Prensa. La Patilla.com.
La
semana pasada los gerentes de Polar, la empresa líder en la producción de
alimentos en Venezuela, constataron que a la fábrica solo llegó la mitad del
maíz blanco que necesitan para que las plantas trabajen a plena capacidad en la
elaboración de harina de maíz precocida, el ingrediente esencial de las arepas:
el pan de los venezolanos, el alimento que la mayoría de la población consume
en el desayuno y la cena. Así lo reseña infobae.com
El
déficit de materia prima, que ha sido persistente desde mediados del año
pasado, también ha afectado la elaboración de otros productos básicos. Un
informe de Polar registra que en los últimos doce meses, debido a la falta de
maíz blanco, arroz con cáscara y trigo, la empresa ha dejado de producir 244
millones de kilos de harina de maíz precocida, 47,5 millones de kilos de pasta
y 24 millones de kilos de arroz que han debido surtir a supermercados, abastos
y bodegas.
En
2007 el ex presidente Hugo Chávez estatizó todas las empresas del sector
eléctrico y tras años de baja inversión y corrupción los constantes apagones se
han convertido en otro factor que impacta a la agroindustria: entre el 24 de
abril y el 12 de mayo Polar dejó de producir 2,4 millones de kilos de alimentos
“por caídas en la tensión eléctrica”.
“Planta
Calabozo, donde producimos arroz de mesa, fue la instalación más afectada con
27 horas y 47 minutos sin servicio eléctrico o servicio eléctrico fuera de
parámetro. Esto equivale a más de un día de producción”, dice el reporte de
Polar.
La
empresa agrega que “cuando nuestras instalaciones se ven afectadas por las
fallas eléctricas y variaciones de voltaje, se producen daños en los equipos de
las plantas y nos obligan a parar la producción hasta tanto se reestablezca el
servicio. En algunos casos, los cortes no programados nos obligan además a
desechar la materia prima en proceso de transformación”.
Agricultura
apagada
En
condiciones adecuadas los campos de la provincia venezolana derrochan
fertilidad. Las máquinas sembradoras entierran semillas certificadas para
producir mayores cosechas; los fertilizantes a base de nitrógeno, fósforo y
potasio, junto a las raciones adecuadas de urea fortalecen las plantas para
estimular su crecimiento; mientras que los insecticidas y herbicidas combaten a
tiempo a los enemigos del agricultor: insectos, maleza, plagas. Pero la
normalidad es cosa del pasado.
El
gobierno monopolizó la importación de fertilizantes, semillas y herbicidas y
los insumos escasean; el control de precios fija un valor irrisorio para la
cosecha; no se importan repuestos para la maquinaria agrícola y crece el
cementerio de tractores, cosechadoras y sembradoras, mientras que el
financiamiento es insuficiente.
El
gobierno se apropió de la distribución del crédito mediante un sistema donde
los bancos entregan el dinero destinado a financiar a los agricultores a
Agrosur, un organismo del Estado, y a su vez Agrosur lo distribuye a las
gobernaciones (todas controladas por el Partido Socialista Unido de Venezuela)
para que productores previamente seleccionados reciban préstamos.
Otra
modalidad es que Agrosur le entrega insumos para la siembra a empresas del
sector agroindustrial que tienen buenas relaciones con el gobierno y estas, a
su vez, los distribuyen entre agricultores elegidos.
“Solamente
está sembrando el que de alguna manera u otra está relacionado al gobierno, es
el gobierno decidiendo quién siembra y quién no”, dice Aquiles Hopkins
presidente de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de
Venezuela (Fedeagro).
Carlos
Landaeta posee una finca de 200 hectáreas en el estado Portuguesa, donde se
encuentran las tierras más fértiles del país y admite con preocupación que “por
falta de fertilizantes solo he podido sembrar un poco menos de la mitad, mi
cosecha de arroz se sigue reduciendo”.
Fedeagro
espera que este año se siembren en todo el país 70 mil hectáreas de arroz, una
cifra que se traducirá en una caída de 76% respecto al pico alcanzado en 2008.
Menos
maíz
El
maíz blanco es la materia prima para elaborar la harina de maíz precocida que
se emplea para producir las arepas y el maíz amarillo es imprescindible para la
comida de animales esenciales para el consumo de proteínas como pollos y
cerdos. La falta de semillas y fertilizantes apunta a que en 2019 habrá una
debacle en la producción.
Durante
años Monsanto y Pioneer, las dos grandes multinacionales estadounidenses
dedicadas al negocio agrícola, le han vendido al gobierno venezolano las
semillas de maíz, pero el severo descenso en el ingreso de dólares tras el
colapso de la industria petrolera y las trabas para transferir el pago de las
importaciones por las sanciones que Estados Unidos aprobó contra la
administración de Nicolás Maduro complican los trámites.
Si
bien llegó al país un lote de semillas de maíz compradas a México y Brasil, el
déficit es enorme y se combina con la escasez de fertilizantes y poco crédito.
Aquiles Hopkins señala que tras evaluar la superficie sembrada todo apunta a
que este año se alcanzarán 100 mil hectáreas, una magnitud que se traducirá en
la mitad de lo sembrado en 2018 y “mucho menos que en 2016 cuando se sembraron
360 mil hectáreas”.
Sin
dólares
La
posibilidad de que el gobierno pueda complementar la caída de la producción
nacional a través de las importaciones es remota. La extracción de petróleo, el
producto que provee 96% de los dólares que ingresan al país se desplomó 48% en
los últimos dos años, el gobierno no ahorró durante el boom de altos precios
del barril 2004-2014, multiplicó por cuatro la deuda en divisas y no tiene
acceso al financiamiento internacional.
De
acuerdo con estimaciones de Torino Capital en febrero de este año las
importaciones se ubicaron en 328 millones de dólares, cifra que se traduce en
un declive de 83% respecto a febrero de 2014, el año en que la economía comenzó
a hundirse.
Torino
Capital basa su estimado en los números provenientes de 31 países que comercian
con Venezuela como Estados Unidos, China, Brasil, Argentina, México, Colombia,
Alemania, Canadá, España, Chile, Ecuador, Reino Unido, Francia, Japón, Uruguay
e India.
Tiempos
de guarapo
El
ministro de Agricultura y Tierras, Wilmar Castro Soteldo, explicó en el canal
de televisión del Estado que la agricultura venezolana va a dejar de depender
de los agroquímicos importados y comenzará a utilizar productos naturales.
“Tenemos
que buscar mecanismos alternos a los insumos que literalmente nos los tienen
frenados, porque imposibilitan los sistemas de pago. Creo que esta es una gran
oportunidad para dar el salto cualitativo y cuantitativo en la producción de
biofertilizantes. Por lo saludable y lo eficiente, el costo de producción es
extremadamente bajo”, dijo Wilmar Castro.
A
manera de ejemplo señaló que “eso nos los enseñó un campesino que nos mostró
cómo produce unos guarapos que pueden ser utilizados en distintos cultivos,
porque alimentan la planta y le dan anticuerpos que impiden que la plaga la
afecte”.
Comer
menos
La
caída de la producción de alimentos ha disparado los precios, al punto que un
salario mínimo solo alcanza para comprar cuatro kilos de arroz, por lo que la
mayoría de la población sobrevive gracias a las cajas de comida, a precios
subsidiados, que el gobierno distribuye una vez al mes mediante los Comité
Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
“La
última caja de comida trajo dos kilos de arroz, un kilo de harina de maíz, tres
kilos de pasta, un kilo de leche en polvo, dos kilos de lentejas, un litro de
aceite y un kilo de azúcar”, dice Leticia Espinoza quien vive en Baruta, uno de
los barrios más poblados de Caracas, junto a su esposo y su único hijo.
De
acuerdo con las cifras oficiales, a pesar de la pérdida de capacidad de compra
del salario, la pobreza extrema no ha aumentado en los últimos cuatro años; por
el contrario, disminuyó desde 5,5% de la población a 4,4%. Nicolás Maduro
aseguró que el resultado se debe a “que hay una revolución socialista, una
revolución cristiana que multiplica panes y peces”.
No
obstante, la Encuesta de Condiciones de Vida que elaboran las tres principales
universidades del país sostiene que en 2018 el 94% de los encuestados afirmó
que sus ingresos son insuficientes para cubrir todas las necesidades básicas.
Además, la medición multidimensional de la pobreza que evalúa la vivienda, el
funcionamiento de los servicios básicos, el acceso a la educación, empleo y
protección social, arrojó que 48% de los hogares son pobres.
La
muestra de que los venezolanos están comiendo menos es el descenso en las
ventas de alimentos. Polar registra que al contrastar los datos del período
2012-2018 hay caídas superiores a 50% en las ventas de arroz, avena, salsa de
tomate, mayonesa y pastas.
Fuente:
Infobae.