Prensa. elestimulo.com
Los
conceptos causan cierta antipatía o rechazo. No obstante, son necesarios para
entender procesos políticos y sociales tan complejos como irresolutos. ¿Qué es
un Estado fallido o Estado frágil? Indicadores, como el alto índice de
homicidios, inseguridad alimentaria y médica, expoliación por parte de grupos
armados, entre otros, denotan que Venezuela está a punto de colapsar.
Escasean
los alimentos y medicinas. La inflación anual superó 500%, según cálculos
extraoficiales. Crece la mortalidad infantil y materna. El Ministerio Público
admite que se registraron 21.752 mil homicidios para una tasa récord de 70,1
por cada 100 mil habitantes. Barrios de la capital son controlados por bandas
armadas. Y, ahora, la calle es el escenario de una batalla campal entre manifestantes
y cuerpos represivos. ¿Cómo se llama la obra? República Bolivariana de
Venezuela. Dolorosa respuesta. La magnitud de esta tragedia abre la discusión
sobre si es posible catalogar al venezolano como un “Estado fallido”.
Sin
embargo, antes de calificar al país, los expertos consultados destacan la
complejidad que entraña precisar el alcance del término. “Obviamente, habría
que partir de una definición, y el problema es que no hay acuerdo entre los
estudiosos del tema”, subraya el consultor del International Crisis Group, Phil
Gunson, quien señala que la etiqueta de “fallido” suele colocarse sobre aquel
Estado cuyo gobierno “está colapsado o incapacitado para cumplir con las
funciones que justifican su existencia; por ejemplo, no garantiza la seguridad física
ni alimentaria; no controla su territorio, no logra cobrar impuestos, no existe
Estado de Derecho, etcétera”.
scasean
los alimentos y medicinas. La inflación anual superó 500%, según cálculos
extraoficiales. Crece la mortalidad infantil y materna. El Ministerio Público
admite que se registraron 21.752 mil homicidios para una tasa récord de 70,1
por cada 100 mil habitantes. Barrios de la capital son controlados por bandas
armadas. Y, ahora, la calle es el escenario de una batalla campal entre manifestantes
y cuerpos represivos. ¿Cómo se llama la obra? República Bolivariana de
Venezuela. Dolorosa respuesta. La magnitud de esta tragedia abre la discusión
sobre si es posible catalogar al venezolano como un “Estado fallido”.
Sin
embargo, antes de calificar al país, los expertos consultados destacan la
complejidad que entraña precisar el alcance del término. “Obviamente, habría
que partir de una definición, y el problema es que no hay acuerdo entre los
estudiosos del tema”, subraya el consultor del International Crisis Group, Phil
Gunson, quien señala que la etiqueta de “fallido” suele colocarse sobre aquel
Estado cuyo gobierno “está colapsado o incapacitado para cumplir con las
funciones que justifican su existencia; por ejemplo, no garantiza la seguridad física
ni alimentaria; no controla su territorio, no logra cobrar impuestos, no existe
Estado de Derecho, etcétera”. citaestado3 El profesor Ángel Álvarez aporta otra
visión. “Un Estado fallido es por definición uno en el que un grupo armado del
mismo país, minoritario y generalmente muy violento, tiraniza y expolia al
resto de la población, creando situaciones de sumisión extrema, a veces
esclavitud, y extrayendo de la población todos los recursos necesarios para
mantener su dominio”, resume el politólogo.
Álvarez
explica que “la teoría del Estado fallido comenzó como un concepto típicamente
cualitativo pero ha evolucionado —como es normal en Ciencia Política— a una
escala de medición. Algunos de sus teóricos han descartado el término ‘fallido’
y hablan en la actualidad de ‘Estados frágiles’ y ‘fragilidad estatal’”. ¿Y qué
es, entonces, un Estado frágil? “Un Estado frágil es aquel que acumula rasgos
que le aproximan a la falla o colapso”, completa el catedrático. El Índice de
Estados Frágiles (IEF) 2016, elaborado por la ONG norteamericana The Fund for
Peace, examinó a 178 naciones tomando como referencia “sus niveles de
estabilidad y las presiones que enfrentan”. La evaluación se basa en una serie
de indicadores sociales, económicos, políticos y militares, con el objeto de
determinar cuándo esas “presiones” colocan a los Estados al borde del
precipicio.
citaestado2
La medición arroja doce categorías, desde “muy sustentable” —sitial que
Finlandia ocupa en solitario— hasta “alerta muy alta” —que cierra con Somalia.
Venezuela aún no cae en la zona de “alerta”, pero ya está incluida en la lista
de “amenaza alta” junto a otros 28 países. De ese grupo forman parte dos
latinoamericanos: Colombia —levemente por encima de su vecino— y Guatemala, un
poco por debajo. El IFG identifica a las naciones que en general mejoraron y
empeoraron más entre 2015 y 2016.
La
República Bolivariana aparece en este segundo lote al lado de Siria, Yemen,
Guatemala, Hungría, Camerún, Micronesia, República Checa, Grecia, Sudáfrica y
Papúa Nueva Guinea. Entre los que más progresaron en el último ejercicio
figuran Colombia, Costa de Marfil, Liberia y Kazajistán, entre otros. Venezuela
obtiene su peor nota en tres indicadores: Legitimidad estatal —referida a temas
como corrupción, participación política, eficacia gubernamental y tráfico de
drogas—, Derechos Humanos y la excesiva polarización de las élites. La
dificultad para manejar las tensiones sociales que pueden desembocar en
violencia, el pobre desempeño económico y la incapacidad de proveer servicios
públicos de calidad a la población, son elementos que también repercuten en el
puntaje negativo que arrastra el país.
Sí,
pero no
Apoyándose
en los datos del IFG, Álvarez expone que el Estado venezolano tiene un “alto
nivel de fragilidad y avanza en la pendiente negativa de la falla estatal”. No
obstante, puntualiza que aún no ha descendido a los niveles de caos que pueden
encontrarse en África. Para fustigar al régimen chavista, algunos le acusan de
instaurar un “Estado forajido” en el país. El académico prescinde de ese
marbete por lo siguiente: “la categoría de Estado forajido fue usada en las
relaciones internacionales de Estados Unidos, después del fin de la Guerra Fría
y al comienzo de la guerra contra las drogas y la guerra antiterrorismo durante
la Administración de Ronald Reagan. No es un concepto que usemos mucho en
Ciencia Política. Es más un rótulo de la política internacional norteamericana
que un concepto rigurosamente definido por académicos independientes”.
Y
esclarece: “Lo que sí está claro es que en un Estado fallido o frágil hay un
grupo armado que expolia al resto de la sociedad y se convierte en su
depredador. Estos, dicho de una manera no académica, son forajidos”. Gunson
apunta que si bien Venezuela está mejor que Somalia, la nación peor valorada en
el IFG, existen variables que encienden las alarmas sobre el rumbo que ha
tomado la República Bolivariana. “El Estado no garantiza la seguridad física de
sus ciudadanos, ya que el número de homicidios aumenta desde hace dos décadas sin
que ningún plan del Gobierno detenga la tendencia. El Estado preside sobre una
situación de aguda inseguridad alimentaria, a pesar de poseer millones de
hectáreas de tierra cultivable, monopolizar el suministro de semillas y
agroquímicos, y haber administrado los recursos provenientes del boom petrolero
más sostenido de la historia. El Estado no controla todo su territorio, ya que
hay grandes extensiones del interior y barrios enteros de las ciudades donde
solo entra acompañado de cientos de policías y militares y en plan de
ocupación, y según la propia Fiscal General, no existe Estado de Derecho”.
El
analista observa que “Venezuela tiene las características de un Estado que ha
sido privatizado para beneficio de grupos criminales, que lo han saqueado y
aprovechado, dejando solo la fachada de las instituciones. Por inercia, la
infraestructura y las instituciones conservan cierta funcionalidad, pero de
seguir así podríamos imaginar fácilmente una situación en la que una variedad
de grupos armados, con intereses que combinan lo político con lo meramente
delictivo en diferentes grados, dividan el país entre ellos y manejen sus
territorios con base en la ley del más fuerte.
En
la medida en que la existencia del Estado sirva para dirimir conflictos entre
ellos, o de maximizar sus ganancias, lucharán todavía para salvarlo”. Tratando
de alejarse de los vocablos que salpican el agrio debate político interno,
Gunson sintetiza que el venezolano es un “Estado en vías de fallar”. “Mientras
los militares y los policías sigan cumpliendo las órdenes de su Comandante en
jefe, y no haya fracturas abiertas del lado del Gobierno, habría que concluir
que el Estado venezolano no ha colapsado”, finaliza el investigador.