(ICHABOD CRANE Y
LUIS ARCHILA EN APUROS)
(Relato dedicado
a la generación del 60 del Guasdualito bueno, incluyendo a mi padrino Luis
Archila)
Crónica. Por:
Aljer “Chino” Ereú
Aljer
tendría como siete años
cuando
escuchó este relato,
de
un catire bien jipato
de
esos muchachos de antaño.
Que
una noche con engaño
lo
dejaron sus amigos,
Archila
se pondría afligido
pues
le acobardaba un espanto:
un
jinete en penco alto
sin
cabeza y muy fornido.
BREVE
SINOPSIS.-
En
la literatura cosmopolita destaca Washington Irving, importante dramaturgo
norteamericano nacido en Nueva York (1783) y fallecido en Sunnyside (1859).
Ensayista representativo del costumbrismo diacrónico literario. Irving lograría
renombre con la obra breve: El Jinete sin Cabeza, reláfica adaptada a un
vetusto collado llamado Sleepy Hollow, valle conocido por historias
aterradoras, enriquecidas por la entelequia magmática e inmutable de sus
particulares. Como personaje principal presenta a Ichabod Crane, descarnado e
instruido maestro recién llegado, quien procuraría sin éxito alguno ganar el
amor de la joven Katrina, hija única de un granjero rico llamado Baltus Van
Tassel. Debido a su belleza y la fortuna de su padre, Ichabod comienza a
cortejar a Katrina. Esto atrae la atención de Abraham "Brom Bones"
Van Brunt, local pretendiente que quiere casarse con Katrina. A pesar de los
esfuerzos de Brom por baldonear al maestro, este permanece firme en su
propósito, de esto nacería una rivalidad tórrida en las que un Jinete sin
Cabeza enfrentaría luego de una animoso baile anual a Ichabod, causándole un
desmedido pánico que lo haría desaparecer del poblado. Ya no se volvería a ver
al maestro Ichabod en Sleepy Hollow de nuevo, se presumió que fue alejado por
el jinete sin cabeza, a la postre Van Brunt el otro enamorado de Katrina.
ADAPTACION:
-El
Loco Luís Archila como Ichabod Crane
-Don
Francisco Padilla como El Jinete sin Cabeza
-Guasdualito
años 60: un Seelpy Hollow.
Sin
duda alguna que la sexta década del siglo pasado es placenteramente recordada
por la condicispulada generación de guasdualitenses del excelso paraninfo Liceo
Libertador. Tiempos aquellos el de un Guasdualito prolijo, ajeno todavía a los
prosperes tecnológicos y a lo impredecible. Mencionar solo algunos de aquel
conjunto de muchachos y muchachas seria ser extremadamente egoísta, debido a la
considerable y virtuosa cantidad de férvidos educandos que vivieron su Carpe
Diem en el excelso recinto, siendo hoy día fructíferos hombres y mujeres
esparcidos por la geografía nacional e internacional. Y entre esos númidas uno:
Luis “El Loco” Pérez Archila (más conocido por su segundo apellido) un Ichabod
en apuros, un multi anecdotario y escíolo ser humano, cuyas ocurrencias y
chocarrerrias quedaron perpetuadas en la cognición y cacumen de sus
contemporáneos y en las montesalias guasdualiteñas.
De
contextura delgada, con verbo encendido y permanente mamador de gallo, el
prosopopeyico Luis Archila residenciado en el barrio Los Corrales, pasaría
buena parte de su tiempo barbilampiño creando cuentos y personajes de
aparecidos y aparatos, a los que pocos o ningunos daban credibilidad por ser en
extremo desatinados y exagerados. En cierta ocasión afirmaria a sus amigos más
cercanos que en el puente Corocito, en las adyacencias de la quinta La Estación
(propiedad de la familia Padilla-Hurtado) había enfrentado a un jinete sin
cabeza, y que debido a su agilidad y condición física lo había vencido a las
manos, el singular aparecido llegaría a implorar magnanimidad ante el
estipendio de golpes dado por Archila, con la correspondiente propina incluida.
La
historia del chocarrero Archila empezó a correr y a zumbar en los oídos de
quienes por obligación tenían que transitar en altas horas de la noche por la
terrorífica calle. Pero, al inventor de la embrollada historia le aguardaba en
pago una experiencia propia algo análoga a la del maestro Ichabod Crane.
Se
enamoraría el Loco Archila de una joven de apellido Briceño, hermosa trigueña
venida de las sabanas de Mata Larga (Trinidad de Orichuna) hija de un memorable
ganadero, la que le ocasionaría suspiros y ansias juveniles. Una noche el grupo
de corraleños integrados por Marcos y Julio Cesar Padrón, Ismael Zapata,
Vicente Jiménez, Erasmo García, Cheo Ortega, los Aquinos, los Nieves, Reyes
Maldonado, y junto a ellos Archila, dispondrían asistir al cine. Luego de la
función de una película azteca protagonizada por Pedro Infante, el protagonista
principal de este relato decide visitar a su enamorada, pidiendo a sus amigos
que lo esperaran mientras Romeo y Julieta alimentaban el recién establecido
shakespeareano y trivial romance. Sus amigos acordaron esperarlo, el problema
fue: que no le advirtieron dónde.
Al
regresar y al no ver a sus compañeros comienza la preocupación de Archila,
recordando a cada segundo el detalle de que tendría que devolverse solo por la
espectral Barra Vieja. El pánico fue haciéndolo preso, obnubilándole su
razonar; los apamates de la plaza serían testigo de las lágrimas vertidas por
el galán, en mea culpa por haberse demorado más de lo establecido. El dilema
que se le presentaba ahora era el de transitar o no la conexión vial, si lo
hacía correría el riesgo de ser acompañado del muerto sin cabeza, del jinete con
látigo en un caballo negro, de la Sayona, el Silbón o la Bola de Fuego, siendo
estos asiduos pernoctadores en la vereda.
Podemos
imaginar el estupor y preocupación del Ichabod local, valientemente optaría por
cruzar el viejo terraplén de Victorino (Pica Pica). Decía el mismo Archila que
en el andar recitaría cientos de oraciones y rezos como escudo contra los
espectros y lémures, su caminar era en extremo presuroso, sin embargo, parecía
no avanzar. Llegando al puentecito de concreto, oiría una voz quejumbrosa
vociferar lo siguiente:
-Archila,
Archila, amiguito soy el Jinete sin Cabeza, soy Candelario Rubio ¿Quieres que
te remonte hijito mío?
El
terror casi fue el causante de la defunción del Loco Archila, como pudo logro
impulsarse para pasar el puente.Ya en las primeras casas del aún incipiente
barrio sus gritos despertarían a dormitantes vecinos. Me persigue, a, a, a,
ayúdenme, yo lo vi, era lo que atinaba a entendérsele en su desgonzado y
embrollado tartamudeo. A la mañana siguiente, la muchachada empieza a
preguntarse por Luís Archila, pues no había aparecido en la esquina como
normalmente lo hacía, la interrogante era: ¿Que le habrá sucedido al galan
corraleño? Mientras, don Francisco Padilla (jodio pero contento) con una
apéndice sonrisa de oreja a oreja, sentado en el porche de su casa, en su
cómoda mecedora oía los pormenores de lo acontecido la noche anterior. Don
Pancho muy bien conocía la historia de ese fantasma, el del coronel Candelario
Rubio, muerto por un franco tirador en la primera refriega de Guasdualito en
1913, siendo él mismo quien muchas veces fungía como el fantasma galopante.
Varios serían los meses para la recuperación emocional del loco Archila, ya mas
nunca se le oirían cuentos de difuntos y espectros.
ALJER
Email:
chinoereu@yahoo.es