Columna. (Marlani
Sánchez. @marlanisanchez)
En
ocasiones hay tanto de qué escribir, y tanto de qué no hacerlo. El tiempo
habla, besa y cachetea, te portes como te portes, lo primero, ahora, lo segundo
y lo tercero, dependerá de si te portas bien o mal, respectivamente. Aún no
tengo muy claro sobre qué escribir, quizás debería decirles que eso me sucede
exactamente todas las semanas, quizás. No deben creer todo lo que por aquí se
dice. He estado indagando y las musas se fueron de rumba anoche, y amanecieron,
pudieran estar por despertarse, y ellas borrachas se ponen mucho más
divertidas. Vamos a darles un chance.
Ahora
mismo me llega un tuit, es un mensaje directo, “DM”, como le dicen. ¿Cómo me
exigen que entienda y tolere a los que te pretenden por esa vía?. Unicromosómicos.
Mi cerebro no llega pá llá. No puedo.
En
una clara apología de mis muy constantes y casi siempre voluntarios desbordamientos temáticos se me antoja decirles que
hay un asiduo lector de esta columna (créanlo, existe, hay uno) que me ha
solicitado en varias oportunidades que escriba de erotismo del bueno, del puro,
casi rancio (no, jamás el erotismo podrá ser rancio), creo que para
tal cosa, como para ejecutarla, una debe estar
preparada psicológicamente, generalmente los periodistas (¿ya les dije que soy
periodista?) no estamos preparados para nada de lo que escribimos, y menos si se trata de mediocres,
o burdas imitaciones de escritores a los que nadie lee. Siempre estamos con la
Espada de Damocles del bendito “cierre de edición” a cuestas y terminamos
poniéndole punto y final a cualquier mamarrachada. Solo cuando encontramos el
tiempo perdido, por estos tiempos más perdido que nunca, nos lucimos con una
investigación genial digna de algún perdido Premio de Periodismo, ese les juro
no es mi caso en la actualidad, ya me he ganado casi todos los premios que por
aquí han entregado, en realidad todos, y, debo confesar que, nuevamente,
decepcionaré a quizás el único lector -asiduo- de estas tristes líneas. Fíjense,
no he tenido las horas que requieren la dedicación para escribir del desenlace
del caso de los asesinatos en San Fernando de Apure de Sergio Hernández y Johan
Escalona ocurridos el 24 de julio del año 2007, sí, hay desenlace.
Así
que, hoy, amigo mío, no estoy para erotismo, al final del día, cuando se ponga
ese sol de los venados hermoso por estos lares, ya veré, aunque seguramente, no
lo escriba, no en una hoja, quizás en una suave piel que solo dos podamos leer.
Ese
no era el desbordamiento temático al que hice referencia, o sea que el
desbordamiento fue doble, como el que miente y lo niega. Era que, gracias a
esta profesión mía me ha tocado nuevamente recorrer estas pampas, este llano,
mi cámara, tanto como mis ojos se han embelesado nuevamente, qué paisajes, qué
fotografías, Apure es una bella fotografía, quizás pocas cosas tenemos que
agradecer los fablistanes de este oficio, y vean, mi cámara y yo hemos tenido
motivos, los más recientes los publiqué en la red social del pajarito.
He
estado pensando y pensando, el reloj matándome los ojos, el editor esperando
esto, no solo el lector erótico habrá sido decepcionado, él también, ¿yo?, yo
me indulto, al fin y al cabo yo soy yo, y uno tiende a justificarse sus asuntos
más abstractos y desproporcionados, nada, no me llega ningún titular, voy a
volver a leerla a ver…
Que
se han confirmado 125 casos de H1N1 en Mérida y 9 en Zulia,
que la Fiscal General de la República, Luisa Ortega, propuso incorporar el
delito de femicidio a la Ley sobre los Derechos de la Mujer (yo estoy de
acuerdo Fiscal; a la mujer ni con el pétalo de una rosa, ni con el látigo de la
indiferencia…), que La Hojilla sale del aire, que la Asamblea Nacional acaba de
aprobar un crédito de más de 513 millones para importar papel toalé, jabón de
baño, toallas sanitarias y pañales, yo sabía, yo lo sabía, de a dos rollos por trasero era muy poquito...