Columna. Orlando
Nieves.
Un
cementerio es el lugar donde se depositan los restos mortales o cadáveres de
los difuntos. Dependiendo de la cultura del lugar, los cuerpos pueden
introducirse en ataúdes, féretros o sarcófagos, o simplemente envolverse en
telas, para poder ser enterrados bajo tierra o depositados en nichos,
mausoleos, criptas u otro tipo de sepulturas. La palabra cementerio viene del
término griego koimetérion, que significa dormitorio porque, según la creencia
cristiana, en el cementerio, los cuerpos dormían hasta el Día de la
resurrección. A los cementerios católicos se les llama también campossantos,
dado que en Pisa, cuando ateniéndose a medidas de higiene la autoridad ordenó
cerrar el cementerio, que había sido construido en el siglo XIII dentro de la
ciudad, el terreno fue cubierto con una gran capa de tierra, que las galeras
pisanas habían traído de los lugares santos de Jerusalén.
Usualmente,
los cementerios son comunitarios, es decir, en dicho lugar se encuentran las
tumbas de los miembros de la comunidad, sin llegar a ser tumbas colectivas,
pues cada difunto tiene su propio espacio determinado aunque, por decisión
familiar, también pueden enterrarse varios familiares en el mismo lugar.
(Wikipedia.org). El cementerio, se supone que es, un lugar donde llevamos a
nuestros familiares para darle cristiana sepultura, es su última morada en la tierra
hasta el día de la resurrección y como dice la Biblia, “juzgar[á] a los vivos y
a los muertos” (2 Timoteo 4:1) y es allí donde nuestros familiares se supone
descansen en paz. En San Fernando contamos con el cementerio viejo en la
Chimborazo y el cementerio del Luis Herrera, ambos en un estado verdaderamente
deplorable y en total abandono. La entrada del cementerio del Luis Herrera nos
da una leve imagen de lo que vamos a encontrar adentro, la valla deteriorada,
los portones en mal estado, la maleza tapa las tumbas y aparentemente no hay
nadie del gobierno al que le interese esta situación.
La
mala planificación de los indolentes gerentes de la alcaldía ha llevado en el
transcurso de los años al deterioro de este campo santo. Ver la vergüenza de
cementerio donde reposan los restos de nuestros familiares da pena ajena, las
paredes del mismo tiene huecos por todos lados y no sabemos si lo hicieron los
de la alcaldía o los delincuentes para entrar a cometer sus fechorías, lo que
si es cierto es que por la entrada principal no puedes llegar hasta el último
difunto, tienes que utilizar estas aberturas improvisadas para lograr cumplir
con el cristiano deber de sepultar a tu ser querido. Recuerdo que cuando uno
iba al cementerio los deudos alrededor lloraban un rato, se despedían y rezaban
mientras el cuerpo iba descendiendo a su última morada, ahora no, porque al
entrar lo que ves es una laguna llena de agua, barro y monte parejo por todos
lados y la pregunta es ¿Qué hace la gente ante esta situación? Solo los familiares
cercanos están cerca del difunto, los amigos medio retirados para no pisar el
barro o que los pique algún animal extraño en el monte, los sepultureros
enterrar lo más rápido posible y los deudos ya ni lloran pendientes que los
delincuentes aparezcan y conviertan un acto de dolor en más dolor, aparte que
las tumbas no tienen la separación necesaria ni siquiera para que las personas
caminen a visitar algún familiar que fue enterrado hace algún tiempo.
Es
increíble como las personas caminan por encima de las tumbas porque no hay por
dónde hacerlo e incluso hay alguna con la tapa dañada totalmente y se ve la
plancha de zinc, yo quiero creer que esta vacío, otras tienen huecos porque
fueron mal hechas y el agua entra a las tumbas, aquí ya no estamos hablando de
mala gerencia, aquí estamos hablando de un problema de salud pública, de
higiene, de las enfermedades que se pueden causar por la insalubridad. En pocas
palabras el cementerio es una humillación a los apureños y demuestra que a los
gerentes de la alcaldía no les importa en lo más mínimo el bienestar del
pueblo. Cuando vemos y vivimos esta vergüenza de cementerio me llegan algunas
preguntas ¿Sera que los gerentes de la alcaldía no pierden un ser querido?
¿Sera que compraron parcelas en cementerios privados fuera de apure? ¿Sera que
son tan indolentes que no acompañan a sus amigos a enterrar a sus difuntos y
tienen años que no visitan el cementerio? Son solo preguntas que me hago y no
encuentro respuestas.
Siempre
se habla del famoso gobierno de calle y que son un solo gobierno y parece que
es tan difícil hablar con elecentro para que coloque la iluminación, la
dirección de servicios públicos una vez al mes lo desmalece y lo limpie en toda
su extensión, colocar unas puertas decentes en los huecos que abrieron en las
paredes, hacer las caminerias, rellenar la laguna donde entierran a los
difuntos, es como si en esa alcaldía no existieran planificadores e ingenieros
que se encarguen de esto, pareciera que
es mucho trabajo, o no, en mi pueblo se le llama ineptitud.
Lo
que si es cierto es que para hacer campaña y buscar votos si son buenos.
Estando en el cementerio veía un entierro desde lejos y se escuchaba una música
muy alta, fui a ver que era y mi mayor sorpresa fue ver mucha gente vestida de
rojo muy alegre, me imagino que era por las elecciones del psuv que eran al día
siguiente, mi indignación ante tal falta de respeto fue muy grande y todavía no
entiendo como hay gente que se desvive por estos politiqueros y malos gerentes
viendo el desastre en que se encuentra nuestro Estado. No entiendo cómo pueden
pedir votos como si aquí no estuviera pasando nada y solo estoy hablando del
cementerio, hay que ser bien cínico y bien sinvergüenza para hacerlo. La
pregunta de las diez mil lochas ¿Dónde estará la alcaldesa? ¿Dónde estarán los
concejales? Alguien en tono jocoso me dijo: Andan vendiendo cemento a lo que
respondí: esto es un desastre de gobierno porque yo no los elegí para que
fueran comerciantes, los elegí para gobernar y que nos dieran una mejor calidad
de vida, ahora un gobernante con vergüenza ante tal desastre y desidia
renunciaría, pero los nuestros no van a renunciar. El cementerio municipal es
una vergüenza para los apureños.