Prensa. Senderos
de Apure.net.
Especial. Luis
Leonardo Gómez. Guacara. Carabobo.
El
fiero tañío de un coplero del llano es voz de regias alegorías que viene a
imponer un orden y la copla es puente acústico que conduce hacia ese orden. Es
la mata de palma que como línea vertical se clava en la llanura. Ancla tirada
al cielo. Es un señor dueño original
que, viril, se planta sobre sus dominios y en las aguas sobre las que va
embarcado el Hombre es canalete intrépido que se hunde para sondear y dar
empuje. Contemplemos la música llanera, su Mística, que es su propia
substancia, aceptemos esto como un desafío de Espíritu a Espíritu y escuchemos
que plañíos se nos arrancan de lo más hondo y lejano. Con amor veraz y no falso
conozcamos de su Gracia, su Bravura y su Aflicción.
Si,
su Gracia, en el sentido Espiritual del vocablo, porque nos contacta con lo
Tradicional Primordial y con lo divino; si, su
Bravura, porque no en vano el tipo de hombre armónicamente relatado
presenta rostro noble y aguerrido; y si, su Aflicción, porque sin ser triste
queja por la venas del llanero corre sangre en que bulle y brilla un lenguaje
que participa de la nostalgia por lo pasado ancestral. ¿Qué es pues esta música
llanera en tanto que mística? ¿Qué mención especial merece de entre otras
representaciones musicales? Son estas consultas a partir de las cuales correrá
esta intuición retrograda, realenga y patriota, reminiscente, reintegradora y
angular.
Música
llanera es principalmente Mística y decir esto es referirse a lo que presta su
signo substancial, su raíz. Variados y particulares son los elementos
constitutivos externos de este arte de esteros; elementos formales, de estilo,
de ética y estética y hasta elementos geográficos, históricos y económicos.
Partes de un conjunto folklórico y cultural pero que de alguna forma son más
bien condición de la métrica y por sobre
esta debe ir un jinete enseñoreado que conduzca y de orientación, ese jinete es
la Mística, hacia la que estratégicamente nos importa dirigir nuestra mirada,
una mirada hacia atrás y hacia lo profundo, que nos pone por decreto de la
canción a comulgar con lo nacional, en vínculo con lo patrio trascendente, en
compañía de sus símbolos y energías. Mucho o poco se puede haber hablado sobre
este asunto de cardinal valor.
No
será aquí la cantidad lo que prevalezca, sino la veracidad, que es calidad. La
verdad no lo es a fuer de repetida o novedosa, sino que es su relación con la
substancia y con el origen lo que da a la verdad su condición. Por corrientes
de caños y ríos va el afuera del hombre, su grosero trajinar diario, pero lo
que el anzuelo lirico saca de los húmedos raiceros es el Agua, posibilidad
pura, Agua es Generación, entonces eso es llano.
La música hecha Pasaje puede hacernos
traducible el vuelo y la estancia contemplativa de la garza pero para extraer
de la arena su tetramorfa huella de ave zancuda es preciso atender a la secreta
invitación que nos hace la melodía, a escucharla con los oídos del mito. Es el
clangoreo de la soisola. Que todo esto y más todavía componen la Música Llanera
me ha sido dado a comprender. Comprensión alterada, Estado Allanado de
Conciencia. Hay Secreto, entonces hay llano. La música la completa el Hombre
que como expresión del espíritu se yergue sobre este paisaje mistérico.
Tierra
y animales, trillo visible de la Historia, motivos externos del llano, pero la
música oculta viene a ser el Señorío y la Acción Voluntariosa del gentil
llanero que cual botalón, hincado soberano, Domina con Austeridad y Vigor sobre
estos orígenes. Pisadas negras que luchan contra el vaivén erosivo de la playa,
entonaciones, hijas de una Ley Eterna que de lo alto cayeron y formaron un
banco de canciones. Música llanera es Sangre, es Raza, es himno que narra el
cultivo de virtudes sin tiempo y sin espacio. Corral y cerco; símbolos
infinitos de protección que el llanero construye con faenas arcaicas. Bendito
sea el Hombre Viril y la Mujer Genuina que nació de esta composición, de esta clave
estratégica.
En
el llano se goza con instrumentos en
parrandas Gentiles. Arpa es lanza, arco de flechas; el cuatro es escudo y
heráldica de pueblo cordial; las maracas en controlada agitación son fuego,
masa y artesanía multiforme. Llanero es audacia, herencia insospechada de
rebeldía Cainita que con Voluntad, rara signa, acciona sobre la tierra: reflejo
agrícola y ganadero. Llanera es la mujer que genera y continúa este legado en
lo domestico y lo social. Los instrumentos son la contraparte física de signos
metafísicos. Madera perenne por donde suenan y manan voces de los vestigios
últimos y todavía sanos de razas distintas y distantes pero no extrañas ni
lejanas.
Por
una parte es el conífero Cedro familia del Tejo, pero por otra parte es madera
de otro árbol, fluvial y nacional: un árbol cuya altura alcanza grandiosa copa
azul en el Mar Caribe, abre portentoso ramaje en el Delta, y todo el Orinoco es
tronco, hundiendo sus raíces por el Arauca, el Meta, el Casanare, el Vichada y
más profundo todavía. En una edad pasada se confundieron las lenguas pero no se
enmudeció el canto. Hoy debemos cantar al canto, hacer laudato a la música del
llano. Se combinaron una como alegre exaltación de metafísica Ibérica y más
remota aun, junto con la nostalgia solar de una América que es antes, que es
Ande y es Inca.
Véase
pues este fruto, este cruce; dos vértices un tanto mellados pero agudos aun
cara a cara, arista con arista, flecha y espada. Sáquense pues los peces del
agua, con nailon y anzuelo o con atarraya. Apréndase como hacer los nudos y que
luego se baile el joropo si se quiere bailar. Ser relancino es ley. Sobre todo
que se escuche el mensaje, no en vano es la cuerda quien más habla. La cuerda
es Numen, es Madre y es vena sangrante como con belleza ya lo dijo el gran aeda
del llano Venezolano. Que la música llanera sirva pues para recordar, siempre
recordar.
El
lucero de la mañana guía, hay Luz, hay Sabiduría y eso es llano. Memoria del
pueblo. El gavilán que se hizo símbolo lirico solar, cual águila o cóndor, eso
es llano. El reto, El contrapunteo y la porfía son resonancia de aquellos días
de trova provenzal, el pasaje es pariente de poesías vikingas. Participa de
cierta irracionalidad. Los Varones de verdad son sencillos, serios y humildes
pero fuertes en su palabra que es documento. Todo esto y más todavía es el Gens
llanero y lleva filoso cuchillo al cinto
y venera la cresta fecunda y la espuela vehemente del gallo, y con valor se
enfrenta a dominar poderosas bestias de tauro. Gallardía es virtud y no cobardía.
Este documento nada quita y nada agrega al recio joropo, sino que lo venera,
quitándole la máscara y la costra cultural.
Bello
es el ritmo, bella la región, pero no se trata de extensión geográfica, trata
si del sello incrustado en el alma de las comarcas. “Sigillum Veri”, sello de
la verdad. Llanero es el patriota sereno y belicoso que da su vida por defender
la porción de tierra que le fue asignada en esta existencia porque es su fundo,
su plaza y tiene Honor. Música llanera es flora y es fauna pero implica una más
honda relación con las especies. Es ontología cerrera, ligazón sin veneno, para
transitar el duro acaso de los seres vivos por el signo del dolor. Llanera es
la mano que empuñó las armas, si bien la dirección del lanzazo le era confusa y
el objetivo no lo distinguía claramente.
Llanero
es el juicio violento que condenó y condena la vida de talante burgués,
materialista y superfluo, dispuesto a inmolarse, aunque no vea en el impuesto
enemigo al amado contrario. Esto se puede llamar Independencia para la Historia
pero entiéndase como Autarquía para las gestas íntimas. Los Bravos batallaron
porque los agentes ocultos de la subversión supieron aprovechar su razón
rupestre y su pasión noble que se llama Voluntad, un exotismo en el mundo moderno.
Así está arreglada lo que con alivio ahora llamamos música llanera, certera y
que manifiesta la Mística.
Llanero
es el árbol si tienes esa copa y esa raíz y si rezuma libertad, también lo es
el caminante si va por esa vía. ¡Que suene la música llanera por todos los
callejones del laberinto, como Hilo de Ariadna
para que las gentes no se pierdan! El rasgo propio del gentilicio es el
compromiso, sea ciego o preclaro. ¡Gentilicio reorientado! ¡Ética sin lúdica! tipología
del llanero que todo lo ve como una Tarea.
El
Mito tiene un protocolo distinto para cada pueblo y época, el rito puede ser
Frio, de hielo, que congela. ¡Pero la Aridez del llano seca! y en buenos
montones se quema bien el gamelote de las vanidades. El mito anda a caballo, lo
ecuestre como símbolo por excelencia, para marchar, para transitar por las
oscuras carreteras de lo desconocido. Caballo de espinazo errante y en sus
ojos brillo consolador de luna.
Se
narra en el llano el oficio de la casta de los señores del caballo, que saben
bien domar y montar ¿acaso no se ve aquí el dominio del hombre sobre sí mismo,
de lo superior sobre lo ínfero? Caballo de la canta criolla, algunos
deshonestos han querido tapar tu carácter de potro cerril, de salvaje galope,
para mostrarte como puro palafrén, ¡ay Caballito! de cuando en cuando, con tus
finas patas incansables suéltales potente coz a los necios y sacúdete
violentamente la montura de su necedad que ellos llaman racionalismo.
Los
que no conocen de pactos, desarraigados sin remedio, intoxicados por la
serpiente mundialista, envenenados por el alacrán moderno del progreso y lo
profano, cínicos y sensualistas no podrán nunca bregar con esta intuición. Solo
el plasma equino podría curarlos. Música llanera es agreste castellano, idioma
rico en contenidos y significados; señero, reto, relancino, contrario,
cimarronera, barajuste, matrero, mostrenco, orejano, cabrestero, leyenda,
puñal, machete terciao, cerca, hato, propiedad, entre otros del léxico veguero
(habitante de la vega): peligrosa filología de lo eterno rebelde. Significados
dormidos en el hombre, las más de las veces
amputados por completo de la conciencia por la Cultura oficial pero que
deben ser constantemente despertados y despabilados.
Sirva
para esto pues esta acción inductiva, introspectiva
que como arpón debe atravesar la alienación, lo transgénico, la usura, el
interés compuesto, la deshumanización, la corrupción, la degradación de lo
viril, el olvido. Maliciosos debemos ser para rasgar el engaño y la confusión
internacional. Un rayo que aturda y ciegue en la inmensa sabana, que
furiosamente fulmine toda esa semiótica satánica propalada por los medios a
través de series, telenovelas, periódicos, películas vacías y música depravada
que con lenguajes soporíferos lentamente corroen y borran los nexos
Espirituales y Divinos del Hombre. Sirva esto pues para alentar a recuperar por
anamnesis una saludable cosmovisión Individual y Nacional Venezolana. Qué todo
esto y más compone la Música Llanera me ha sido dado en comprender.
Luis Leonardo
Gómez Esguerra
Abogado,
escritor
(O412) 777 26 37
Leoesguerra@outlook.es