APURE: Don Manuel Fuentes y la Gata del Cedral por Aljer “El Chino” Ereú. (CRÓNICA). - SenderosdeApure.Net

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miércoles, 1 de julio de 2020

APURE: Don Manuel Fuentes y la Gata del Cedral por Aljer “El Chino” Ereú. (CRÓNICA).


CRÓNICA. Aljer “El Chino” Ereú.

INTROITO

Tierra pletórica de historias, relatos y anécdotas es el Alto Apure. Su portentosa dilatación geográfica que comprende el deslinde del pie demonte andino y la explanada de los llanos altos se manifiesta como un barroco y heterogéneo lienzo de matizados paisajes que guardan y conservan en su entropía y dialéctica natural concepciones históricas, folklóricas y culturales que han perdurados por décadas.

 

En vinculo, adentrarse en el llano alto apureño es sumergirse en ese mundo de verdad e imaginación, en donde los elementos individuales y grupales de cada poblado conciben su propia historiografía cosmogónica, alimentada la misma con narraciones populares y entelequias propias de los escribientes, lo que llamaría Parménides de Elea (filósofo griego, nacido entre el 530 a.C.y el 515 a. C) la vía de la verdad y la vía de las opiniones de los mortales. Esas opiniones mortales van construyendo en los pueblos narrativas y reláficas que evolucionan de generación en generación, muchas de ellas tienen la fortuna de ser oídas y ser escritas, otras en cambio sucumben ante el egoísmo del olvido, desapareciendo en la conciencia límbica profusa, por ello, es necesario rescatarlas para la conservación de la identidad y pertenencia local, por tal razón se rescata y resume la vida de Manuel Fuentes.

 

Cuando don Manuel Fuentes

era un hombre respetado,

hábil y muy sagaz

en cuestiones de ganado.

Cuando el llano alto apureño

fue el más rico del estado.

Cuando la leyenda de un hombre

se escuchaba en todos lados.

 

En el llano apureño un refrán es bien conocido: Fulano esta como la gata del cedral, ¿y cómo? -pregunta perencejo- siendo la contestación inmediata: “viajes y viajes y amontones”. Este aforismo popular proviene supuestamente de la creencia sobre la prieta centinela felina que tenía el pudiente terrateniente Manuel Fuentes. En referencia al personaje, la fontana oral es muy amplia, se abarcaría un buen espacio para apretujar tantos relatos y anécdotas sobre su vida. Entre folklorismos y realidades ha perdurado la leyenda de un hombre que con esfuerzo, trabajo y eficiente administración, aportó mucho en el desarrollo pecuario extensivo del estado Apure. Conocido es que el ganado fuentero llegó a ser exportado (con documentación probatoria vista por el autor de esta publicación) a Panamá y al continente europeo, debido a la calidad genética, motivo también de especulación popular que rumoraba que el ganado de sus hatos era más grande y fuerte que el de sus vecinos, esto por agraciamiento distintivo del dios de las tienieblas: Lucifer. Alejado de lo pintoresco, lo cierto fue que este ostententoso latifundista gerenció eficientemente como un exitoso empresario agrícola sus inmensas propiedades.

 

Fuentes, nacido en San Francisco Javier de Lezama (Guárico), y casado con María Gilly Lavado, se iniciaría como minorista de insumos alimenticios, ya residenciado en Guasdualito en la segunda década del siglo acaecido, su sagacidad lo llevaría a ser dueño de catorce grandes hatos en Colombia y diecisiete en Venezuela, por referir solo algunos (en nuestro país): Platanal, Las Delicias, El Cedral (vendido en 1971 a la compañía Anónima Río Yaracuy) Mata Negra, Mata de Tranquero, Chiricoa, Caucagua, Campo Alegre, El Torreño, La Venganza, San Pedro, La Miel (cambiada pelo a pelo años más tarde a Francisco Padilla) convirtiéndose en su tiempo en el hombre más rico del llano colombo-venezolano, bien pudiera decirse que estas extensiones llegaban a donde alcanzaba la vista y más allá. Sus hijos: Heriberto (veterinario progresista muerto en un accidente aéreo), Manuel, Josefina y Delfina, heredarían a la muerte del prospero ganadero una inmensa fortuna que perduraría con el tiempo.

 

Según algunas reláficas que han viajado en los bártulos arcanos del cronos, refieren que don Manuel, a pesar de su inmensa fortuna era un hombre de vida sencilla y austera, no dado a lujos, en extremo desconfiado, también cuentan que en muchas ocasiones se unía a sus peones y caporales en las faenas llaneras, y que de noche en lomos de su mula blanca salía a la sabana a rondar sus predios, lo que algunos deducían era realmente a encontrarse con su socio del más allá. Y ese socio no era otro que el jefe de las tenebrosidades, quien como parte del contrato establecido para aumentar sus riquezas le había asignado y puesto a sus órdenes guardianes espirituales encarnados en formas de grandes gatos brunos, y de mayor tamaño una gata prieta, la cual según la superstición salía puntualmente a media noche a recorrer las fundaciones. Para la alimentación de esta comparsa maléfica don Manuel ordenaba sacrificar diariamente una res oronda para tal fin, esto para la zafia peonada era una muestra contundente del convenio pactado.

 

Otras especulaciones sobre el profuso hombre refieren que las paredes de sus casas tenían incrustadas morocotas y crucifijos, y que en cada esquina de ellas estaba enterrado un familiar, en alusión a grandes toros cachilapos escogidos minuciosamente para la noche del convenio. Uno de sus feudos: el hato Campo Alegre, ubicado en la parroquia Elorza, municipio Rómulo Gallegos, fue un próspero e importantísimo centro de explotación animal vacuno, donde en su mejor época llegaron a pastar más de 35.000 reses, sin incluir chifles ni cachilapos. En cuanto a la guardiana felina, su trayecto principal e inequivoco era desde esta posesión hasta el Hato El Cedral y viceversa.

 

Para trabajadores y pobladores aledaños se hizo muy común observarla realizar el recorrido, siendo orden expresa de don Manuel no molestarla en lo absoluto, aunque conociendo lo sofismo y agorero del llanero apureño lo de molestar era bien difícil de hacer, quizás más por miedo que a la sujeción expresa del patrón. La leyenda nació y empezó a parlarse por el llano en la boca de cantadores de corríos la perícopa criolla de don Manuel Fuente y su socio, no tan alejada de otras leyendas llaneras como la de Juan Machete, La Rubiera y El Espanto de la Sabana. Quien escribe estas líneas, hace unos cuantos años tendría la oportunidad de visitar al hato en labores de proyecto agricola y, con sus propios ojos admirar la descendencia de la gatuna misteriosa. Parte de esta nigromancía popular se recoge en los versos siguientes:

 

EL CORRÍO FUENTERO

Pa` cantar este corrió

con mi garganta clarita

hoy me encomiendo al creador

y a Jesucristo bendito.

Sucedió en el Alto Apure

más allá de Guasdualito,

cuando Fuentes era el señor

de todo el llano infinito.

Hizo pacto con aquel

para que lo hiciera rico,

fundó el hato Campo Alegre

en una noche oscurita.

Mandó a ensillar su remonta

que era una mula blanquita,

se llevó indios y peones

con barretones y picas.

Al caporal encargó:

un toro e` punta finita,

llegaron a un tremedal

allí canto la mabita.

Mando hacer un hueco grande

empezó a sopla una brisa,

metieron al animal

con esfuerzo y con pericia.

Luego ordenó al caporal

me los entierra a toditos,

entonces se arrodilló

y hablaba muy bajitíco.

La historia no se termina

voy a tomá un descansito.

**

Cobíjame con tu manto

te ruego mi Dios bendito,

para seguir relatando

lo que mis ojos no han visto.

Esa noche Fuentes vió

y se puso asustadito:

al jefe de las tinieblas

en un caballo rojito.

Con candela alrededor

con unos gatos negritos,

este le dijo señor

ya su destino está escrito.

Lo hare rico y millonario

como muy pocos se han visto,

pero tendrá que cumplir

su parte en el compromiso.

El contrato se tranzó

su alma seria del maligno,

igual toda su familia

los grandes y los chiquitos.

De repente apareció

ganado de todo tipo,

el rebaño prosperó

eran treinta mil y pico.

El hombre se arrepintió

se quería pasar de listo,

mando hacer una capilla

con cruces y con santicos.

Esto nada le valió

porque olvidó a Jesucristo,

Fuentes desapareció

aquí todo esta clarito,

el afán por la riqueza

llevó al hombre a un laberinto.


Al desaparecer Manuel Fuentes se inicia la progresiva decadencia de sus grandes hatos, pues si en él ya no serían lo mismo, ni el llano alto apureño tampoco.


ALJER CHINO EREÚ

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