gobernador
José Vielma Mora informó este domingo que “producto del coletazo del huracán
Matthew, que causó precipitaciones de 72
horas continuas en la zona norte de alta montaña del Táchira, se produjeron 27
derrumbes y 80 viviendas con pequeñas y medianas afectaciones”.
En
rueda de prensa desde la sede de Protección Civil, junto con el director de
este organismo, Yesnardo Canal, Vielma Mora indicó que: “Estamos alerta ante
las precipitaciones”, y dio detalles sobre las afectaciones que se han generado
en la zona de alta montaña, específicamente en la troncal 7 y la local 3, las
cuales han sido fuertemente afectadas por las lluvias caídas durante las
últimas horas en la entidad.
Precisó
que, a través de los diversos organismos, la Comisión de Asistencia Inmediata y
Seguimiento de Emergencia (Caise) movilizó maquinaria pesada para efectuar
trabajos de remoción de lodo y escombros en las vías afectadas por las
precipitaciones en la entidad.
“Tenemos
activados en varios puntos del Táchira equipos del Caise para prevenir y
atender situaciones presentadas por las últimas lluvias, específicamente en los
municipios Seboruco, José María Vargas y Jáuregui”, aseveró. Explicó
que, además, “se están evaluando las bases de los diferentes puentes en las
zonas vulnerables. También hay equipos chequeando zonas afectadas en las áreas
cultivadas de la alta montaña”.
Según
indicó el mandatario regional, en horas de la mañana de este domingo recibió el
apoyo por parte del ministro del
Interior Justicia y Paz, Néstor Reverol, quién sumó los entes nacionales para
activar el plan de trabajo y atender la situación en el estado.
Refirió
el gobernador que los alcaldes de los municipios afectados se sumaron a
trabajar de manera conjunta con el Caise y el Ministerio de Tránsito Terrestre
y Obras Públicas, en la recuperación de la vialidad y atención a las familias
afectadas.
Destacó
la atención que también se presta a la zona sur, donde un equipo de PC- Táchira
monitorea la zona por crecimientos de ríos y derrumbes en la troncal 5.
El
Instituto de Vialidad del Táchira (IVT), Corpointa, PC Tachira y entes
ejecutores se sumaron al trabajo de monitoreo, activación de maquinarias y
recurso humano, para atender eventualidades que se presenten en cualquier zona.
Más
temprano, este domingo, en cadena nacional de radio y televisión, el ministro
de Interior, Justicia y Paz, Néstor Reverol, precisó que pese a la salida del
huracán Matthew del sistema de las costas venezolanas, sus coletazos dejaron
varias afectaciones en varios municipios del Táchira.
De
Seboruco a La Grita, un lodazal
(Seboruco).- Una docena de montones de tierra
arcillosa se deslizaron sobre la carretera Seboruco – La Grita, el sábado, al
final de la tarde, haciéndola intransitable. “¡No hay paso!”, gritaban
moradores a los vehículos que en vano intentaban avanzar entre charcos por la
llamada local 03, un tramo de 10 kilómetros convertido en 10 kilómetros de
lodazal.
A
los pies de la carretera de dos canales, poblada en casi toda su extensión, los
vecinos miraban impactados un marrón río Grita que aturdía como el motor de un
avión. “Yo no lo había visto así de bravo”, espetó una mujer trigueña con pijama
que, de sopetón, evocó cuando en mayo de 2011 la furia de esa misma cuenca se
“comió” unos 200 metros de asfalto.
En
El Hatico, La Colorada, La Laja y El Azul, comunidades intermedias entre
Seboruco y La Grita, prácticamente nadie durmió de sábado para domingo.
Primero, por miedo. Por esa vía aún quedan ruinas de viviendas y piedras
gigantes; museo al aire libre de anteriores emergencias. Y segundo, porque
durante toda la noche hubo trabajos y gente en cola.
Luego
de la puesta de sol del sábado, arribó a Seboruco una retroexcavadora que dio
esperanza a los usuarios de la vía. Estos se contaban por decenas, varados en
la plaza Bolívar del pueblo de 10.000 habitantes, a la sombra de la única
iglesia de tres torres del estado. Los más previsivos coparon en un santiamén
la capacidad de las dos principales posadas, aunque una no tuviera agua y la
otra se quedara sin electricidad; otros llamaron a amigos y conocidos a pedir
refugio; los que no, amanecieron en la calle oyendo música, echando cuentos y
esperando noticias.
Una
matrona compartió cobijas con un grupo que se apiñó entre cestas en la tolva de
un camión 350. Había familias enteras, o personas solas como Gonzalo Rojas, un
agricultor que quedó del lado de Seboruco con una camioneta Tritón cargada de
verduras, mientras su hermano lo esperaba en La Grita para seguir hacia
Bailadores, en Mérida, donde viven y trabajan. “A otra Tritón como esta que
intentó pasar (por la carretera), el agua le llegó a los vidrios de las
puertas. Otros que ayudaron empujando motos, más bien se cayeron entre el
barro”, relató el hombre antes de la medianoche.
En
la zona cero de los derrumbes, maquinaria de la Gobernación del Táchira laboró
sin pausa para devolver la movilidad, lo que fue posible bien entrada la
madrugada. A primera hora del domingo, mientras muchos seboruquenses asistían a
misa de 7:00, en El Hatico vecinos intentaban despojar de barro los frentes de
sus casas. “No dormimos”, decían.
El
desplazamiento restituido por la local 03 dejaba ver no solo ojeras en los
residentes sino, a sus espaldas, unas montañas heridas por el arma de la
lluvia: piedras, montones de tierra a las orillas y matas de plátano caídas,
incluso hasta el sector de La Quinta, justo donde la ciencia halló los fósiles
de los únicos dinosaurios descritos en el norte de Suramérica. El río Grita,
más calmado, ya sonaba cual motor de motocicleta.
Durante
medio día La Grita estuvo incomunicada por sus dos principales accesos; las
rutas del páramo y la Panamericana. Una consecuencia directa es que el domingo,
que también fue de copiosas lluvias vespertinas, se alargaron las colas de
siempre para surtir gasolina.
En
la triple intersección de La Quinta, que marca la entrada a La Grita, tres
conos naranja anunciaban que la troncal 007, en el tramo entre los municipios
Jáuregui y José María Vargas, amaneció el domingo sin acceso vehicular,
mientras otros equipos laboraban en el despeje de esa carretera. Porque en las
comunidades de Santa Ana y Angostura, los coletazos del huracán Matthew también
convirtieron esa vía en otro lodazal.
Leidy
Zafra