Prensa.
eltiempo.com
Mocoa es un pueblo desolado, pues la
avalancha provocada por los desbordamientos de tres ríos no solo se llevó más
de 200 vidas sino que dejó a esta capital, de unos 65.000 habitantes, sumida en
una gran crisis humanitaria, sin luz, ni agua, ni gas, ni teléfonos fijos, ni
gasolina.
Aunque al final de la tarde del sábado
para sus poblares era claro que la prioridad de los organismos de socorro era
el rescate y la atención de las víctimas, también clamaban porque ya se sentían
las consecuencias de la destrucción de la infraestructura local.
“Hay mucha desolación, es un clima de
caos, de crisis. No hay alimentos. La galería fue arrasada y las pocas tiendas,
los pocos supermercados que no resultaron afectados no abrieron, el comercio
está cerrado, no hay casi comida, la gente deambula con la poca ropa que le
quedó, todavía embarrada”, narró el periodista Élver Monje.
Contó que tras la avalancha hubo
intentos de saqueos en algunos supermercados, lo que hizo que los dueños
cerraran y decidieran vender, en algunos sitios, solo a los vecinos a puerta
cerrada.
“Pudimos almorzar gracias a que teníamos
un cilindro de gas y con ese pudimos cocinar para toda la familia”, cuenta
Monje. “Nosotros tomamos agua de lluvia que recogimos y que compartimos con los
vecinos”, relató Clara Inés, otra pobladora.
Hay demasiados postes y cables en el
suelo, creemos que para que vuelva la energía se va a demorar mucho, porque se
ve que las redes sufrieron muchos daños. El periodista dice que lo más grave es
la falta de servicios públicos. La avalancha afectó las bocatomas de los tres
acueductos del municipio, incluido uno privado, y la subestación de energía.
“Hay demasiados postes y cables en el
suelo, creemos que para que vuelva la energía se va a demorar mucho, porque se
ve que las redes sufrieron muchos daños”, afirma el periodista, que vive en el
barrio El Progreso, cerca del lugar de la tragedia. El único medio de contacto exterior que
tenían eran los celulares, que cargaban con baterías de los vehículos.
Huyendo de la ciudad
La situación era tan crítica que algunos
habitantes empacaron ropa y, como las empresas de transporte intermunicipal
suspendieron sus despachos porque el improvisado terminal fue arrasado,
salieron en motos a poblaciones vecinas, como Villagarzón y Puerto Asís. Otros
se mudaron a donde familiares y conocidos que viven en los barrios de las
partes altas de la capital para pasar la noche. La rectora del Instituto
Tecnológico de Putumayo, Marisol González, clamaba por ayuda.
“No hay ni una gota de agua potable,
necesitamos agua, es lo urgente. Y víveres, no hay nada. Hemos organizado un
grupo humanitario, habilitamos aulas y el coliseo del Instituto como albergues.
Tenemos unas mil personas damnificadas”, expresó González. Ella y los docentes
se esforzaban en conocer la suerte de sus estudiantes y expuso que muchos
muchachos son de otros municipios.
“Tenemos estudiantes de los que no
sabemos. Hay niños sin familias en Mocoa. Estamos apoyando humanitariamente
pero también desde el punto de vista institucional. Una primera tarea es evacuar
a los que no son de Mocoa, que regresen a sus municipios porque la situación
aquí es bien difícil”, dijo la rectora.
No hay ni una gota de agua potable,
necesitamos agua, es lo urgente. Y víveres, no hay nada. Hemos organizado un
grupo humanitario, habilitamos aulas y el coliseo del Instituto como albergues.
En la noche del sábado, los habitantes pasaron en vigilia con velas y estaban
pendientes de cualquier alerta, pues todavía había riesgo de una nueva
emergencia si volvía a llover, ya las quebradas tenían muchos sedimentos, que
podrían generar un nuevo represamiento.
Las peores avalanchas en la historia del
país
Armero (Tolima)
El 13 de noviembre de 1985, una erupción
del volcán nevado del Ruiz produjo una avalancha de agua, en Armero. Sepultó a
unas 25.000 personas y arrasó con 4.200 viviendas.
Salgar (Antioquia)
El desbordamiento de la quebrada
Liboriana, el 18 de mayo del 2015, dejó 104 víctimas: 97 muertos y siete
desaparecidos. Así como 1.411 damnificados y 66 casas destruidas.
Girón (Santander)
El desbordamiento del río Oro, en el
municipio de Girón, dejó un saldo de 32 muertos, 12 desaparecidos, 4.991 casas
destruidas y cerca de 51.000 afectados, el 12 de febrero del 2005.
Belalcázar (Cauca)
En la avalancha del río Páez, que
ocurrió el 6 de junio de 1994, las autoridades indígenas reportaron unos 1.300
muertos, aunque la Fiscalía contabilizó unos 500.
Mario Baos
Enviado Especial de EL TIEMPO
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