Opinión.
Jorge Montenegro.
Desde la semana pasada, el gobierno de
Nicolás Maduro (es decir, Miraflores, los militares y tal vez 30 dictaduras que
les reconocen) permitió la entrada de la ayuda humanitaria al país, petición
hecha por millones de venezolanos opositores al chavismo desde hace años, y que
tuvo el acompañamiento de nuestros países vecinos, Estados Unidos, Europa y el
mundo libre.
Muchos analistas políticos apuntan que como
la ayuda humanitaria ingresó al país por medio de la Cruz Roja Internacional
(organización idónea para esta tarea), con el consentimiento de Maduro y sin
necesidad que Iris Varela y Freddy Bernal quedaran como las propias bestias
secuestradoras de sus ciudadanos, no se puede hablar de éxito para Juan Guaidó.
Incluso hay otro planteamiento más razonable:
No hay victoria posible mientras la Suiza sudamericana muere de hambre y
enfermedad.
En primer lugar, quisiera remontarme hasta
hace 10 años atrás, cuando las FAO (Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura) en algún momento decidió llamar a su plan para
la erradicación del hambre y la pobreza "Hugo Chávez". También, la
misma Unesco declaró a Venezuela el "Analfabetismo cero", que en
realidad, como toda estadística, lo que ocurrió es que el nivel fue tan bajo
que el "cero" era una realidad, a pesar que en algunas empresas de
Aragua relacionadas a los productos agrícolas existen analfabetas. Lo sé,
porque de hecho trabajo para algunas de ellas y me lo han confirmado.
La subida "artificial" de nuestra
calidad de vida (a la que hace referencia las FAO) fue consecuencia de Cadivi,
del dólar preferencial, de ese cáncer social que los adecos sembraron en
nuestro país bajo el nombre de Recadi. Venezuela cada día dejaba de industrializarse,
su población dejó de ser productiva -gracias a la quiebra de empresas,
expropiaciones y nacionalizaciones- pero gracias a Mercal y Pdval, nichos de
corrupción predilectos para nuestros militares, empezamos a comer mejor.
Y en el caso del analfabetismo, nunca fue un
problema grave para nuestro país. A pesar que una de las grandes deudas del
gobierno de Pérez Jiménez fue la educación, la democracia adeco copeyana
aumentó la cantidad de escuelas y universidades del país. Incluso Caldera en su
primer gobierno, cometió el gran error (Yo insisto en que el sobreseimiento a
Hugo Chávez no fue un error de Caldera, sino un paro para que quienes votaron
por el comandante en las elecciones del 1998 culparan a otro por su gran
cagada) fue la eliminación de las escuelas técnicas. Cuando Caldera abandona el
poder en su segundo gobierno, el analfabetismo en Venezuela apenas superaba el
6%, mientras que cuando Chávez anuncia la Misión Robinson, ya había aumentado a
8% gracias a sus inexistentes políticas educativas.
Para mi, la entrada de la ayuda humanitaria
representa la destrucción del gran mojón del Socialismo del Siglo XXI y de Hugo
Chávez como un paladín que luchaba contra la pobreza. Fue Hugo Chávez un
corrupto, que corrompió a sus compañeros de armas. Es hoy Nicolás Maduro, no
solo un tirano, sino simplemente un Hugo Chávez sin plata.
Victoria
para Juan Guaidó.