Prensa. Diario El Nacional.
En un altar de La Piedrita ya lo
proclaman santo. Su figura se vende en la calle, en la web, incluso en tiendas
esotéricas. El Gobierno hizo del Cuartel de la Montaña un mausoleo para que sea
venerado y en su nombre inauguran plazas y estadios. Algunas instituciones del
Estado también difunden su foto como único símbolo de la revolución, otras ya
dejaron de hacerlo
Santo Hugo Chávez de La Piedrita. Ellos
mismos lo canonizaron, sin Vaticano de por medio. El altar en su nombre se
levantó hace poco más de un mes en lo alto de ese barrio donde habita el grupo
armado más temido de la parroquia 23 de Enero: el colectivo La Piedrita. El
monumento es una versión en pequeña escala del mausoleo en honor del fallecido
presidente que fue instalado por el Gobierno en el Museo Histórico Militar.
Jesucristo, Bolívar y Chávez aparecen como
una suerte de Santísima Trinidad en una gran pancarta que está como telón de
fondo de una réplica chiquita de la lápida de mármol gris donde están los
restos del jefe del Estado. En una foto enmarcada, el comandante se encuentra
con la fallecida dirigente popular Lina Ron, quien funge de María Magdalena.
Una serie de bustos de íconos revolucionarios, hechos de arcilla por un
artesano de la zona, fueron erigidos a los lados de ese panteón popular en el
que nunca faltan ni las flores ni la custodia de un soldado de la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana habilitado para proteger la obra de ese grupo al margen de
la ley.
Ese jueves, el uniformado está solo. Nadie
más visita a esa hora el monumento. Es difícil y peligroso entrar en ese barrio
cuyas calles están cerradas con rejas eléctricas y custodiadas por este grupo
que ha sido acusado de posesión de armas largas y de estar implicado en varios
delitos, incluso el homicidio. “Territorio liberado” lo
autodenominan. “El altar fue construido por el colectivo La Piedrita con
sus propios recursos”, cuenta el joven militar que cuida el templo popular
creado para honrar la figura de quien fuera jefe del Estado de Venezuela por 14
años.
La idea de santificar al líder no nació en
La Piedrita. En el barrio de abajo, Elizabeth Torres, integrante de la
comuna Simón Bolívar, destinó un espacio al lado de su kiosco para construir el
altar que bautizó Santo Hugo Chávez del 23, el cual fue noticia curiosa en
medios nacionales e internacionales hace dos meses. Torres está dedicada
a su cuidado y a diario recicla y arregla las flores que le envían los
militares que custodian el Cuartel de La Montaña, que está a pocos metros de
allí.
Las rosas, los claveles y las coronas que
llevan los visitantes al sitio donde está enterrado Chávez terminan junto al
busto del comandante hecho de anime que preside el centro de devoción creado
por Torres. “Se nos fue muy pronto, todos los días hablo con él, es como Dios,
que amó tanto a sus hijos que dio la vida por ellos”, dice y llora. Las
lágrimas no paran mientras muestra los regalos que han llegado y que conserva:
coronas de Ecuador, banderas de Argentina. Se detiene en uno que parece una
respuesta mágica al tema de la inseguridad: “Este corazón de madera se lo trajo
una señora a la que le secuestraron el hijo cerca de la frontera. Ella le rezó
a Chávez y, como al muchacho lo soltaron, vino a darle las gracias”.
Tras su muerte, la imagen del presidente,
destinada a convertirse -según sus seguidores- en un mito continental, parece
haberse anclado en el imaginario popular de un sector de la población que lo
siente y lo llora genuinamente como a un familiar.
El monumento máximo para exaltar a Chávez
es el Cuartel de la Montaña. El Gobierno hizo de éste su altar oficial, su
museo. Ningún presidente venezolano ha tenido jamás tamaño homenaje. Al
principio había colas de tres y cuatro horas, ahora –aunque un metrobús
gratuito facilita la llegada- cada vez hay menos visitantes.
El semiólogo Humberto Valdivieso,
investigador sobre cultura visual, asegura que lo que sucede es que la imagen
de Chávez sola no tiene sentido. “Él fue una figura icónica construida por sí
mismo desde su oralidad, una oralidad que no está conectada a un
monumento ideológico ni de infraestructura. Su forma de comunicación era muy
contemporánea y funcionaba como las redes sociales: su discurso estaba en
constante actualización, iba cambiando su contenido en tiempo real de acuerdo
con las circunstancias”.
Añade Valdivieso que estrategia era su
potencia. “Él era una voz que acompañaba permanentemente a la gente. Pero eso
es ahora su debilidad como imagen. Este país se caracteriza por una
memoria muy corta, como el mito ya no está hablando, esta sociedad
sobresaturada de estímulos lo olvida. Al desaparecer su habla, desaparece
su figura”.
Durante su mandato, Hugo Chávez Frías fue
figura omnipresente en el país. Toda la imagen del Gobierno. Todo el
poder. Su símbolo único. Desde aquel “por ahora” con el que se dio a conocer
ante la opinión pública el 4 de febrero de 1992, durante el frustrado golpe de
Estado al presidente Carlos Andrés Pérez, fue guionista, actor, director, productor
y editor de la revolución bolivariana. Cada inauguración, cada misión, cada
noticia, estaba casada con su presencia incansable en los medios de
comunicación.
En vida, Chávez fue la representación
gráfica del Gobierno. Su cara era emblema de todo: su foto junto a cualquier
candidato local era garantía de triunfo. Cada anuncio, cada publicidad, cada
documento estaba asociado a su rostro.
Después de su muerte, su imagen
sobresaturó los medios. Los recursos oficiales se invirtieron en perpetuarla.
El politólogo Guillermo Tell Aveledo considera que el Gobierno, en especial el
presidente Nicolás Maduro, la utiliza con el propósito de proyectar que el
ideario sigue vigente.
El dibujo de sus ojos y su firma se
pintaron en las fachadas de las construcciones de la Misión Vivienda y de
varios edificios del Estado. La Dirección de Cultura del municipio Rangel de
Mérida anunció que colocará en el aeropuerto local la primera estatua pedestre
del comandante. Pero se le adelantaron: el embajador de Venezuela en Cuba
plantó su busto en la Sierra Maestra, la emblemática montaña de esa isla. Y en
Fuerte Tiuna se inauguró un estadio con el nombre de Comandante Supremo de la
Revolución Bolivariana con su respectiva estatua del presidente en versión
beisbolista. Ipostel creó una serie de estampillas y postales con sus
fotos. Se dice que el Banco Central de Venezuela sacará un billete con su cara.
Las noticias reflejan que se construyen plazas Hugo Chávez en La Ceiba
(Trujillo) y Perijà (Zulia). En Moscú inauguraron una calle.
Las televisoras públicas le rindieron
homenajes efusivos. Vive TV creó la serie animada de dos capítulos Chávez
Nuestro que Estás en los Cielos, que muestra al presidente rumbo al
edén en una cabina del Metrocable. VTV difundió un cortometraje de animación
muy similar, hecho por la cooperativa Barrio TV, que relata la llegada del
presidente al Paraíso y el encuentro con su abuela Rosinés y algunos íconos de
la revolución como Bolívar, el Che, Alí Primera y Salvador Allende. En
Venezolana de Televisión permanece una publicidad con un credo que reza,
en un intento de hacerlo eterno: “Creo en Chávez, el cristo de los
pobres". No han faltado otros homenajes: el X Festival Internacional de
Poesía le rindió tributo, porque escribió algunos versos (es decir, era poeta).
El Premio Nacional de Periodismo porque, aunque no estudió esa carrera, era
considerado un “comunicador social en constante batalla contra la mentira
mediática”. El desfile de la Batalla de Carabobo le rindió honores. Sus fotos
protagonizaron el acto como si él hubiese dirigido a los patriotas en 1821. Él
y no Bolívar.
Sin embargo, cree Aveledo que la
repetición de la imagen de Chávez se ha convertido en una trampa para el propio
Gobierno: “Mientras más le recuerden al pueblo la figura mitificada de
Chávez, más notarán las diferencias con el presidente actual, es un espejo al
revés, la imagen de Chávez lo que revela es que Nicolás Maduro no es él. Por
una parte, Chávez es lo único popular que tiene el Gobierno, pero su exposición
extrema obliga necesariamente a la comparación”. Añade que Chávez queda
entonces como el bueno de la partida. “Él no es testigo de los resultados de
sus políticas públicas, sobre todo en el área económica. Poca gente asociará
sus acciones con las consecuencias, van a ser culpa de su heredero”.
Quizás por eso poco a poco su imagen ha
ido desapareciendo como marca de Gobierno. Por ejemplo, ya dejó de ser el
cabecero de casi todas las páginas web de organismos y empresas del Estado. Aún
el Ministerio de Agricultura y Tierras, el de la Mujer y Corpoelec mantienen su
imagen como portada, pero otros entes la han relegado a un link o simplemente
ha desaparecido, como en el caso de los ministerios de Salud y Educación. Los
canales televisivos repiten su imagen, pero en menor proporción que las semanas
después de su muerte.
III. 2 por el precio de 1
A la vez, Chávez se multiplica en objetos.
La imagen del revolucionario socialista entró en las leyes del mercadeo y la
publicidad, del capitalismo salvaje. El líder que iba a unir el continente en
una sola nación es el souvenir de la República Bolivariana de Venezuela.
Aún en vida, la figura de Chávez se vendía
en coroticos. Ahora todavía más. “La iconografía chavista ha incrementado tanto
sus representaciones como sus usos: de ser un souvenir o, simplemente, un
objeto que representaría el apoyo a la causa política, pasó a ser una especie
de objeto-fetiche con el cual perpetuar la imagen del líder”, expresa la
historiadora del arte Grisel Arveláez.
Convertir a alguien en objeto, para Aveledo,
hace que se diluya como figura histórica y se transforme en una imagen sin
contenido. Ejemplifica con el Che Guevara: puede llevarlo en una franela un
adolescente en Europa sin saber muy bien quién es, sólo tiene un barniz
informativo sobre él. Lo mismo, a su juicio, puede pasar con el comandante
Chávez: una forma sin fondo.
Un vendedor de El Silencio exhibe
franelas, fotografías, bolígrafos, llaveros, destapadores con la imagen de
Chávez y la frase: “Recuerdo del Cuartel de la Montaña”. No es el único
que tuvo esa idea. Por las calles circundantes, otros buhoneros comercian con
los mismos objetos. Se repiten las fotos y los adornitos. Sin embargo, un
vendedor ambulante que coloca sobre un mantel en la acera diversas postales del
presidente se queja: “Ya no se vende tanto como antes”. Asegura que cuando
acabe de vender el lote de imágenes, no comprará otro. Cambiará de ramo.
Ya hay sitios especializados que venden
diseños exclusivos. Algunos compradores van por real interés, otros por
curiosidad o por simple broma. Un puesto del mercado de buhoneros que está
ubicado en la estación de Bellas Artes y una tienda del hotel Alba Caracas se
han dedicado únicamente a comercializar productos con la imagen del fallecido
presidente. Relojes, zarcillos, collares, vasos y la última novedad: franelas
con la imagen fosforescente de los ojos de Chávez para que se pueda ver en la
oscuridad. De todo. Rafael, dueño del cubículo de Bellas Artes, dice orgulloso
que su comercio fue reseñado en una guía turística. “Acá vienen de todas
partes, hasta gringos, y me compran”.
Otros trabajadores informales también se
lucran sin pagar derechos de autor. En la autopista venden CD quemaítos de
música interpretada por un Chávez en faceta de cantante. También una versión
pirata de Cuentos del arañero, un libro que el Ministerio de
la Cultura publicó el año pasado de un Chávez en modo escritor.
Nuevos objetos salen al mercado. Como
cuando hay temporada de beisbol o una serie televisiva de alto rating, el
sentido empresarial llevó a un grupo editorial a publicar en abril un álbum de
barajitas alusivo a la vida del revolucionario. En algunos kioscos del centro
se vende. 5 bolívares el cuaderno. 5 bolívares el sobre con 4 imágenes.
Tampoco las páginas web de compra-venta
han pasado la oportunidad de comercializar la figura. En Mercado Libre,
Chávez se vende en varios modelos y precios, incluso por 75.000
bolívares se ofrece un busto de 1,2 metros de alto fabricado en Mérida y que
hasta el momento no ha tenido comprador.
La imagen del presidente también está a la
venta en contadas tiendas esotéricas del centro, junto a pequeñas efigies de
José Gregorio Hernández, el Negro Primero, Simón Bolívar o el Indio Guaicapuro,
algunos íconos de las cortes de María Lionza. Sólo un local de la avenida Baralt
y otro de la calle Sur 4 de Quinta Crespo ofertan imágenes de un Chávez de 1
metro de estatura vestido de militar. Las esculturas de cerámica están
fabricadas en San Antonio del Táchira y cuestan entre 750 y 1.100 bolívares.
En algunos comercios no las tienen
porque ya se agotaron, otros se niegan a venderlas: consideran un irrespeto
rendir culto a una persona que acaba de fallecer. Entre los espiritistas
muchos consideran que aún no es tiempo de hacer rituales invocando al líder de
la revolución. “Los espíritus sólo bajan después de los 3 años”, indica una
médium que trabaja en la calle Eduvigis de Petare, por eso se niega a hacer
trabajos que involucren al presidente. “Quien diga que está bajando a Chávez
está mintiendo”, asegura otro cultor de María Lionza que trabaja en la Baralt.
En la vía del embalse La Mariposa hay
numerosos altares del espiritismo. En ellos están Bolívar, Don Juan del Dinero,
la India Tibisay, la Negra Matea, Juan Vicente Gómez, los Santos Malandros y
muchos otros. Pero el comandante no. Por ahora. Sin embargo, los miembros de un
centro espiritista del lugar se ofrecen sin tabú a hacer un ritual si el
cliente les lleva la efigie de Chávez. “No hay problema”, dicen y están
dispuestos a negociar un precio. El mercado le gana al mito.
Su puesto en el mercado de buhoneros de
Bellas Artes es visitado por turistas de todo el mundo. “Hasta gringos”,
expresa animado. La especialidad de su negocio es única y exclusivamente la
figura del comandante. En gorritas y franelas que manda a estampar, en CD y DVD
quemaítos. “¿Lo quiere cantando en los Aló, Presidente o
quiere las canciones que él compuso y cantan otros?”, pregunta mientras hace un
inventario de su oferta comercial.