Opinión. Félix Velásquez.
La oposición no debe correr el riesgo de agotar el discurso de la
descentralización y el progreso, ahora es cuando más necesitamos hablar de
estas herramientas políticas que serán la bandera de la democracia y el futuro
de Venezuela. Estamos
convencidos, que la descentralización es la madre de la libertad en las
regiones. Es así como se le da el verdadero poder al pueblo para que tome sus
propias decisiones sin estar bajo la tutoría del estado omnipresente.
Cuando hablamos
de descentralización estamos hablando de la autodeterminación de los pueblos o
derecho de autodeterminación, que no es otra cosa que el derecho de un pueblo a
decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico,
social y cultural, y estructurarse libremente, sin injerencias internas o externas
y de acuerdo con el principio de igualdad.
La libre
determinación está recogida en algunos de los documentos internacionales más
importantes, como la Carta de las Naciones Unidas o los Pactos Internacionales
de Derechos Humanos, aunque no en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
Es decir no solo
se lucha por un modelo de sociedad que no tenga injerencias extranjeras, si no
que se lucha también por las intromisiones del gobierno nacional sobre los
gobiernos regionales.
En este mismo sentido
podemos hablar de progreso, que no es otra cosa que el desarrollo continuo y
generalizado de una población sin distingo de raza y posiciones políticas. el
avance y desarrollo de las naciones pasa por construir un discurso que vaya
acompañado de presencia popular y de proyectos para superar la pobreza, no para
hacerle culto a la miseria.
La oposición
debe lanzar una ofensiva de progreso para combatir el discurso populista y
rentista. Es hacerle entender al pueblo el verdadero valor e importancia de
sacar a millones de venezolanos de la miseria y el hambre.
No podemos
cambiar el horizonte político, el discurso de los últimos años y de las nuevas
campañas políticas deben ser de progreso, descentralización y un futuro digno
para todos por igual. Con ese discurso aumentamos 2 millones 300 mil votos,
porque los pobres saben que las condiciones en la que se viven en los barrios y
caseríos no son las mejores.
Ser progresista
es copiar modelos exitosos de desarrollo, es repetir patrones de sociedades que
llevaron el hombre a la luna y no copiar modelos de sociedades balseras, que lo
único que buscan es depender del estado.
Solo queda
invitar al pueblo venezolano a probar el progreso como un modelo alternativo al
socialismo, para así conseguir un mejor futuro y una
mejor Venezuela.