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Las voces van en ascenso. Personas de
distintos ámbitos del quehacer nacional suscriben un llamado para intentar un
entendimiento serio y de buena fe entre los actores políticos, en donde juegue
un rol predominante el Vaticano. También hacen un llamado para que el
presidente Nicolás Maduro dé un paso adelante y posponga la elección de la
constituyente, a la vez que urgen al
liderazgo político del gobierno y de la oposición y a los distintos factores
que componen uno y otro, así como a toda colectividad representativa que no se
identifique con ninguno de ambos grupos, a que emprendan de inmediato la búsqueda
de un entendimiento.
“Le pedimos a la Santa Sede que de nuevo
nos ayude a construir confianza, a acercar posiciones y a promover acuerdos. Al
mismo tiempo, requerimos la mayor seriedad y buena fe a los actores
fundamentales. Proponemos asimismo que cuatro países amigos, invitados de mutuo
acuerdo, acompañen y apoyen esa mediación. Les pedimos de igual forma que, con
entero respeto a la soberanía venezolana, actúen como garantes y nos ayuden a
verificar que lo acordado se cumpla y nos sigan acompañando hasta la salida de
esta crisis. Para asegurar la eficacia y el éxito de esa mediación y evitar la
repetición de errores anteriores, sugerimos que su funcionamiento sea
claramente definido por reglas formales que resguarden las propuestas en
discusión, y que la vocería única del proceso quede reservada al representante
de la Santa Sede”, plantean en un comunicado.
Colette Capriles, María Gabriela
Colmenares, Paulina Gamus Gallegos,
Egleé González Lobato, Margarita López
Maya, Guillermo Tell Aveledo, Carlos Ayala Corao, José Balza, Ronald
Balza, José María Cadenas, Rafael Cadenas, Andrés Caleca, Andrés Cañizález,
Mireya Lozada, Laureano Márquez, Marco Negrón, Pedro Nikken, Liliana Ortega,
Luisa Pernalete, Rocío San Miguel, Benjamín Scharifker, Mario Villegas,
Vladimir Villegas y José Virtuoso son algunos de los firmantes del documento
presentado al país por el expresidente de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, Pedro Nikken.
La propuesta se sustenta en la convicción de que “la inédita
crisis política, económica y social que padece Venezuela no hará más que
agravarse si el ejercicio de la inteligencia y el patriotismo del liderazgo no
detiene la escalada de la confrontación”.
En consecuencia, plantean que “la crisis debe detenerse antes de que su desenlace
destruya componentes esenciales de la dignidad humana, condenándonos a la
violencia política y social generalizada o a un gobierno opresivo, si no a
ambas cosas”.
A continuación el texto completo de esta
propuesta:
LLAMADO AL ENTENDIMIENTO NACIONAL
La inédita crisis política, económica y
social que padece Venezuela no hará más que agravarse si el ejercicio de la
inteligencia y el patriotismo del liderazgo no detiene la escalada de la
confrontación.
Quienes suscriben no pretenden hacer
valer ni renunciar a sus puntos de vista sobre el proceso político venezolano.
Pero sí llamamos la atención sobre el hecho de que el actual conflicto ocurre
dentro de la mayor crisis social y económica de los últimos cien años de
nuestra historia republicana y que la misma nos encuentra enfrascados en una
lucha implacable que ya ha cobrado decenas de vidas. La agresión por grupos
armados al Capitolio Federal y a los diputados, invitados y periodistas que
celebraban el Día de la Independencia, es un hecho que pone de manifiesto cómo
la violencia política crece en el día a día, en una espiral que gravita
peligrosamente sobre la paz del país. El miedo y el odio amenazan con
arraigarse como sentimientos que infecten por largo tiempo nuestro tejido
social.
Para atacar de raíz la escalada del
conflicto político venezolano es necesario asegurar que el comportamiento de
todos los actores está orientado a asegurar el pleno funcionamiento de las
instituciones democráticas y del Estado de Derecho. Las reglas básicas de la
democracia implican la garantía de que el pueblo se exprese libremente y de que
su voluntad sea respetada, para asegurar de esta forma la estabilidad de
cualquier gobierno y la actuación de quienes se encuentren en la oposición, lo
que requiere de un sistema confiable de solución de las controversias.
Todo esto ocurre en medio de las grandes
dificultades económicas por las que atraviesa el país, que afectan a toda la
población, y que se expresan en el alto costo de los bienes de primera
necesidad, el desabastecimiento y el deterioro de los servicios públicos. Esta
situación acarrea penuria y malestar social, por lo que resulta prioritario
atender de inmediato los problemas económicos, financieros y sociales, en
particular lo relacionado con alimentos y medicamentos y la pérdida del valor
adquisitivo de la moneda.
La crisis que vivimos debe detenerse
antes de que su desenlace destruya componentes esenciales de la dignidad
humana, condenándonos a la violencia política y social generalizada o a un
gobierno opresivo, si no a ambas cosas.
Sabemos que no es tarea fácil pero el
liderazgo no se debe amilanar ante ningún escepticismo a la hora de enfrentar
la irracionalidad. Es su tarea, precisamente, la de construir esperanzas y la
de contribuir a su realización, contando con la capacidad del pueblo para
vencer la adversidad y labrarse pacíficamente su futuro. Esto no significa
ingenuidad. La experiencia de las negociaciones frustradas no debe ser
ignorada. Más bien debe ser aprovechada para enmendar errores y acudir a
procedimientos más eficaces.
Es necesario, ante todo, remover obstáculos
que afecten la credibilidad del propósito de entendimiento y la viabilidad de
lo acordado. Entre ellos, el más notorio sería la instalación de una Asamblea
Nacional Constituyente que no estaría vinculada por los acuerdos entre el
gobierno y la oposición y podría sentirse dueña del derecho a ignorarlos o
contradecirlos. Por lo tanto, para que el llamado que hoy hacemos pueda
conducir a resultados colectivos útiles, el Presidente Nicolás Maduro tiene en
sus manos la iniciativa de posponer el acto electoral fijado para el 30 de julio
y abrir así un compás de oportunidad para el entendimiento más amplio entre los
venezolanos.
En ese contexto, proponemos que la Santa
Sede continúe su generosa mediación en este proceso. Le pedimos de nuevo que
nos ayude a construir confianza, a acercar posiciones y a promover acuerdos. Al
mismo tiempo, requerimos la mayor seriedad y buena fe a los actores
fundamentales. Proponemos asimismo que cuatro países amigos, invitados de mutuo
acuerdo, acompañen y apoyen esa mediación. Les pedimos de igual forma que, con
entero respeto a la soberanía venezolana, actúen como garantes y nos ayuden a
verificar que lo acordado se cumpla y nos sigan acompañando hasta la salida de
esta crisis. Para asegurar la eficacia y el éxito de esa mediación y evitar la
repetición de errores anteriores, sugerimos que su funcionamiento sea
claramente definido por reglas formales, que resguarden las propuestas en
discusión, y que la vocería única del proceso quede reservada al representante
de la Santa Sede.
Por
tanto, urgimos al liderazgo político del gobierno y de la oposición y a
los distintos factores que componen uno y otro, así como a toda colectividad
representativa que no se identifique con ninguno de ambos grupos, a que
emprendan de inmediato la búsqueda de un entendimiento. Venezuela, no sólo la
de su pueblo sino la de su historia republicana, necesita y reclama mucho más
el entendimiento y la paz que un desenlace impuesto al país mediante la
violencia.
Foto: Cortesía Globovisión