Prensa. El Tiempo de Colombia. Abren
negocios, restaurantes y fábricas. Los atrae la calidad de la educación.
Un acento maracucho y caraqueño
se ha sentido con más fuerza en los últimos días en Bogotá. Al día siguiente de
las elecciones del pasado 7 de octubre hubo filas de venezolanos en el
consulado de Colombia averiguando cómo había que hacer para emigrar.
Algo similar pasó en la Internet. Según Carlos Martínez, creador de la red más
importante de venezolanos en Bogotá, cuando se supo que Hugo Chávez continuaba
con un periodo más en la presidencia, la cuenta de Facebook
aumentó de 13.000 a 14.000 en un solo día. "Tenía más de 200 mensajes de
gente que me preguntaba qué posibilidades de negocio y de calidad de vida había
en Colombia", contó.
Pero el fenómeno comenzó desde el mismo día en el que el rumbo político de
Venezuela cambió, solo que ahora, a la luz de las últimas elecciones, los
mismos inmigrantes que ya tienen hasta periódico y equipos deportivos presagian
una nueva diáspora.
Según datos de Martínez, se estima que en
Bogotá ya viven unos 25.000 venezolanos; no obstante, asegura
que esta migración es atípica porque la ubicación geográfica de nuestra capital
les ha permitido no abandonar del todo su vida en el vecino país. "La
entrada y salida es constante".
Según Datos de Migración Colombia, mientras en 1999
entraron al país 56.863 y salieron 58.581, en 2011 las cifras aumentaron a
229.234 y 222.206, respectivamente. Solo en lo corrido de 2012
se han registrado181.674 entradas y 179.984 salidas.
Pero la verdad se ve en la cotidianidad. En sectores como la calle 85 con
carrera 13, ya son famosas las arepas venezolanas y es común encontrar negocios
atendidos por nuestros vecinos.
Según Magdalena Pardo, presidenta ejecutiva de la Cámara Colombo Venezolana, hay un registro de
200 empresas y establecimientos de comercio venezolanos o de capital venezolano
en Bogotá. "Se
mueven por los sectores de servicios y manufactura. También son dueños de
restaurantes, franquicias y servicios para el cuidado personal", aseguró.
El tipo de venezolano que está llegando genera oportunidades de empleo locales.
Leonardo Rangel, por ejemplo, trabaja con un grupo de concesionarios de carros.
Dice que no ha sido fácil acoplarse a un mercado tan competitivo, pero que aun
así hay oportunidades. "De 400 personas solo somos cinco los
venezolanos".
Como él, también hay muchos que están convencidos de que se viene una nueva
oleada de venezolanos a la ciudad. "Aquí hay visión de país. El trabajador
colombiano es muy comprometido", dijo José Miguel López, de Ovejitas, con
más de 67 años en Venezuela.
La industria del petróleo también ha traído un buen número de ejecutivos a
Bogotá. Según Ricardo Cuervo, presidente de Latina Energy, "en el mundo
petrolero Colombia es una excepción porque la industria se mueve desde Bogotá.
El grueso de los negocios está aquí".
No solo las industrias atraen a los venezolanos, también los pequeños negocios y la calidad de vida. Alejandra Rodríguez, dueña de Tepuy Café Gourmet, es una de las empresarias. "Nos atrae la calidez de la gente y que cada vez hay más colonia. Culturalmente somos muy parecidos y estamos a una hora de visitar a nuestros familiares en Venezuela".
Otras historias de migración son lamentables. El periodista Juan José Moreno dijo que, abatido por las barreras de acceso a las fuentes en su país y la ausencia de libertad de prensa, no le dejaron otra opción. "Llegué a Colombia y no podía creer que el mismo presidente de Ecopetrol lo atendiera a uno en persona. Eso ya no pasa en mi país".
Algo similar le pasó a Mike, un músico a quien la inseguridad de Caracas y la asfixia a los empresarios de su país lo sacaron corriendo. En 2008 se mudó definitivamente porque dice que Colombia es un epicentro musical. "De mi profesión van a llegar muchos más. Eso me dijeron después de las elecciones". Solo una cosa no han asimilado todos estos venezolanos: los tremendos trancones de Bogotá.
Lo mismo piensa Natasha Rojas, una polítologa que vino a hacer una maestría en La Javeriana: "Me encanta el ambiente académico de Bogotá. Las universidades compiten por ser las mejores".