... escribió Bernabé Cobo el año 1652. Su
nombre proviene del primer utensilio utilizado para su cocción, conocido como
ARIPO (precursor de nuestro popular budare), una especie de plancha, un tanto
curvada, hecha de barro cocido, cuya denominación procede de la voz EREPE,
nombre que le daban los indios cumanagotos al maíz. Así fue como de la voz
EREPE llegamos a nuestra sabrosa, indispensable, infaltable y apetecida AREPA
¿Será por aquello que nuestra arepa se halla en la oración EL PADRE NUESTRO?
Donde en uno de sus versos destaca: Padre nuestro que estás en el cielo /
santificado sea tu nombre / venga a nosotros tu reino / hágase tu voluntad acá
en la tierra como en el cielo / DANOS HOY EL PAN DE CADA DÍA, que en el caso de
Apure significa DANOS HOY LA AREPA DE CADA DÍA ja, ja, ja.
4. APURE: AL PRINCIPIO EL MAÍZ
PILAO O ¡DALE DURO A ESE PILÓN!
Las arepas de maíz pilao, son las precursoras de las actuales e insípidas
arepas de maíz a base de harina precocida. Las arepas de maíz pilao (*) eran
las habituales en Apure hasta finales de la década de los años cincuenta del
siglo XX; es decir, previas a la industrialización del proceso. En esos años en
San Fernando, para saborear una arepa había que SUDAR LA GOTA GORDA ante
nuestro típico pilón, donde al grano de maíz seco se le quitaba la cáscara a
base de pilonazos ja, ja, ja. Por cierto, de esa dura faena han nacido los
famosos cantos de pilón que tan bien han interpretado el QUINTETO CONTRAPUNTO,
nuestra Morela Muñoz y Soledad Bravo. En Apure, nuestras abuelas compraban en
las pulperías el maíz en concha, lo pilaban en un pilón, luego para quitarle
las cáscaras lo venteaban o soplaban en un azafate, posteriormente lo
sancochaban; por cierto, de esa cocción se obtenía como subproducto una agua
blanca semiespesa, era la deliciosa AGÜITA DE MAÍZ, no me refiero al Whisky
sino al agua que produce el maíz sancochado ja, ja, ja; la misma se endulzaba
con azúcar o papelón y sabía mejor que nuestra tradicional chicha de arroz.
Después de sancochados los granos
de maíz, se molían a mano en un molino CORONA. Luego a la mezcla se le añadía
una pizca de sal, un poquito de manteca de cochino o marrano como decimos los
apureños y se amasaba suavemente hasta darle PUNTO, es decir, darle
consistencia y textura adecuada. De esa masa se tomaban las porciones o pelotas
para elaborar cada una de las arepas. Posteriormente se llevaban al fogón,
donde montado sobre tres topias estaba el budare de barro cocido, el cual era
calentado con leña seca para que no produjera humo, preferiblemente astillas de
CARO ja, ja, ja. Cuando las arepas empezaban a dorarse por ambos lados, se
retiraban del budare, se humedecían pasándolas rápidamente por agua y
colocándolas en una parrillita, inmediatamente se introducían debajo del budare
donde se exponían al rescoldo para que se abombaran y se separara la concha del
corazón, de allí se colocaban en un pañito de tela bordado en punto de cruz que
se hallaba en una bonita cesta de mimbre donde se llevaban a la mesa para
saborearlas acompañadas con mantequilla MARACAY, BRUM, RICA, mantequilla
llanera, queso llanero, queso de mano, coporo frito o un trozo de bistec
aderezado con un ajicero de leche ¿Maluco? ja, ja, ja.
5. LA HARINA PRECOCIDA DE MAÍZ:
UNA TECNOLOGÍA VENEZOLANA DESDE 1960
La arepa que ahora saboreamos todos los días está hecha a base de harina
precocida, la cual desde los años sesenta se elabora industrialmente. Refería
uno de los pioneros de las primeras areperas en Caracas (Arepera de los
Hermanos Álvarez, situada en la Gran Avenida de Caracas) el señor Heriberto
Álvarez, que el cliente más importante que tuvieron ellos fue el profesor Luís
Caballero Mejías. Una noche se presentó con una bolsa de harina y le dijo a
Heriberto …“muchacho yo preparé esta mezcla en la casa y quiero saber si las
arepas hechas con ella me quedan igual a las de ustedes”… Nos pidió que la
probáramos y nos explicó que eran dos kilos de maíz; primero sancochados, luego
molidos y posteriormente secados. La probamos y nos fue muy bien con esa
mezcla. Pasados algunos años, un día se presentó al negocio, un señor llamado
Lorenzo Mendoza, hermano de Eugenio Mendoza; dueños del Grupo Polar quien le
compraría la fórmula al sabio Caballero Mejías. Esa harina precocida sería
conocida comercialmente con el paso de los años como HARINA PAN. Por cierto, El
Grupo Polar la introdujo al mercado con el lema… SE ACABÓ LA PILADERA pero yo
añadiría, TAMBIÉN SE ACABARON LOS CANTOS DE PILÓN ja, ja, ja. Gracias a ese
inventó del profesor Luís Caballero Mejías, se incrementó el consumo de arepas,
así como las áreas destinadas a los sembradíos de maíz en Venezuela.
6. EL RELLENO O PASAJERO Y LAS VARIEDADES DE AREPAS
No es agradable ingerirla sola, por cuanto, carece de sabor y vitaminas pese a
que últimamente la harina precocida ha sido enriquecida con vitaminas y
minerales. Ahora la arepa está hecha un autobús, por cuanto, admite cualquier
relleno o pasajero. Ese relleno puede ser: jamón, queso llanero, amarillo,
guayanés, de mano, telita, pollo, perico, pernil, carne mechada, molida, cazón,
huevos de gallina, de codorniz, pepitonas y tantos otros ingredientes, como las
distintas mezclas que le han dado su denominación a este plato, así tenemos:
Dominó Arepa rellena con caraotas negras y queso blanco rallado. Pelúa La de
carne mechada y queso amarillo. Patapata Rellena con queso amarillo, caraotas
negras y aguacate. REINA PEPIADA es la favorita, cuyo relleno consta de
aguacate, ensalada de gallina y petit pois y hoy cuestan una bola y parte de la
otra ja, ja, ja.
Las ruedas de camión, también llamadas TUMBA
BUDARES o AREPA QUIEBRA, porque según los dueños de areperas dicen que no es
negocio para ellos vender esas ruedas de camión, porque su enorme tamaño,
requieren mucho relleno. Por supuesto, en ellas se puede colocar un pabellón
completo sin mucho inconveniente. Contrario a esas RUEDAS DE CAMIÓN, yo
añadiría que como están las cosas hoy, los vendedores de arepa ofertan RUEDAS
DE VELOCIPEDO, chiquiticas que con una cucharadita de guiso se rellenan y ante
tal robo, seguramente los apureños con justificada razón exclamarán ¡A ESTA
OSTIA NO SE LE VE EL QUESO! o ¡AHORA SI ES VERDAD QUE CON ESTA AREPITA DE MALA
MUERTE, LA AREPA SE PUSO CUADRADA! Ja, ja, ja, para significar que las mentadas
arepitas no se corresponden con el precio. Pero existen otras variedades de
arepas como son las llamadas arepas eléctricas y las arepas frías.
Hay quienes por comodidad (una
vaina llamada ahora la ley del mínimo esfuerzo, entiéndase FLOJERA ja, ja, ja)
o para ahorrar tiempo o que no las quieren ni fritas ni asadas, los flojazos
acuden al TOSTIAREPA, un artefacto eléctrico que las deja listas en cuestión de
minutos. La AREPA FRÍA, es aquella que nadie consumió en el desayuno y quedó
arrumada en un lugar de la cocina (eso era antes en el tiempo de María Castaña
ja, ja, ja), hasta que llega un miembro de la familia trancío del hambre (quise
decir muerto de hambre ja, ja, ja), quien al verla, la hierve en leche (si
tiene leche y gas en la casa ja, ja, ja) con su puntico de sal o la remoja en
suero y le añade su buena ración de queso blanco rallado. Es que nuestra
aborigen arepa se presta para todo, incluso para hacer poesía como nuestro
Aquiles Nazoa quien agradecido le dedicó muchas odas a ella ja, ja, ja.
En San Fernando, se elaboran otras variedades de arepa que por los ingredientes
que se le añaden a la masa, por la manera que las cocinan o por su forma y
tamaño las hacen muy peculiares como las de chicharrón (son aquellas arepas a
las que a la masa se le añaden boronas de chicharrón y de allí al budare);
también están las arepas morenas (por ser endulzadas con panela dulce y
aliñadas con anís), son aquellas arepitas dulces abombaditas con su ligero
sabor anisado, llamadas OREJITAS; también está la arepita frita, muy delgadita,
que se caracteriza por su agujero en el centro y queso rallado por encima, por
cierto, la más económica ja, ja, ja.
Pero la reina de todas las arepas
es la conocida AREPA REINA PEPIADA. Su receta original consiste en una arepa
rellena de pollo guisado y luego horneado, acompañado de lonjas de aguacate y
granos de petit pois. Su creador se llamaba Heriberto Álvarez, uno de los siete
hermanos Álvarez, los dueños de una de las primeras areperas de Caracas quienes
en el año 1955, abrieron su negocio con el nombre AREPERA LOS HERMANOS ÁLVAREZ
situada en la Gran Avenida, esa vía que comunica a Sabana Grande con la Plaza
Venezuela; por cierto, a ese negocio acudían clientes famosos como: Aquiles
Nazoa, Oscar Yánez, Billo Frómeta, Abelardo Raidi, Renny Ottolina, César Girón,
Aldemaro Romero, Alfredo Sadel y Susana Duijim entre otras personalidades. Ese
año de 1955 Susana Duijim había ganado el concurso MISS MUNDO; en ese sentido,
Don Heriberto Álvarez quiso rendirle homenaje a esa venezolana y contaba el
viejo Heriberto que él y sus hermanos vistieron de reina a una sobrinita de
doce años muy parecida a Susana. La sentaron en un taburete en el negocio para
que los clientes la vieran como una pequeña Miss Venezuela. Luego un cliente
les preguntó por qué tenían a esa niñita allí. Los hermanos Álvarez le explicaron
que era un homenaje a la soberana de la belleza Susana Duijim.
El cliente les respondió, yo soy
el padre de Susana Duijim y la voy a traer para que la conozcan. Un viernes, se
apareció Susana con su papá. Dice Heriberto que de inmediato él le obsequió una
arepa, entregándosela en sus manos y le dijo…“Mire, esta arepa se la preparó mi
mamá especialmente y se va a llamar LA REINA en homenaje a usted, por ser reina
de belleza”... Susana le contestó, muchas gracias mijo y se la emburró
acompañada de un juguito ja, ja, ja. En la década de los años cincuenta a las
mujeres bonitas como nuestra Susana se les llamaba PEPIADAS, por eso el
apellido PEPIADA a la arepa especial que los hermanos Álvarez le prepararon a
la reina de le belleza venezolana, nuestra Susana Duijim, quedando desde el año
1955 este exquisito plato consagrado para la posteridad como AREPA REINA
PEPIADA en homenaje a la primera Miss Mundo de nuestro país.
Por cierto, quiero referirles una anécdota que Aldemaro Romero contaba acerca
de cinco venezolanos, quienes en el año 1955 llegaron a ser ídolos famosos,
como fueron SUSANA DUIJIM, ALFREDO SADEL, ALFONSO CHICO CARRASQUEL, ALDEMARO
ROMERO Y CÉSAR GIRÓN. Ocurrió una noche de un sábado del año 1955, cuando los
cinco amigos arriba nombrados, andaban de parranda en el automóvil de nuestro
César Girón. A medianoche se antojaron de mitigar el hambre con unas Reinas
Pepiadas de Los Hermanos Álvarez, hasta allá se fueron y cuando César
estacionaba frente a ese prestigioso y concurrido negocio su lujoso Cadillac,
modelo El Dorado, quién sabe de dónde, se le apareció un Fiscal de tránsito,
quien boleta en mano amenazó al diestro aragüeño con hacerle una boleta y ante
la agresión del tercio, nuestro César quien tenía su carácter como el de un
QUERREQUERRE ja, ja, ja, le espetó al inoportuno funcionario.
–! Mira! ¿Tú sabes cómo es la vaina?
-¿Qué dice?
Interrogó el funcionario
-¡Nojoda que tú no me vas a hacer ninguna boleta!
-¿Y por qué no?
-¿Tú ves esos señores que están ahí parados?
-¡Si, si los veo! ¿Y…?
-¡Gua, que esos cuatro señores son los más grandes del mundo! ¡Míralos bien!
-¡Si, si los estoy viendo!
-¿Ves a la señorita?
-¡Si, si la veo!
-¡Bueno! Ella es Miss Mundo, Susana Duijim, la mujer más bella del planeta!
-¿Ves a aquel joven que está al lado de ella?
-¡Si, si lo veo!
-¡Bien, ese tercio es Alfredo Sadel, El Tenor favorito de Venezuela! Y no solo
de Venezuela sino del mundo.
-¿Y aquél otro señor que está al lado del tenor quién es?
Preguntó el fiscal
-¡Bien, ese es Alfonso Chico Carrasquel, el shortstop más famoso de las grandes
ligas y del mundo!
-¿Y el otro señor?
-¡Ese, es Aldemaro Romero, compositor, director de orquesta y arreglista, el
músico más famoso de estas tierras y del mundo!
El apabullado hombre, resignado solo atinó a asentir.
-Está bien, está bien señor ¿Y usted quién es?
-¿Yo?
-Sí, usted.
-¡Ah, de modo qué no sabes quién soy yo? ¡Para que te quede bien claro, yo soy
César Girón, el torero más grande de Venezuela y del mundo! Así que no se te
ocurra hacerme una boleta ¿Okey?
-Sí, entendido señor.
Una vez zafado del fastidioso funcionario, nuestro César Girón se dirigió
sonriente al grupo de amigos, quienes hambrientos lo esperaban a las puertas
del negocio. Al entrar al reino de las arepas, presurosos se dirigieron a una
de las mesas, donde degustaron sus REINAS PEPIADAS, sus PELÚAS, DOMINÓ o una
ordinaria RUEDA DE CAMIÓN; así los amigos comieron hasta quedar ajitos (es
decir, que los famosos amigos esa noche se atragantaron de arepas y bebidas
hasta más no poder ja, ja, ja). Al fin después de apiparse, sonrientes se
despidieron de los siete hermanos Álvarez, quienes encantados de la visita de
los cinco famosos no les cobraron la consumición. Por el camino, rumbo a la
salida nuestro César les comentaba a sus compañeros:
-¡Muchachos, ven ustedes las ventajas de ser famosos ja, ja, ja!
Despacio, muertos de la risa bajaron las escalinatas rumbo al vehículo, cuando
al acercarse al lujoso coche de César, atinaron a distinguir adosado al
parabrisas un conocido y antipático papel que los dejó a todos paralizados. Era
una BOLETA que rezaba MULTA DE DOSCIENTOS BOLÍVARES POR VEHÍCULO MAL
ESTACIONADO, DIRIJASE A LAS OFICINAS DEL BANCO A CANCELARLA. FIRMA: EL FISCAL
DE TRANSITO MÁS FAMOSO DEL MUNDO ja, ja, ja. Por supuesto, ahí se le bajaron
los humos AL TORERO MÁS FAMOSO DEL MUNDO a quien no le quedó sino invitar por
cuenta suya a sus amigos a continuar la parranda hasta el amanecer en EL
PASAPOGA (Avenida Urdaneta) en el HOTEL ÁVILA (Urbanización San Bernardino) ja,
ja, ja.
CONCLUSIÓN:
De este ensayo se pueden inferir varias cuestiones atinentes a los oficios y
actividades económicas que los visionarios de entonces realizaban en un pueblo
llanero de mediados del siglo veinte. En ese sentido, únicamente en el
hinterland del RESTAURANTE CANTACLARO observamos que el propietario de ese
negocio Luís Castillo, había sido un ducho fabricante de zapatos y propietario
de una modesta fábrica de calzados; asimismo más tarde fue capaz de fundar y
gerenciar con bastante éxito una de las fondas más populares de la ciudad. Por
otro lado, su esposa, Doña Margot Arana de Castillo, quien imbuida de sólidos
conocimientos gastronómicos se desempeñó en la cocina al frente de sus
ayudantes como una experta Chef de crucero.
La conclusión o idea central de este ensayo es destacar que en las décadas de
los años cuarenta y cincuenta, la mayoría de los sanfernandinos no se
dedicaban, cuales parásitos, a medrar un cargo en las puertas de la
gobernación, de la Asamblea legislativa o del Concejo Municipal.
Entonces
no se veían a los sanfernandinos solicitando dádivas de un Estado que recién se
incorporaba a los procesos de modernización, tratando de superar su dramática
situación de país rural, atrasado e incomunicado a un país en vías de
desarrollo; sino que espontáneos eran capaces de emprender por su cuenta
exitosos proyectos como el de la esposa del orfebre italiano José Faoro
(propietario de la JOYERÍA FAORO -todavía existe ese negocio-situado en la
Calle 24 de julio, entre las calles Bolívar y Comercio y donde durante muchos
años trabajó el peón de sabana del Hato La Candelaria, el cunavichero -mejor
conocido como el baquiano de Gallegos- Antonio José Torrealba), me refiero a la
apureña, Ángela Filomena Estévez, quien al frente de su tienda EL PAN GRANDE
(frente a EL RESTAURANTE CANTACLARO) tenía en una bonita casona de adobe y
techo de tejas una especie de boutique y centro indiscutible de las tendencias
de la moda en Venezuela y Apure. Asimismo, diagonal al CANTACLARO, se hallaba
el TEATRO CINE ROYAL, propiedad del apureño Jesús Aponte, quien de taxista en
el Parque Independencia (actual Plaza de los Yutong) pasó a ser dueño de ese
teatro y de la ferretería AGENCIA ROYAL (situada en el cruce de las calles
Bolívar y Juan Pablo Peñaloza –actual Boulevard- frente al desparecido Bar Trinaomaira).
Asimismo,
en las tardes a las puertas del ROYAL se miraban a aquellos populares
emprendedores como el italiano MANGO PIACHE, vendiendo sus comodoros en las
puertas del Royal; otros con sus centrifugas se les veía afanosos ofertando sus
porciones de empalagoso algodón de azúcar de color y otros con sus carritos,
cocinando las ruidosas y aromáticas cotufas saliendo del sartén cual palomas
blancas; asimismo también se veía en el bucólico pueblo afanadas en sus labores
a las planchadoras y lavanderas de ropa ajena; costureras, actuales diseñadoras
de moda como Doña Carolina Herrera, ja, ja, ja; a los caleteros cargando y
descargando chalanas, vapores y barcos en el puerto Barbarito, Ligerón y El
Tamarindo; los carreteros haciendo viajes por las trochas sabaneras o mudanzas
en sus carretas tiradas por robustas mulas; los bongueros (CHICHARRONEROS)
llevando mercancías a los más recónditos lugares del Estado Apure; las
tostadoras de café, tostando y moliendo en sus casas el aromático grano; los
sudados herreros de fragua y carbón, fabricando en sus tallercitos hierros para
el ganado, frenos y estribos para las cabalgaduras o canales para recoger el
agua de lluvias; los pulperos con sus embusteros pesos y entregando sus míseras
ñapas a los ansiosos muchachos de mandado ja, ja, ja; los fabricantes de tejas
y ladrillos; los productores del solicitado JABÓN DE LA TIERRA (a quien por
cierto, se lo llevó por delante los detergentes y los jabones de tocador o
jabón de baño importados ja, ja, ja.); los pilanderos al frente de sus pilones
trillando arroz o pilando maíz en concha; los talabarteros fabricando vistosas
sillas de montar, fajas para ajustar el ancho pantalón de dril o fundas para
los Punta e´ lanza; los fabricantes de alpargatas; los sastres confeccionando
liquiliques; incluso hasta a los cieguitos se les veía con su andar inseguro
por las soleadas y solitarias calles del pueblo vendiendo Quinticos de
loterías; los zapateros, no me refiero a los zapateros remendones sino a los
fabricantes, como Don Luís Castillo, quien un día dejaría su noble oficio, para
años más tarde fundar una de las fondas más visitadas de la ciudad como fue el
RESTAURANTE CANTACLARO. Hoy de esas artes y oficios, así como de las apetitosas
y sabrosas tostadas no queda sino el triste recuerdo de un pasado alegre ja,
ja, ja.
(*) EL MAÍZ PILADO Y LOS PILONES EN SAN FERNANDO. Hasta finales de la década de
los años cincuenta de la pasada centuria había en San Fernando numerosos
pilones y trilladoras de arroz. Entre los primeros, destacan el Pilón de Bates
ubicado en el ángulo noreste del cruce de las calles 24 de julio y Sucre, al
lado del Cine Royal, el cual pertenecía a un trinitario de apellido BATES y su
negocio era conocido como El Pilón de Bates; en la Calle Santa Ana, entre
calles Sucre y Páez, estaba el Pilón del señor Luís González, quien en el patio
de su casa de familia había instalado su negocio de trillar arroz y pilar maíz.
En el cruce de las calles Páez y Miranda, estaba el pilón del señor Delfín
Castillo, quien en el patio de su residencia trillaba arroz y pilaba maíz.
Asimismo en el ángulo sureste del cruce de las calles Sucre y El Yagual, frente
al Bar Casablanca que le daba nombre al puerto epónimo, estaba el pilón del
señor Hernández. Por supuesto, estos no eran los únicos pilones que había en
San Fernando.
Hugoarpa24@gmail.com San Fernando, 1 de junio de 2020