Prensa. Crónica
Uno / Claudia Smolansky.
Luego
de cumplir cuatro días desaparecido, familiares hallaron sin vida el cuerpo del
dirigente de Avanzada Progresista, Manuel Sojo, en Elorza, estado Apure. Su
hermano, Norman Guevara, indicó que la muerte ocurrió en “extrañas
circunstancias” cuando militares interceptaron una embarcación donde iba el
dirigente, en el río Capanaparo.
Caracas.
Sumido bajo el agua, con troncos, animales y hojas amarradas alrededor del
cuerpo, encontró Fabiola Peña a su hermano, el excandidato a alcalde y
coordinador Municipal de Avanzada Progresista (AP), Manuel Sojo, a las 11 de la
noche del pasado martes. “Son tan desalmados que camuflajearon el cadáver de mi
hermano”, expresó. Peña, sin reservas, aseveró que el asesino es el comandante
en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) de la región, de
apellido Maluenga.
El
médico patólogo y funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas
Penales y Criminalísticas (Cicpc) que hicieron la autopsia del cuerpo
confirmaron que la víctima recibió cinco disparos: tres balas en el brazo
izquierdo, una en el antebrazo y la otra en la nuca, que terminó alojándose en
el cerebro y fue la que ocasionó su muerte.
En
la tarde del sábado 8 de septiembre, Sojo, junto con un amigo, navegó el río
que nace en Arauca (Colombia) y alimenta la cuenca del Orinoco, en una canoa de
un motor en la que llevaba 10 tambores de gasolina, es decir, aproximadamente
2000 litros de combustible.
Los
familiares aseguran que él nunca había estado involucrado en tráfico ilegal de
ninguna sustancia. Y al mismo tiempo, manifiestan que no puede considerarse
“traficante” ni “delincuente” —como lo acusaron los militares— ya que estaba
trasladando la gasolina en territorio nacional. “Nadie puede asegurar si
realmente la iba a vender en la frontera”, dijo Norman Guevara, hermano del
dirigente.
“Sea
lo que sea que estaba haciendo nadie tiene la potestad de ajusticiar a una
persona de esa manera, y mucho menos un militar, que se supone son los que
velan por la seguridad de sus ciudadanos. Lamentamos si nuestro compañero
Manuel estaba traficando, pero qué te puedo decir, las cosas cada día están más
rudas y no te voy a negar que más de uno en Apure ha vendido desde un queso, un
pescado o gasolina a colombianos. Todos de una forma u otra dependemos de ese
tipo de venta. Si no, estuviéramos peor. No creo que eso amerite la muerte”,
dice Frank Álvarez, miembro de la directiva regional de Avanzada Progresista.
Igualmente,
compara el hecho con los sucesos de la masacre de El Amparo en 1988, donde
—también en el estado Apure— fueron asesinados 14 pescadores sin antecedentes
judiciales por funcionarios policiales y militares. En el caso de Sojo, se
presume que los disparos ocurrieron a finales de la tarde del sábado 8 de
septiembre. Desde que la familia escuchó los rumores iniciaron la búsqueda del
político de 32 años. Cuando se acercaron el Comando Militar, el general
Maluenga les dijo que efectivamente hubo disparos, pero que Sojo estaba vivo.
“Si quieren, busquen. Encuéntrenlo. Él se escapó por el monte”, les comentaron
los funcionarios.
Testigos
—que hasta la fecha han preferido resguardar su identidad— narraron que esa
noche se escucharon gritos y una balacera. A un señor de esa comunidad, que
resultó ser el tío de Sojo, los militares lo encerraron por tres horas en su
casa y le quitaron el celular. Por otro lado, el acompañante que navegaba con
el dirigente logró escapar. No obstante, este cuenta que a los pocos minutos
regresó al lugar de los hechos y su amigo ya no estaba.
Había
una alcabala en el río que nunca dio señal de alto, no avisó, no alumbró, nada.
Lanzaron tiros directamente a la canoa. Está la evidencia: tanto los tambores
de gasolina, como el motor, como la camisa de mi hermano estaban tiroteados. A
mi familia siempre le dieron pistas falsas. Los propios militares lo declaraban
como desaparecido y trataban a mi cuñada, a mi mamá y a mi hermana de manera
irrespetuosa. Hasta con burlas”, apuntó Guevara.
Vecinos
demandaron respuesta
La
esposa de Sojo, Nathalie Calzadilla, de 33 años, está convencida de que la
muerte de su esposo no fue un error o casualidad, sino un asesinato
intencional, por ende, está dispuesta a que halla justicia. La tarde de este 13
de septiembre presentaría la denuncia a Fiscalía. Asimismo, agradeció la ayuda
de la comunidad de Elorza. Sostuvo que sin ellos ni siquiera habrían encontrado
el cuerpo de su pareja.
Fueron
los mismos ciudadanos quienes trancaron el puente Lauro Carrillo para demandar
el paradero de Sojo y además, la acompañaron a ella y los hermanos de su marido
a la búsqueda del cuerpo. En total fueron 15 personas las que se adentraron en
las aguas y encontraron el cadáver.
“Han
sido muy solidarios y es porque mi esposo lo fue con ellos. Manuel era
demasiado humilde, tratable con la gente. Amable. Siempre buscaba ayudar al
otro. Conseguirle medicinas, comida. Yo necesito una respuesta porque, amigos,
sí, si le conocía bastantes, pero enemigos ninguno. Necesito saber quién y por
qué hizo esto”, sentenció Calzadilla.
En
horas de la noche del martes, cuando las aguas del río bajaron, alguien
visualizó un pie y gritó que ese era el cuerpo de Sojo. Lo hallaron sin
órganos. Solo tenía la caja torácica. La cabeza estaba enterrada en la tierra y
con troncos gruesos atados en todo el cuerpo que, según sus hermanos, es
evidencia de que los agresores tenían intención de que el cadáver no saliera a
flote.
Por
su parte, a pesar de los mordiscos de los animales —especialmente de los
caribes que habitan en el río— los familiares sostienen que los órganos de su
hermano fueron extraídos por una persona. La espalda, los brazos y hasta las
piernas estaban un poco destrozadas por los mismos peces carnívoros. Pero lo de
los órganos no tiene explicación. ¿O es que un animal se va a comer la piel del
pecho y no la de su espalda o sus brazos?”, se cuestionó entre lágrimas
Guevara.
Los
mismos familiares y vecinos fueron vejados durante la búsqueda del dirigente.
En varias ocasiones fueron apuntados con armas por los militares, quienes les
gritaban: “Ustedes son los familiares de ese contrabandista. Ustedes están indocumentados”.
Peña, la hermana mayor, describió a Crónica.Uno que en su desesperación se
arrodilló ante los funcionarios y les suplicó que le dijeran la verdad. Nunca
lo hicieron.
El político era abogado y fue asesor del
exalcalde del municipio Rómulo Gallegos, Leopoldo Estrada. Su partido le
reconoce su trabajo. Un luchador social nato e incansable. Sobre todo ayudó
mucho al sector indígena. Tenía amigos caciques. Tenía sensibilidad con todos.
Por eso es que el pueblo está tan consternado. Él iba a ser una figura muy
importante no solo en Apure sino en el país. Desprendido de cualquier cosa
material. Siempre tenía la necesidad de ayudar al otro”, asevera Álvarez.
Por
su parte, Manuel Sojo (padre) declaró que lo ocurrido con su hijo fue un doble
asesinato, porque le “dispararon atrozmente y lo ocultaron”. Además, subraya
que no se cumplieron las leyes, ya que los militares debieron esperar a que
Sojo arremetiera contra ellos con cualquier arma, pero este asoma que eso nunca
iba a ocurrir. En un video en el que solicita justicia exclama que su hijo no
tenía “ni un cortauña, ni una navaja”.
Elorza
se encuentra entre uno de los pueblos más peligrosos de Apure, junto con
Guasdualito. En estas zonas hay presencia de grupos subversivos y guerrilleros,
así como tráfico de sustancias ilícitas. Sin embargo, tanto Álvarez como los
familiares de Sojo alegan que esa no es excusa para que militares accionen sus armas
sin ver a quién están disparando. “Ellos decidieron ser militares y deben
asumir el riesgo con responsabilidad”, agrega Álvarez.
Las
amenazas de los militares continuaron hasta que el cadáver de Sojo fue
trasladado al Hospital Tipo I Rómulo Gallegos. Exigían ver el cuerpo y
llevárselo sin autorización de un médico forense ni presencia del Ministerio
Público. La propia comunidad resguardó el paradero de su dirigente político. 50
personas se aglomeraron alrededor del centro hospitalario y prohibieron el
ingreso de los efectivos. Finalmente, gran parte de la comunidad de El Orza
acompañó en horas de la madrugada a la familia de Sojo a velar el cuerpo de
“Papo”, como le decía por cariño su círculo más cercano.
Tres
niños, de 13, 10 y 5 años, se quedaron sin padre. La esposa de Sojo aseguró que
era un padre cariñoso y que sus hijos eran el pilar de su vida.
Fotos:
Norman Guevara y José Galindo