Crónica.
ALJER. Alto Apure.
La historia de nuestro pueblo debe ser
considerada y valorada como un patrimonio socio-cultural perenne. A la par,
tiene que ser comunicada, contada, escrita y reescrita las veces que sea
necesario, de forma tal; que las presentes y nuevas generaciones de
guasdualitenses conozcan con transparencia y fidelidad lo vivido por nuestros
antepasados, y así se comprenda el proceso evolutivo de lo que fuimos, somos y
seremos en un futuro cercano.
Resulta inconcebible que, siendo
Guasdualito una fuente abundante para la materialización de la escritura
histórico-cultural-social, sean contadas las publicaciones referentes a su
pasado distante, reciente e inmediato.
En esto se reconoce el esfuerzo del
profesor Exer Fulco, guasdualiteño de mente inquieta y alma telúrica, que
movido por el apego a su tierra logró tangibilizar a tiempo una serie de
publicaciones que resultan fuente valiosa para el andamiaje histórico local.
Igual reconocimiento al profesor e historiador Oldman Botello, quien a través
de su importante obra “Guasdualito Navegación por su Historia”, almacena y
condensa con detalles explicativos y escritura exegética la documentación más
fidedigna realizada sobre el origen y la evolución de nuestro pueblo; sin dejar
a un lado el meritorio y valioso aporte de Luis Felipe Martínez Veloz, a través
de su ventana reláfica Guasdualito en la Historia.
La ciencia histórica como elemento
social es una estructura dinámica de conocimiento que se construye día a día en
forma sustancial. Por ello, es imperativo que sea tomada en cuenta como
estrategia y enfoque de desarrollo para los pueblos. De aquí la importancia de
lo señalado por Marco Tulio Cicerón (106-43 AC): “La historia es el testigo de
los tiempos, la luz de la verdad, la vida de la memoria, la escuela de la
vida”. Nada más cierto que esta afirmación del jurista, escritor y orador
romano, apreciada especialmente por los interesados en conocer de cerca los
sucesos que han marcado épocas y sociedades.
Por tanto, las nuevas visiones
gerenciales venideras del municipio y distrito, deben entonces de enfocarse
hacia el rescate histórico, cultural y social de Periquera, y demás pueblos
alto apureños, brindando el apoyo necesario para el avivamiento de la identidad
y pertenencia, valores estos de suma importancia en los actuales y postreros
tiempos.
Personaje, “Antonio Nicolas Briceño”.
Antonio Nicolás Briceño. Nacido el 29 de
abril de 1782 y muerto el 15 de junio de 1813. Fue un ilustre independista de
naturaleza de acero, hombre de leyes y coronel del glorioso ejercito
emancipador, conocido con el remoquete de “El Diablo” por interpretar en sus
años imberbes al jefe de las tinieblas en una obra teatral en su terruño natal
Mendoza Fría, en la hacienda La Concepción, a pocos kilómetros de la población
Valera, ciudad del estado Trujillo.
Firmante del Acta del 5 de Julio. Al
iniciar la guerra de independencia toma parte activa en ella, alistándose en
las filas republicanas. Su moralidad, nivel de intelectualidad, capacidad y
sagacidad lo llevan a ser hombre de primera confianza del generalísimo
Francisco de Miranda. Se destaca de inmediato por su determinación a favor de
la causa libertaria. La inestabilidad política y social, falta de apoyo
popular, división de facciones (federalistas y unitarios), y como agregante el
Terremoto de 1812, propiciaría la caída de la primera república en el mismo
año. Ante este suceso el insigne Briceño parte al destierro junto a otros
patriotas. Llega a Curazao y de allí pasa a la Nueva Granada. En 1813 elabora
un plan de acción en Cartagena (Colombia) considerado este documento como
antesala del Decreto De Guerra a Muerte.
Poliglota (estudioso de varios idiomas)
además de español dominaba a la perfección el latín, árabe, griego, francés,
inglés, italiano, alemán, ruso, finés y sueco. Su fervorosidad patriótica lo
lleva a participar en las conjuraciones de Los Mantuanos (1808) y en la de Gual
y España (1810) causándole persecuciones, cárcel y mazmorra, sin embargo; esto
no sería obstáculo para que se integrara a las luchas y actividades posteriores
al 19 de abril de 1810, como sus arriesgados y odisaicos viajes entre Mérida y
Trujillo para promover la conciencia republicana.
En 1811 resulta electo al Congreso
Constituyente por Mérida. El 5 de julio de 1811, es nombrado secretario
interino del Congreso y el 21 de marzo de 1812 es elegido miembro suplente del
Ejecutivo Federal. Un año más tarde, en 1813, fue promotor del Decreto de
Guerra Muerte contra los españoles. En mayo de este año emprende una
determinada avanzada hacia Guasdualito con el propósito de reunirse en Barinas
con unos parientes patriotas, siendo traicionados él y quienes le acompañaban
por infiltrados anti patriotas.
En las montañas de San Camilo (Alto
Apure), Briceño fue medrosamente vencido por los realistas el 15 de mayo de
1813, cayendo preso junto con 12 de sus oficiales. “El Diablo", quien
tenía el grado de coronel, fue sometido a un juicio militar en Barinas, donde
murió fusilado el 15 de junio del año en mención, el mismo día en que el
Libertador Simón Bolívar dictaba en Trujillo el Decreto de Guerra a Muerte. En
honor a su arrojo libertario Briceño fue ascendido por orden expresa del
Libertador al grado de general post mortem.
Referente al suceso Botello, O.
(1998:46) refiere:
“El 15 de mayo de 1813 a la salida de la
montaña de San Camilo, en camino a Guasdualito procedente de San Cristóbal, el
doctor y coronel Antonio Nicolás Briceño (a) El Diablo, sostiene un cruento
combate contra el realista canario José Yánez (Ñañez le decían los llaneros)
quien logra vencerlo. Briceño es capturado, trasladado a Barinas y le aplicaron
la guerra a muerte que ya él había puesto en práctica fusilando españoles. Fue
ejecutado en esa ciudad. En la refriega de esa ciudad lograron escapar Jacinto
Lara, Teodoro Figueredo y otras patriotas.
Pero Briceño fue vengado el 2 de febrero
de 1814 cuando Yánez pelea en Ospino contra Rafael Urdaneta y Manuel Gorgoza y
es derrotado el canario, caracterizado por su criminalidad en la guerra. La
gente al contemplarlo deciden despedazarlo y sus cuartos repartirlos así: a
Barinas, la cabeza, un brazo a Guanare y una pierna a Guasdualito, donde
permaneció para escarnio de los realistas. Guasdualito asistió horrorizada a la
escena de la pierna colgando, deshecha, en un palo en una equina de la plaza.
Gajes de la guerra” (Sic).
Antes de morir expresó: “Tengo 31 años,
soy Abogado, pero en el día soy Coronel por el Gobierno Soberano de Cartagena;
nací en el pueblo de Mendoza, Jurisdicción de Trujillo, Venezuela”. “Que me
fusilen pronto para no sufrir por más tiempo la pena de ver a los tiranos que
oprimen mi Patria”. Su última carta a su joven esposa Dolores Jerez de
Aristiguieta (familiar de Bolívar) se transcribe textualmente:
“Mí idolatrada Lola: Casi al borde de la
tumba te escribo estas líneas. Víctima de accidentes inesperados fui hecho
prisionero y me encuentro en capilla de morir. Debí estar siempre a tu lado,
gozando de las caricias de una vida apacible y reposada. Tú eres inteligente
para no creerlo así. La Patria era esclava y en la noche de la esclavitud no
hay paz, no hay honra, no hay amor, no hay vida. Perdóname si te he hecho
infeliz. Moriré orgulloso de mi conducta, sereno y altivo, anonadando a mis
verdugos con el más insultante menosprecio. En cuanto a ti, perdóname. Quedas
pobre y en tierra extraña, pero nada puedo hacer en tu favor. Consuélate en tan
grande infortunio. Educa a nuestra adorable Ignacita”.
Como información adicional: El árbol
donde fue colgada la pierna del bárbaro y sanguinario realista Yánez (asesino
del valeroso coronel y doctor Briceño), según testimonios orales de personas ya
desaparecidas como Genaro Labanchi, Crescencio Pérez, Ramón Araujo y Filadelfio
Briceño, era un frondoso samán ubicado en la diagonal izquierda de lo que hoy
día es sede del gobierno regional, allí estaría por un buen tiempo disecándose
y sirviendo de alimento a las hormigas bachacas durante un par de inviernos.
Digno prócer Antonio Nicolás Briceño, un poco olvidado por los nuevos
historiadores y actores sociales; su honra y gesta meritoria transcienden
lapsos y sucesos.
ALJER.