Recuerdo
que cuando era estudiante de bachillerato leía y escuchaba que miles de
millones de personas en el mundo sobrevivían con menos de un dólar diario,
siendo para ese entonces China el principal país que se encontraba en esa
vorágine, lo cual me generaba no sólo mucha inquietud, sino que el número de
interrogantes por semejante adversidad económica y social, nos llevaba al
planteamiento de buscar nuevas ideas para transformar un mundo en donde
evidentemente la desigualdad humana se multiplicaba con hechos de infamia
promovidos por gobiernos (llamados de “izquierda” como de “derecha”) y sus
grandes adláteres trasnacionales del capitalismo. O sea, una asociación entre
la explotación irracional de los recursos naturales amparados bajo la
esclavitud moderna de subyugar a pueblos enteros.
Lo
que nunca llegué a imaginarme como adolescente, como joven y ahora como adulto
es que aquella barbarie que aún viven muchos pueblos, como el tener que vivir
ganando menos de un dólar diario, algún día terminara por afectar a Venezuela,
pero ni remotamente en los términos que ahora, bajo el gobierno del
autodefinido “socialista” Nicolás Maduro, llegara al máximo de la explotación
laboral y social, cuando en Venezuela, la mayoría de nuestro pueblo no es que
gana menos de un dólar por día, sino menos un dólar al mes ¡Aberración humana!
Por
ello, tal y como dijimos que de no autodisolverse la ilegítima e ilegal
“constituyente”, el valor referencial del dólar paralelo superaría rápidamente
los Bs. 200 mil, (como en efecto ocurrió en este mes en curso), lo más grave
del asunto es que además de la exponencial macrodevaluación del pulverizado
“bolívar”, no sólo con el dólar, sino en relación con cualquier moneda
extranjera, equivale a decir que los bolívares que “ganamos” se convirtieron en
polvo cósmico.
Es
fácil comprobar que este gobierno nos ha lanzado por una sima cuya profundidad
es peor que el infierno, porque al ver a niños y ancianos hurgando en la basura
para encontrar un mendrugo, miles y miles de pacientes y enfermos buscando
cualquier medicina para lo cual utilizan desesperadamente servicios públicos de
radio, prensa, televisión o mensajes por Twitter y Facebook, o vivir a diario
horas y horas en una parada de transporte público para tener que montarse en
camiones sin baranda que los lleven a su destino a costa de su propia vida, o
llegar agotados y hambrientos a sus casas para encontrarse con la realidad de
no tener agua, electricidad o suficiente comida, con la suerte de no ser
asaltado, secuestrado o asesinado por el camino, revelan que Venezuela se
dirige hacia una gran conmoción social, mientras el madurismo pretende
solucionar la gravedad de nuestros problemas aplicando el Malleus Maleficarum
en pleno siglo XXI.
A
pesar de todas esas evidencias, todavía el madurismo se hace llamar el “mejor
gobierno de la historia”.
El
país con las mayores reservas petroleras del planeta, también es el país cuya
población recibe el salario más bajo del mundo, cuando sus trabajadores ganan
alrededor de 0,031 centavos de dólar por día en simbiosis con la hiperinflación
más alta del mundo, con la tasa de embarazos en adolescentes más alta de
América del Sur, con el número de homicidios más elevado de su historia, con la
más baja producción que ha tenido nuestra industria petrolera según palabras de
su principal vocero, y con el mayor endeudamiento externo e interno sin que
exista respaldo monetario que pueda sustentar tal quiebra económica, y con
millones de venezolanos de todos los estratos sociales, que traspasan nuestras
fronteras hacia otras latitudes del continente y del mundo, pero a pesar de
todas esas evidencias, todavía el madurismo se hace llamar el “mejor gobierno
de la historia”.
El
valor del dólar paralelo comparado con el monto del salario mínimo es la prueba
irrefutable que nos hemos convertido en el país más pobre del mundo en términos
contemporáneos. Sólo la salida de Maduro del poder nos permitirá reconstruir a
Venezuela como una auténtica patria libre, soberana, independiente, próspera y
llena de oportunidades para todos. Lo contrario implica que el oscurantismo
político, económico y social llevará a nuestra nación hasta dolorosos,
lamentables y sangrientos espacios de la historia. A propósito de ser ciego.
Quien tenga ojos que vea.