Información Suministrada por Prensa.
Embajada de Estados Unidos en Venezuela.
Foto Archivo/Senderos de Apure.net
Declaraciones del Presidente Barack Obama – Versión Preparada
Discurso sobre el Estado de la Unión
Martes, 12 de febrero, 2013
Washington, D.C.
Señor Presidente de la Cámara de Representantes,
Señor Vicepresidente, miembros del Congreso, y conciudadanos:
Hace cincuenta y
un años, John F. Kennedy declaró ante esta Cámara que "la Constitución no
nos convierte en rivales por el poder sino en socios por el progreso. Mi
tarea," dijo ese día, "es comunicar el Estado de la Unión, mejorar es
la tarea de todos nosotros."
Esta noche,
gracias al tesón y la determinación del pueblo americano, podemos informar que
ha habido mucho progreso. Después de una década de guerra agotadora,
nuestros valientes hombres y mujeres uniformados están regresando a casa.
Después de varios años de una penosa recesión, nuestros negocios han creado más
de seis millones de nuevos empleos. Compramos más autos americanos que lo
que hemos hecho en cinco años, y menos petróleo extranjero que lo que hemos
hecho en veinte. Nuestro mercado de la vivienda está sanándose, nuestro
mercado de valores está resurgiendo, y los consumidores, los pacientes y los
dueños de casas disfrutan de protecciones más fuertes que las que hayan tenido
en el pasado.
Juntos, hemos
despejado los escombros de la crisis, y podemos decir con una confianza
renovada que el estado de nuestra unión es más fuerte.
Pero nos reunimos
aquí sabiendo que hay millones de estadounidenses cuyo duro trabajo y dedicación
aun no han sido recompensados. Nuestra economía está agregando empleos,
pero demasiada gente aun no puede encontrar empleo a tiempo completo. Las
utilidades corporativas se han disparado a altos niveles sin precedente y, sin
embargo, durante más de una década, los salarios y los ingresos apenas han
cedido.
Entonces, es
obligación de nuestra generación arrancar nuevamente el verdadero motor del
crecimiento económico de los Estados Unidos, que es una clase media próspera y
creciente.
Tenemos la tarea
por cumplir de restablecer la premisa básica en que se construyó este país; la
idea de que, si uno trabaja duro y cumple sus responsabilidades, uno puede
salir adelante, independientemente del lugar de donde uno proceda, de la
fisonomía que uno tenga, o de a quién uno ame.
Tenemos la tarea
por cumplir de cerciorarnos de que este gobierno haga su labor en nombre de los
muchos, y no de los pocos; que este fomente la libre empresa, recompense la
iniciativa individual, y le abra las puertas de la oportunidad a todo niño en
todas partes de esta gran nación.
El pueblo
americano no espera que el gobierno solucione todos los problemas. Ellos
no esperan que los que estamos en esta sala estemos de acuerdo en todos los
asuntos. Sin embargo, ellos sí esperan que pongamos los intereses de la
nación por encima del partido. Ellos esperan que forjemos un compromiso
razonable donde nos sea posible. Puesto que ellos saben que los Estados
Unidos van adelante solo cuando lo hacemos conjuntamente, y que la responsabilidad
de mejorar esta unión sigue siendo la tarea de todos nosotros.
Nuestra labor
tiene que comenzar tomando ciertas decisiones básicas sobre nuestro
presupuesto; decisiones que tendrán un impacto inmenso en la solidez de nuestra
recuperación.
Durante estos
últimos años, ambos partidos han colaborado para reducir el déficit en más de
$2.5 billones, mayormente con recortes de gastos, pero también con aumentos en
las tasas de impuestos para el 1 por ciento más rico de los
estadunidenses. Por lo tanto, estamos a más de la mitad de camino de
alcanzar la meta de $4 billones en la reducción del déficit que dicen los
economistas que necesitamos para estabilizar nuestras finanzas.
Ahora tenemos que
terminar esta labor. Y la pregunta es la siguiente: ¿cómo?
En 2011, el
Congreso aprobó una ley que estipula que, si ambos partidos no podían llegar a
un acuerdo sobre un plan para alcanzar nuestra meta del déficit, cerca de un
monto de un billón de dólares de recortes al presupuesto entraría
automáticamente en vigor este año. Esos recortes súbitos, graves y
arbitrarios pondrían en peligro nuestra disponibilidad militar.
Devastarían prioridades tales como la educación, la energía, y las
investigaciones médicas. Definitivamente desacelerarían nuestra recuperación
y nos costarían cientos de miles de empleos. Y por eso es que
Demócratas, Republicanos, líderes empresariales y economistas ya han dicho que
esos recortes, conocidos aquí en Washington como “el recorte automático”, son
una idea pésima.
Ahora bien,
algunos en este Congreso han propuesto impedir solo los recortes de la defensa
haciendo recortes aun mayores a cosas tales como la educación y la capacitación
laboral; los beneficios de Medicare y del Seguro Social.
Esa idea es aun
peor. Es cierto, el mayor impulsor de nuestra deuda a largo plazo es el
costo creciente del cuidado de la salud para una población que envejece.
Y aquellos de nosotros a quienes nos importan grandemente los programas tales
como Medicare tenemos que aceptar la necesidad de hacer reformas modestas. De
no ser así, nuestros programas de jubilación le quitarán a las inversiones que
necesitamos para nuestros hijos, y pondrán en peligro la promesa de una
jubilación segura para las generaciones futuras.
Sin embargo, no
podemos pedirles a las personas de la tercera edad y a las familias
trabajadoras que acarreen el peso completo de la reducción del déficit mientras
no les pedimos nada más a los más ricos y más poderosos. No podemos
fomentar la clase media simplemente pasándoles el costo del cuidado de la salud
o de los estudios universitarios a las familias que ya enfrentan dificultades,
ni tampoco forzando a las comunidades a dejar cesantes a más maestros, policías
y bomberos. La mayoría de los estadounidenses, tanto Demócratas, como
Republicanos e independientes, entiende que no podemos simplemente hacer
recortes para llegar a la prosperidad. Ellos saben que el crecimiento
económico generalizado requiere un enfoque equilibrado a la reducción del
déficit, con recortes de gastos y con ingresos, y haciendo que todos hagan lo
que les corresponde hacer. Y ese es el enfoque que yo les ofrezco esta
noche.
Sobre el Medicare,
estoy listo para promulgar reformas que lograrán el mismo monto de ahorros en
el cuidado de la salud para principios de la próxima década que las reformas
propuestas por la comisión bipartidista Simpson-Bowles. Hasta ahora, la
Ley de Cuidado de Salud Costeable está contribuyendo a aminorar el aumento de
los costos del cuidado de la salud. Las reformas que yo propongo van más
allá de esto. Reduciremos los subsidios de los contribuyentes a las
compañías farmacéuticas y les pediremos más a las personas de la tercera edad
que cuentan con más recursos. Reduciremos los costos mediante un cambio
en la manera en que nuestro gobierno paga por el Medicare, debido a que
nuestras facturas médicas no deben basarse en la cantidad de pruebas prescritas
ni en los días de ingreso en el hospital sino que deben basarse en la calidad
del cuidado recibido por las personas de la tercera edad. Y estoy
dispuesto a considerar otras reformas que propongan ambos partidos, siempre que
estas no violen la garantía de una jubilación segura. Nuestro gobierno no
debe hacer promesas que no podamos cumplir, pero tenemos que mantener las
promesas que ya hayamos hecho.
Para llegar a la
meta de la reducción del resto de nuestro déficit, debemos hacer lo que han
sugerido los líderes de ambos partidos, y ahorrarnos cientos de miles de
millones de dólares deshaciéndonos de los vacíos legales y las deducciones para
los acaudalados y los que están bien conectados. Después de todo, ¿por
qué optaríamos por hacer recortes más severos a los programas de educación y al
Medicare simplemente para proteger los beneficios fiscales de intereses
especiales? ¿Resulta justo eso? ¿De qué manera promueve eso el
crecimiento?
Ahora tenemos
nuestra mejor oportunidad para una reforma fiscal integral, de carácter
bipartidista, que fomente la creación de trabajos y ayude a reducir el
déficit. El pueblo americano merece un código fiscal que ayude a las
pequeñas empresas a invertir menos tiempo llenando formularios complicados y
más tiempo expandiendo su negocio y contratando gente; un código fiscal que
garantice que los multimillonarios que tienen contadores superpotentes no
puedan pagar una tasa de impuestos más baja que sus secretarias trabajadoras;
un código fiscal que reduzca los incentivos para trasladar empleos al
extranjero, y que reduzca las tasas de impuestos para los negocios y empresas
manufactureras que creen empleos aquí mismo en los Estados Unidos. Eso es
lo que puede representar una reforma del sistema tributario. Eso es lo
que podemos lograr juntos.
Estoy consciente
de que la reforma tributaria y la reforma de programas de la red social no
serán fáciles. La política será difícil para ambas partes. Ninguno
de nosotros conseguirá el 100 por ciento de lo que queremos. Pero la
alternativa nos costará empleos, perjudicará a nuestra economía, e impondrá
dificultades a millones de estadounidenses que trabajan duro. De manera
que pongamos a un lado los intereses de los partidos, y colaboremos para
aprobar un presupuesto que reemplace los recortes desatinados con ahorros e
inversiones sensatos en nuestro futuro. Y hagámoslo sin las políticas arriesgadas
carentes de garantía que son estresantes para los consumidores y alarmantes
para los inversionistas. La más extraordinaria nación de la Tierra no
puede continuar manejando sus negocios dejándonos llevar de una crisis
fabricada a otra. Pongámonos de acuerdo, aquí mismo, ahora mismo, en
mantener el gobierno del pueblo abierto, pagar nuestras cuentas a tiempo, y
defender en todo momento la completa fe y el crédito de los Estados Unidos de
América. Ya que el pueblo americano ha laborado muy duro durante demasiado
tiempo en la reconstrucción después de una crisis para entonces ver que sus
funcionarios electos ocasionen otra.
Ahora bien, la
mayoría de nosotros está de acuerdo en que un plan para reducir el déficit
tiene que ser parte de nuestra agenda. Pero seamos precisos: la reducción
del déficit por sí sola no es un plan económico. Una economía creciente
que cree empleos buenos de clase media; esa tiene que ser la Estrella del Norte
que guíe nuestros esfuerzos. Cada día debemos hacernos tres preguntas
como nación: ¿Cómo podemos atraer más empleos a nuestras costas? ¿Cómo
equipamos a nuestra gente de las habilidades necesarias para desempeñar esos
empleos? Y, ¿cómo nos cercioramos de que el trabajo duro dé lugar a un
medio de vida decente?
Hace año y medio,
yo propuse una Ley para Trabajos Estadounidenses que economistas independientes
opinaron que crearía más de un millón de nuevos empleos. Le agradezco al
último Congreso la aprobación de una parte de esa agenda, y le exhorto a este
Congreso a que apruebe el resto. Esta noche, voy a presentar propuestas
adicionales que estarán pagas completamente y que cumplen con el marco de
referencia del presupuesto al que ya han acordado ambos partidos hace 18 meses.
Les repito, nada de lo que propongo esta noche debe aumentar nuestro déficit ni
por diez centavos. No es un gobierno más grande lo que necesitamos, sino
un gobierno más sensato que establezca prioridades y que invierta en un
crecimiento generalizado.
Nuestra primera
prioridad es hacer que los Estados Unidos sean un imán para atraer nuevos
empleos y manufactura.
Después de
eliminar empleos durante más de 10 años, nuestras empresas manufactureras han
agregado alrededor de 500,000 empleos durante los últimos tres.
Caterpillar está trayendo empleos de vuelta de Japón. Ford está trayendo
empleos de vuelta de México. Después de establecer plantas en otros
países como China, Intel está abriendo su planta más moderna aquí en
casa. Y este año, Apple nuevamente comenzará a fabricar las computadoras
Mac aquí en los Estados Unidos.
Hay cosas que
podemos hacer, ahora mismo, para acelerar esa tendencia. El año pasado,
creamos nuestro primer instituto de innovación en la manufactura en Youngstown,
Ohio. Un almacén que había estado cerrado actualmente es la sede de un
laboratorio de arte en el que nuevos trabajadores están haciéndose expertos en
impresión de 3D que tiene el potencial de revolucionar la manera en que hacemos
prácticamente todo. No hay motivo por lo que esto no pueda suceder en
otras ciudades y pueblos. Así es que, esta noche, estoy anunciando el
lanzamiento de tres más de estos centros de manufactura, en los que los
negocios se aliarán con los Departamentos de Defensa y de Energía para
convertir regiones dejadas atrás por la globalización en centros globales de
empleos y manufactura de alta tecnología. Y le exhorto a este
Congreso a que ayude a crear una red de quince de estos centros y así
garantizar que la próxima revolución en la manufactura esté Hecha en Estados
Unidos.
Si queremos
fabricar los mejores productos, también tenemos que invertir en las mejores
ideas. Cada dólar que invertimos para correlacionar el genoma humano
redituó $140 a nuestra economía. Actualmente, nuestros científicos están
correlacionando el cerebro humano para descubrir las respuestas al padecimiento
de Alzheimer; desarrollando medicamentos para regenerar los órganos dañados;
creando nuevos materiales para que las baterías tengan diez veces más
potencia. Ahora no es el momento de aniquilar estas inversiones que crean
empleos en ciencias e innovación. Ahora es el momento de llegar a un nivel de
investigación y desarrollo nunca visto desde la cima de la Carrera
Espacial. Y actualmente, ningún área tiene mayor promesa que nuestras
inversiones en la energía americana.
Después de años de
hablar del asunto, finalmente estamos posicionados para controlar nuestro
futuro en materia de energía. Producimos más petróleo en el país que lo
que hemos hecho en 15 años. Hemos duplicado la distancia que pueden
recorrer nuestros autos con un galón de gasolina, y la cantidad de energía
renovable que generamos de fuentes tales como la eólica y la solar, contando
con la evidencia de decenas de miles de buenos empleos americanos.
Producimos más gas natural que lo que hayamos hecho hasta ahora y,
consecuentemente, las facturas de electricidad de casi todos son más
bajas. Y, durante los últimos cuatro años, nuestras emisiones de la
peligrosa contaminación ocasionada por el carbono que amenaza a nuestro planeta
realmente han disminuido.
Pero por el bien
de nuestros hijos y de nuestro futuro, tenemos que hacer más para combatir el
cambio climático. Es cierto, la realidad es que ningún evento por sí solo
establece una tendencia. Pero el hecho es que los 12 años de más calor en
la historia todos han ocurrido en los últimos 15. Ahora, las olas de
calor, las sequías, los incendios forestales, y las inundaciones son más
frecuentes e intensas. Podemos optar por creer que la Supertormenta
Sandy, y la sequía más severa en varias décadas, y los peores incendios
forestales que hayan experimentado algunos estados fueron simplemente una
desafortunada casualidad. O podemos optar por creer en el juicio
contundente de la ciencia y tomar medidas antes de que sea demasiado tarde.
La buena noticia es
que podemos lograr un progreso significativo sobre este tema al tiempo que
impulsamos un crecimiento económico sólido. Exhorto al Congreso a que
procure encontrar una solución al cambio climático de carácter bipartidista y
basada en el mercado, como en la que John McCain y Joe Lieberman colaboraron
hace unos años. Pero si el Congreso no toma medidas pronto para proteger
a las generaciones futuras, yo lo haré. Yo le daré instrucciones a mi
Gabinete para que formule medidas ejecutivas que podamos tomar, ahora y en el
futuro, para reducir la contaminación, preparar a nuestras comunidades para las
consecuencias del cambio climático, y agilizar la transición a fuentes de
energía más sostenibles.
Hace cuatro años,
otros países dominaban el mercado de la energía limpia y los empleos que esto
conllevaba. Eso lo hemos comenzado a cambiar. El año pasado, la
energía eólica agregó casi la mitad de toda la nueva capacidad de la energía en
los Estados Unidos. Así es que generemos aun más. La energía solar
se hace menos costosa cada año, así es que logremos reducir los costos aun
más. Mientras países como China continúen invirtiendo a todo tren en la
energía limpia, también tenemos que hacerlo nosotros.
Mientras tanto, el
auge del gas natural nos ha resultado en la producción de energía más limpia y
mayor independencia en materia de energía. Por eso es que mi
Administración seguirá eliminando más burocracia y agilizará los permisos
nuevos de petróleo y gas. Pero también quiero trabajar con este Congreso para
fomentar las investigaciones y la tecnología que ayuden a quemar el gas natural
con de manera aun más limpia y a proteger nuestro aire y nuestra agua.
De hecho, mucha de
esta energía recién descubierta se extrae de los terrenos y las aguas que son
propiedad de todos nosotros, es decir, del público. Así es que, esta
noche, propongo que usemos algunos de nuestros ingresos de petróleo y gas para
financiar un Fideicomiso para la Seguridad de la Energía que impulsará las
nuevas investigaciones y tecnología que se requieren para que nuestros autos y
camiones puedan prescindir totalmente del petróleo. Si una coalición no
afiliada a ningún partido de Directores Ejecutivos y de generales y almirantes
jubilados puede respaldar esta idea, nosotros también podemos. Tomemos
sus consejos y liberemos a nuestras familias y negocios de las dolorosas
subidas de los precios de la gasolina que hemos tolerado durante demasiado
tiempo. Esta noche, también estoy presentado una nueva meta para los
Estados Unidos: recortemos a la mitad la energía que puedan desperdiciar
nuestras casas y nuestros negocios durante los próximos veinte años. Los
estados con las mejores ideas para crear empleos y reducir las facturas de
energía con la construcción de edificios más eficientes recibirán apoyo federal
para ayudarlos a que eso se convierta en realidad.
El sector de la
energía en los Estados Unidos es solo una parte de una infraestructura
envejecida que necesita reparación. Pregúntenle a cualquier Director
Ejecutivo dónde preferiría ubicarse y contratar: en un país con carreteras y
puentes en deterioro, o en uno con ferrocarriles y con internet de alta
velocidad; escuelas de alta tecnología y redes autoregenerantes de distribución
de la electricidad. El Director Ejecutivo de Siemens America, que es una
compañía que trajo cientos de nuevos empleos a Carolina del Norte, ha dicho que
si optimizamos nuestra infraestructura, ellos traerán incluso más
empleos. Y yo sé que ustedes quieren estos proyectos de creación de
empleos en sus distritos. Los he visto a todos ustedes en las ceremonias
de corte de cinta.
Esta noche,
propongo un programa de “Arreglarlo primero” para hacer que la gente trabaje lo
antes posible en nuestras reparaciones más urgentes, tales como los cerca de
70,000 puentes con estructuras deficientes a través de todo el país. Y
para garantizar que los contribuyentes no tengan que sobrellevar toda la carga,
también propongo una Alianza para Reconstruir a los Estados Unidos que atraiga
capital privado para optimizar lo que nuestros negocios más necesitan: puertos
modernos para transportar nuestra mercancía; tuberías modernas que puedan
resistir una tormenta; escuelas modernas como las que merecen nuestros
hijos. Demostremos que no hay un lugar mejor para hacer negocios que los
Estados Unidos de América. Y comencemos a hacerlo ahora mismo.
Parte de nuestro
esfuerzo de reconstrucción también tiene que incluir a nuestro sector de la
vivienda. Actualmente, nuestro mercado inmobiliario finalmente se está
recuperando del derrumbe de 2007. Los precios de las casas están subiendo
al ritmo más acelerado en seis años, las compras de casas han subido cerca de
un 50 por ciento, y la construcción se está expandiendo nuevamente.
Sin embargo,
incluso con las tasas hipotecarias cerca de su punto más bajo en 50 años,
demasiadas familias que tienen buen crédito y que quieren comprar casa están
siendo rechazadas. Demasiadas familias que nunca han dejado de hacer un
pago y que quieren refinanciar están recibiendo respuestas negativas. Eso
no permite que nuestra economía prospere, y tenemos que arreglarlo. Ahora
mismo, hay una propuesta de ley en este Congreso que le ofrecería a todo dueño
de casa responsable en los Estados Unidos la oportunidad de ahorrarse $3,000 al
año con una refinanciación a las tasas de hoy en día. Los Demócratas y
los Republicanos lo apoyaron anteriormente. ¿Qué es lo que estamos
esperando? Hagan una votación. Envíenme ese proyecto de ley.
Ahora mismo, hay regulaciones que se superponen y que impiden que familias
jóvenes responsables puedan comprar su primera casa. ¿Qué es lo que nos
detiene? Optimicemos el proceso, y contribuyamos al crecimiento de
nuestra economía.
Estas iniciativas
en la manufactura, la energía, la infraestructura, y la vivienda ayudarán a los
empresarios y a las pequeñas empresas a expandirse y crear nuevos
empleos. Sin embargo, nada de eso hará diferencia salvo que también
equipemos a nuestros habitantes de las habilidades y la capacitación para
ocupar esos empleos. Y eso tiene que comenzar a la edad más temprana
posible.
Un estudio tras
otro indica que, mientras más pronto comience un niño a aprender, mejor
rendimiento este tendrá a la larga. Sin embargo, actualmente, menos de 3
de cada 10 niños de cuatro años de edad están inscritos en un programa
pre-escolar de alta calidad. La mayoría de los padres de clase media no
pueden darse el lujo de pagar varios cientos de dólares a la semana en un
pre-escolar privado. Y, para los niños pobres que necesitan la mayor
cantidad de ayuda, la falta de acceso a la educación pre-escolar puede
ensombrecerlos para el resto de sus vidas.
Esta noche,
propongo colaborar con los estados para poner el pre-escolar de alta calidad a
la disposición de todo niño en los Estados Unidos. Cada dólar que invertimos
en la educación pre-escolar de alta calidad puede ahorrar más de siete dólares
más adelante con el mejoramiento de las tasa de graduación, la reducción del
embarazo en la adolescencia, e incluso la reducción de la delincuencia
violenta. En los estados que hacen una prioridad de la educación de
nuestros niños más pequeños, tales como Georgia u Oklahoma, los estudios
indican que los estudiantes tienen mayor probabilidad de leer y tener
conocimientos de matemáticas a nivel de grado, graduarse de la escuela
secundaria, mantener un trabajo, y formar sus propias familias más
estables. Así es que hagamos lo que logra resultados, y cerciorémonos de
que ninguno de nuestros muchachos comience la carrera de la vida teniendo
desventaja. Démosles esa oportunidad a nuestros muchachos.
Asegurémonos también de que un diploma de la escuela secundaria abra el
camino a un buen trabajo para nuestros hijos. Ahora mismo, países como Alemania
se concentran en fomentar la graduación de sus estudiantes de escuela secundaria
con el equivalente de un título técnico otorgado por uno de nuestros institutos
comunitarios de educación superior, y de esa manera están listos para tomar un
empleo. En las escuelas como P-Tech en Brooklyn, los estudiantes se gradúan con
un diploma de la secundaria y un título universitario de dos años en sistemas
informáticos o en ingeniería, gracias a una colaboración forjada por las
escuelas públicas de Nueva York, la City University of New York e IBM.
Necesitamos brindar oportunidades como esta a todos los estudiantes
estadounidenses. Hace cuatro años, iniciamos el programa Carrera a la cima, que
es un certamen que convenció a casi todos los estados para que prepararan
planes de estudios más inteligentes y establecieran normas más estrictas a
cambio de aproximadamente el 1% de lo que gastamos en educación cada año. Esta
noche voy a anunciar un nuevo reto para rediseñar las escuelas secundarias de
Estados Unidos a fin de que puedan equipar mejor a sus graduados para afrontar
las exigencias de una economía de alta tecnología. Recompensaremos a las
escuelas que establezcan nuevas alianzas con universidades y empresas y que
diseñen clases centradas en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, que
son las habilidades que las empresas de la actualidad están buscando para
ocupar sus empleos ahora mismo y en el futuro.
Ahora bien, aún contando con mejores escuelas secundarias, la mayoría de
los jóvenes necesitará recibir educación superior. Es un hecho sencillo:
mientras mayor nivel educativo logre una persona, más probabilidades tendrá de
obtener un empleo y forjarse un camino a la clase media. Sin embargo, hoy mismo
los costos astronómicos impiden a muchos jóvenes lograr una educación superior,
o los condena a vivir con una carga de deuda insostenible.
Mediante créditos fiscales, subvenciones y mejores préstamos, hemos
abaratado el costo de la educación universitaria para millones de estudiantes y
sus familias en años recientes. Pero los contribuyentes no pueden seguir
subsidiando el elevadísimo costo de la educación superior. Las universidades
deben poner de su parte para contener esos costos y tenemos la responsabilidad
de comprobar que así lo hagan. Esta noche le pediré al Congreso que cambie la
Ley de Educación Superior para que incluya tanto la asequibilidad como el valor
educativo a fin de determinar qué recintos de educación superior reciben
determinados tipos de asistencia federal. Y, mañana, mi Administración
publicará una nueva “tarjeta de puntaje universitario” que tanto los padres
como los estudiantes pueden usar para comparar universidades según criterios
sencillos: en qué universidad puede el estudiante obtener el mayor beneficio
por lo que paga.
A fin de acrecentar nuestra clase media, nuestros ciudadanos deben tener
acceso a la educación y la capacitación requeridas por los empleos de la
actualidad. Pero también queremos asegurarnos de que Estados Unidos siga siendo
el lugar donde todo el que esté dispuesto a trabajar con tesón tendrá la
oportunidad de salir adelante.
Nuestra economía cobra mayor fuerza cuando aprovechamos los talentos y el
ingenio de inmigrantes esforzados y optimistas. Y ahora mismo, líderes de los
sectores empresariales, sindicales, de cumplimiento del orden público y de
comunidades religiosas convienen en que ha llegado la hora de aprobar una
reforma migratoria integral.
Una reforma verdadera significa contar con una sólida seguridad fronteriza.
Podemos aprovechar el progreso ya logrado por mi Administración: hemos
desplegado más fuerzas en la frontera sureña que en ningún otro momento de
nuestra historia y hemos reducido los cruces ilegales a sus niveles más bajos
en 40 años.
Una reforma verdadera significa establecer un camino responsable para
ganarse la ciudadanía. Un camino que incluya aprobar una verificación de antecedentes,
pagar impuestos y abonar una multa significativa, aprender inglés y ocupar su
lugar correspondiente en la cola, detrás de aquellos que están tratando de
residir legalmente en el país.
Además, una reforma verdadera significa reparar el sistema de inmigración
legal para acortar los períodos de espera, reducir la burocracia y atraer a los
empresarios e ingenieros altamente calificados para que nos ayuden a crear
empleos y fomentar nuestra economía.
En otras palabras, sabemos lo que hay que hacer. En este mismísimo momento,
grupos bipartidistas en ambas cámaras están trabajando diligentemente para
redactar un proyecto de ley. Celebro estas gestiones. Pues bien, ¡acabémoslo de
hacer! Envíenme un proyecto de ley de reforma migratoria integral en los próximos
meses y lo voy a promulgar de inmediato.
Pero no podemos detenernos en ese punto. Sabemos que la economía cobra
mayor fuerza cuando nuestras esposas, madres e hijas pueden llevar vidas libres
de discriminación en el centro de trabajo y libres del temor de sufrir
violencia en el hogar. Hoy día, el Senado aprobó la Ley sobre la Violencia
contra la Mujer que Joe Biden había redactado en su forma original casi 20 años
atrás. Por lo tanto, insto a la Cámara de Representantes a que haga lo mismo. Y
pido al Congreso que declare que las mujeres deben ganar un salario equivalente
al trabajo que desempeñan y que finalmente apruebe la Ley de Equidad Salarial
este año.
Sabemos que nuestra economía está más fuerte cuando podemos recompensar un
día honesto de trabajo con un salario honesto pero, actualmente, un trabajador
a tiempo completo con un salario mínimo gana $14,500 al año. Incluso con
la reducción impositiva implementada, una familia con dos hijos que gane el
salario mínimo sigue estando por debajo del nivel de pobreza. Eso no está
bien. Es por eso que, desde la última vez que este Congreso aumentó el
salario mínimo, diecinueve estados han elegido aumentar el suyo aún más.
Esta noche, declaremos que, en la nación más rica de la Tierra, ninguna
persona que trabaje a tiempo completo debe vivir por debajo del nivel de
pobreza, y aumentar el salario mínimo federal a $9.00 la hora. Este
sencillo paso aumentaría los ingresos de millones de familias
trabajadoras. Puede significar la diferencia entre ir a la tienda a
comprar comestibles o ir al banco de comida; pagar la renta o ser desalojado;
estar escasamente cubriendo gastos en todo momento o finalmente salir
adelante. Para los negocios en toda la nación, esto se traduce en
clientes con más dinero en sus bolsillos. De hecho, los trabajadores no
tienen por qué estar esperando año tras año a que suba el salario mínimo
mientras que el salario de los Directores Ejecutivos es el más alto
históricamente. Así es que he aquí una idea en la que de hecho estuvimos
de acuerdo el Gobernador Romney y yo el año pasado: vamos a vincular el sueldo
mínimo al costo de vida para que por fin se convierta en un salario con el cual
se pueda vivir.
Esta noche, también debemos reconocer que existen comunidades en este país
en donde sin importar que tan duro se trabaje, es virtualmente imposible salir
adelante. Pueblos con fábricas que han sido diezmados cuando las plantas
empacaron y se fueron. Ineludibles focos de pobreza, en zonas tanto
urbanas como rurales, en donde los adultos jóvenes todavía están luchando por
encontrar su primer trabajo. Los Estados Unidos no es un lugar donde
nuestro destino debe definirse según el lugar o las circunstancias en que
nacemos. Es por eso que necesitamos edificar nuevas escaleras de oportunidad
hacia la clase media para todos aquellos que estén dispuestos a escalarlas.
Ofrezcamos incentivos a aquellas empresas que contraten a estadounidenses
que cuenten con las capacidades para llenar esa vacante de trabajo, pero que
han estado tanto tiempo sin trabajo que nadie les da una oportunidad.
Pongamos a la gente a trabajar reconstruyendo las casas vacantes en los
vecindarios decadentes. Además este año mi Administración empezará a
formar alianzas con 20 de los pueblos más adversamente afectados en los Estados
Unidos para levantar a estas comunidades. Colaboraremos con líderes
locales para enfocar los recursos en la seguridad pública, la educación y la
vivienda. Daremos créditos tributarios a aquellos negocios que contratan
e inviertan. Y nos concentraremos en el fortalecimiento de las familias
al eliminar los elementos financieros de disuasión al matrimonio para las
parejas de bajos ingresos y hacer más para fomentar la paternidad, ya que lo
que hace hombre a alguien no es la habilidad de concebir un hijo, sino tener la
valentía de criarlo.
Familias más fuertes. Comunidades más fuertes. Estados Unidos
más fuertes. Este tipo de prosperidad, que es amplia, compartida y
edificada sobre una próspera clase media, ha sido siempre la fuente de nuestro
progreso en este país. Y también es la base de nuestro poder e influencia
a nivel mundial.
Esta noche, nos mantenemos unidos para aclamar a las tropas y los civiles
que se sacrifican a diario para protegernos. Es debido a ellos que podemos
decir con confianza que los Estados Unidos terminará su misión en Afganistán, y
logrará nuestro objetivo de derrotar el núcleo de al Qaeda. Ya hemos
traído a casa a 33,000 de nuestros valientes hombres y mujeres del servicio
militar. En la primavera, nuestras fuerzas se desplazarán a un papel de
apoyo, mientras que las fuerzas de seguridad de Afganistán asumirán el
liderazgo. Esta noche, puedo anunciar que durante el próximo año, otras
34,000 tropas estadounidenses en Afganistán regresarán a casa. Esa
reducción continuará. Y nuestra guerra en Afganistán terminará a finales del
año que viene.
Más allá de 2014, perdurará el compromiso de los Estados Unidos a lograr un
Afganistán unificado y soberano, pero la naturaleza de nuestro compromiso
cambiará. Estamos negociando un acuerdo con el gobierno afgano y nos
estamos enfocando en dos misiones: capacitar y equipar a las fuerzas afganas
para que el país no caiga de nuevo en un caos, y esfuerzos antiterroristas que
nos permitan perseguir a los restos de al Qaeda y sus afiliados.
Hoy, la organización que nos atacó el 11 de septiembre es una sombra de lo
que era. Han surgido diferentes grupos extremistas y afiliados de al
Qaeda, desde la Península Arábiga hasta África. La amenaza que
representan dichos grupos está evolucionando. Pero para hacerle frente a
esta amenaza no necesitamos mandar a miles de nuestros hijos e hijas al
extranjero ni ocupar otras naciones. En lugar de eso tenemos que ayudar a
países como Yemen, Libia y Somalia para que puedan ocuparse de su propia seguridad,
y ayudar a los aliados que pelean contra los terroristas, como lo hemos hecho
en Mali. Y, cuando sea necesario y usando un amplio rango de capacidades,
continuaremos tomando acciones directas contra aquellos terroristas que
representan la amenaza más seria contra los estadounidenses.
Al hacerlo, debemos valernos de nuestros
valores en la lucha. Es por eso que mi Administración se ha esforzado
incansablemente para forjar un marco jurídico y político duradero que guíe
nuestras operaciones antiterroristas, y a lo largo de este gobierno hemos
mantenido al Congreso plenamente informado de nuestros esfuerzos. Pero yo
reconozco que, en nuestra democracia, nadie debe simplemente llegar y aceptar
mi palabra de que estamos haciendo las cosas correctamente. Así que, en los
meses venideros, seguiré trabajando con el Congreso para garantizar no sólo que
nuestra selección de objetivos, detención y enjuiciamiento de terroristas
se mantenga consistente con nuestras leyes y sistema de controles y
contrapesos, sino que nuestros esfuerzos sean aún más transparentes ante el
pueblo americano y el mundo.
Por supuesto que nuestros retos no
terminan con al Qaeda. Estados Unidos seguirá liderando los esfuerzos para
prevenir la propagación de las armas más peligrosas en el mundo. El régimen en
Corea del Norte debe comprender que sólo logrará seguridad y prosperidad
cumpliendo con sus obligaciones internacionales. Los actos de provocación como
el que vimos anoche sólo resultarán en un mayor aislamiento, ya que
permaneceremos firmes en respaldo de nuestros aliados, fortaleceremos nuestras
propias defensas de misiles, y estaremos a la cabeza del esfuerzo mundial por
tomar acción firme en respuesta a estas amenazas.
Asimismo, los líderes de Irán tienen que
reconocer que este es el momento para una solución diplomática, porque hay una
coalición unida exigiendo que ellos cumplan con sus obligaciones, y haremos lo
que sea necesario para impedir que obtengan un arma nuclear. También
entablaremos conversaciones con Rusia para buscar mayores reducciones en
nuestros arsenales nucleares, y seguiremos siendo líderes en el esfuerzo global
de proteger materiales nucleares que pudieran caer en las manos equivocadas,
puesto que nuestra capacidad para influir sobre otros depende de nuestra voluntad
de liderar.
Estados Unidos también debe hacerle frente
a la amenaza real y creciente de ataques cibernéticos. Sabemos que los piratas
informáticos se roban las identidades de personas e infiltran correos
electrónicos privados. Sabemos que empresas extranjeras sustraen nuestros
secretos corporativos. Y nuestros enemigos buscan la capacidad de sabotear
nuestra red de energía eléctrica, nuestras instituciones financieras, y
nuestros sistemas de control del tráfico aéreo. No podemos mirar hacia atrás en
años venideros y preguntarnos por qué no hicimos nada ante las serias amenazas
a nuestra seguridad y nuestra economía.
Es por eso que hoy, más temprano, firmé un
nuevo decreto ejecutivo que fortalecerá nuestras defensas cibernéticas
aumentando el intercambio de información y desarrollando normas que protejan
nuestra seguridad nacional, nuestros empleos, y nuestra privacidad. Ahora bien,
el Congreso también debe actuar, aprobando las leyes que otorguen a nuestro
gobierno una mayor capacidad para proteger nuestras redes y disuadir los
ataques.
Aún mientras protegemos a nuestro pueblo,
debemos recordar que el mundo de hoy presenta no solo peligros, sino también
oportunidades. Para elevar las exportaciones estadounidenses, respaldar los
empleos norteamericanos, y lograr igualdad de oportunidades en los mercados en
crecimiento de Asia, tenemos la intención de completar las negociaciones para
una Alianza Transpacífica. Y, esta noche, estoy anunciando que iniciaremos
conversaciones para una Alianza Transatlántica de Comercio e Inversión amplia
con la Unión Europea, porque el comercio que sea libre y justo a través del
Atlántico sustenta millones de empleos americanos bien remunerados.
También sabemos que el progreso en las
partes empobrecidas de nuestro mundo nos enriquece a todos. En muchos lugares,
la gente vive con poco más de un dólar al día. Así que los Estados Unidos unirá
fuerzas con nuestros aliados para erradicar esa pobreza extrema en las próximas
dos décadas: conectando a más personas a la economía global y fomentando la
participación de las mujeres; dándole a nuestros jóvenes y a nuestras mentes
más brillantes nuevas oportunidades para servir; ayudando a las comunidades a
poder alimentarse, obtener energía, y educarse a sí mismos; salvando a los niños
del mundo de muertes prevenibles; y haciendo realidad la promesa de una
generación libre del SIDA.
Por sobre todo, Estados Unidos tiene que
seguir siendo una fuente de inspiración a todos los que buscan la libertad
durante este periodo de cambios históricos. Yo pude observar el poder de la
esperanza el año pasado en Rangún, cuando Aung San Suu Kyi le dio la bienvenida
a un presidente norteamericano a un hogar donde ella había estado encarcelada
por años; donde miles de birmanos salieron a las calles, ondeando banderas
estadounidenses, incluyendo a un hombre que dijo, “en Estados Unidos hay
justicia y leyes. Yo quiero que nuestro país sea así”.
En defensa de la libertad, seguiremos
siendo el ancla de sólidas alianzas desde las Américas hasta África; de Europa
hasta Asia. En el Oriente Medio, apoyaremos a los ciudadanos a medida que estos
exijan sus derechos universales, y apoyaremos transiciones estables a la
democracia. El proceso será engorroso, y no podemos atrevernos a pensar que
vamos a poder dictar el curso de cambios a ocurrir en países como Egipto; pero
podemos insistir, e insistiremos, en que se respeten los derechos fundamentales
de todas las personas. Mantendremos la presión sobre el régimen sirio que ha
asesinado a su propio pueblo, y respaldaremos a los líderes de la oposición que
respeten los derechos de todos los sirios. Y estaremos firmemente con Israel en
la búsqueda de la seguridad y una paz duradera. Esos son los mensajes que
llevaré cuando viaje al Medio Oriente el próximo mes.
Todo este trabajo depende del valor y de los sacrificios de aquellos que
sirven en lugares peligrosos, exponiéndose a grandes riesgos a su persona:
nuestros diplomáticos, nuestros agentes de inteligencia y los hombres y mujeres
de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Mientras yo sea Comandante en Jefe,
haremos todo cuanto sea necesario para proteger a aquellos que sirven a su país
en el exterior y mantendremos la mejor fuerza militar del mundo. Invertiremos
en nuevas capacidades, aun mientras reducimos los gastos excesivos y gastos de
tiempo de guerra. Aseguraremos el tratamiento parejo de todos los miembros de
las fuerzas armadas y beneficios parejos para sus familias, tanto homosexuales
como heterosexuales. Contaremos con el valor y las habilidades de nuestras hermanas
e hijas, porque las mujeres han probado bajo fuego enemigo que están preparadas
para el combate. Cumpliremos la palabra dada a nuestros veteranos, invirtiendo
en una atención médica de talla mundial, incluida la atención en salud mental,
para nuestros guerreros heridos; apoyando a nuestras familias militares y
dándoles a nuestros veteranos los beneficios, la educación y las oportunidades
de trabajo que tienen merecidos. Y quiero agradecer a mi esposa Michelle y a la
Dra. Jill Biden su continuada dedicación para servir a nuestras familias
militares de la misma manera que estas nos sirven a nosotros.
Pero defender nuestra libertad no es una obligación solo para nuestras
fuerzas armadas. Todos debemos poner de nuestra parte para asegurar que los
derechos que nos fueron dotados por Dios sean protegidos aquí en nuestro país.
Esto incluye nuestro derecho más fundamental como ciudadanos: el derecho a
votar. Cuando haya estadounidenses, independientemente de donde vivan y de a
qué partido pertenezcan, a quienes se les prive de ese derecho simplemente
porque no puedan esperar cinco, seis, siete horas solo para dar su voto,
estamos traicionando nuestros ideales. Es por eso que, esta noche, anuncio una
comisión sin afiliación de partido para mejorar la experiencia de votar en
Estados Unidos. Y les estoy solicitando a dos expertos con muchos años en este
campo, que sirvieron recientemente como los principales abogados de mi campaña
y de la campaña del Gobernador Romney, que la lideren. Vamos a corregir esto. El
pueblo estadounidense lo exige. Y también lo exige nuestra democracia.
Por supuesto que lo que he dicho esta noche importa poco si no unimos
fuerzas para proteger a nuestro más apreciado recurso, que son nuestros niños.
Han pasado dos meses desde Newtown. Sé que
esta no es la primera vez que este país ha sostenido un debate sobre la manera
de reducir la violencia armada. Pero esta vez es diferente. La abrumadora
mayoría de los estadounidenses, aquellos que creen en la 2ª Enmienda, ha unido
fuerzas en torno a una reforma de sentido común, como las investigaciones de
antecedentes que harán que sea más difícil para los criminales obtener un arma.
Senadores de ambos partidos están colaborando en la redacción de nuevas leyes
severas para evitar que alguien compre armas para su reventa a los criminales.
Los jefes de policía están pidiendo nuestra ayuda para eliminar de nuestras
calles las armas de guerra y los cargadores masivos de municiones, porque están
cansados de que se les supere en cantidad y potencia de armas.
Cada una de estas propuestas merece una
votación en el Congreso. Si usted quiere votar que no, esa es su elección. Pero
estas propuestas merecen un voto. Porque en los dos meses desde Newtown, más de
un millar de cumpleaños, graduaciones y aniversarios nos han sido robados de
nuestras vidas por la bala de un arma de fuego.
Entre los que perdimos se encontraba una
joven llamada Hadiya Pendleton. Tenía 15 años de edad. Le encantaban las
galleticas Fig Newtons y ponerse brillo de labios. Era batonista. Ella era tan
buena con sus amigos que todos las consideraban su mejor amiga. Hace sólo tres
semanas, estuvo aquí, en Washington, con sus compañeros de clase, actuando para
su país en mi toma de posesión. Y una semana después murió a consecuencia de un
disparo en un parque de Chicago después de salir de la escuela, a tan solo una
milla de distancia de mi casa.
Los padres de Hadiya, Nate y Cleo, se
encuentran en esta sala esta noche, junto con más de dos docenas de
estadounidenses cuyas vidas fueron destrozadas por la violencia con armas de
fuego. Ellos merecen un voto.
Gabby Giffords merece un voto.
Las familias de Newtown merecen un voto.
Las familias de Aurora merecen un voto.
Las familias de Oak Creek, Tucson,
Blacksburg y de un sinnúmero de otras comunidades desgarradas por la violencia
armada todas merecen un simple voto.
Nuestras acciones
no evitarán todo acto de violencia sin sentido en este país. En
efecto, ninguna ley, ninguna iniciativa, ningún acto administrativo resolverán
perfectamente todos los problemas que he delineado esta noche. Pero nunca
se nos puso en esta Tierra para ser perfectos. Se nos puso en esta
Tierra para hacer la diferencia que podamos, proteger a esta nación, ampliar
las oportunidades y defender nuestros ideales mediante la ardua labor, a menudo
frustrante, pero totalmente necesaria del autogobierno.
Se nos puso en
esta Tierra para cuidar de nuestros conciudadanos estadounidenses de la misma
manera que ellos se cuidan entre sí todos los días, por lo general sin
fanfarria, en todo el país. Debemos seguir su ejemplo.
Debemos seguir el
ejemplo de una enfermera de la ciudad de Nueva York llamada Menchu
Sánchez. Cuando debido al huracán Sandy se cortó la luz en el hospital
donde trabaja, no pensó en qué le habría ocurrido a su vivienda sino en los
preciados veinte recién nacidos que tenía a su cuidado y el plan de rescate que
ideó para mantenerlos a salvo.
Debemos seguir el ejemplo de una mujer del Norte de Miami llamada Desiline
Victor. Cuando llegó al centro de votación que le correspondía, se le dijo que
la espera para votar podría ser de seis horas. Y a medida que pasaba el
tiempo, su preocupación no era su cuerpo cansado ni su dolor de pies, sino si
las personas como ella llegarían a expresar su voluntad. Hora tras hora,
una multitud de personas permanecieron en la cola para que ella se sintiera
apoyada. Porque Desiline tiene 102 años de edad. Y estas personas
estallaron en aplausos cuando ella por fin se puso una etiqueta que decía "Ya
voté".
Debemos seguir el ejemplo de un agente de policía llamado Brian
Murphy. Cuando un hombre armado abrió fuego contra un templo sij en
Wisconsin, y Brian fue el primero en llegar, él no tuvo en cuenta su propia
seguridad. Él luchó contra el hombre hasta que llegó más ayuda, y ordenó
a sus compañeros agentes que protegieran la seguridad de los estadounidenses
que se encontraban en el interior del templo, incluso mientras yacía sangrando
en el suelo por las doce heridas de bala recibidas.
Cuando se le preguntó cómo pudo hacerlo, Brian respondió: "Es que así
somos".
Es que así somos.
Podemos hacer trabajos diferentes, y usar uniformes diferentes, y
tener puntos de vista diferentes a la persona a nuestro lado. Pero como
estadounidenses, todos compartimos con orgullo nuestro título:
Somos ciudadanos. Es una palabra que no se limita a describir nuestra
nacionalidad o situación legal. Ella describe la forma que somos.
Describe aquello en lo que creemos. Capta la idea persistente de que este
país solo funciona cuando aceptamos ciertas obligaciones mutuas y con las
generaciones futuras; que nuestros derechos se funden con los derechos de los
demás y que, ya bien adentrados en nuestro tercer siglo como nación, sigue
siendo la tarea de todos nosotros, como ciudadanos de estos Estados Unidos, ser
los autores del siguiente gran capítulo de nuestra historia americana.
Gracias, que Dios los bendiga y que Dios bendiga a los Estados Unidos
de América.
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THE WHITE HOUSE
Office of the Press Secretary