Prensa.
Diario El Nacional.
La nueva modalidad de delito es atribuida a las “pirañas”, mujeres que
van en grupos de tres para cometer las agresiones
JOSÉ JAVIER MORONTA
Mariana Rodríguez, de 21 años de edad, no denunció en la policía que el
mes pasado le robaron el cabello en el centro de Maracaibo porque pensó que no
le creerían y que se burlarían de ella. “Me robaron, pero tengo que resignarme.
Llegué llorando a mi casa. Es fuerte. Tuve que ir a una peluquería para que le
dieran forma a lo que quedó”.
La cabellera que lucía a la altura de su cintura quedó por los hombros
en un instante. Señaló que recuerda que dos mujeres de mal aspecto se le
acercaron y con una tijera de jardinería le cortaron la melena que por mucho
tiempo cuidó con dedicación. Sabía de los robos en Maracaibo, pero nunca pensó
que le tocaría a ella. Pensaba que se trataba de un simple chiste.
“Yo caminaba con mi teléfono y sentí que alguien me miraba. De repente,
dos mujeres se me acercaron. Creí que venían por mi teléfono, pero sentí un
jalón de pelo en la cabeza y cuando me toqué me di cuenta que no tenía pelo. No
pude hacer nada”. Dijo que aunque no hubo maltrato, no quiere que eso le ocurra
a otra persona.
Como ella, muchas mujeres no denuncian este tipo de agresiones, y lo
demuestran las estadísticas de la Policía de Maracaibo. Alejandro Querales,
director del cuerpo de seguridad, indicó que no hay expedientes relacionados
con este nuevo delito. “Los robos de cabello se atribuyen a ‘las pirañas’,
rateras que se llevan vestidos, carteras, cualquier cosa. Su particularidad es
que andan en grupos de dos, tres y cuatro”. Exhorta a denunciar para que la
policía pueda actuar.
Nuevo negocio. En el centro de Maracaibo hay mujeres que llevan el
pelo recogido. Este tipo de agresiones ocurre con frecuencia en Las Pulgas y
Las Playitas, mercados con pasillos amplios que permiten a los delincuentes
escabullirse sin ser atrapados. En centros comerciales cerrados también se han
reportado casos, aunque en menos cantidad porque suelen contar con vigilancia.
“Hay que ir con cuidado por la calle porque uno no sabe”, aseguró Norma
León, de 35 años de edad, que tiene una melena larga que lleva escondida debajo
de una gorra. No duda de la existencia de un mercado negro de cabello, pero
exhorta a los salones de belleza a no comprarlo.
Se dice que las melenas son convertidas en extensiones, que son vendidas
en 2.000 bolívares, pero a Ezequiel Yoris, propietario del salón Ezestilo, no
le han ofrecido ninguna. Las que tiene –naturales y sintéticas– las consigue a
través de una empresa mexicana y las vende a 14.000 bolívares.
“Las extensiones pueden ser de 14, 16, 18, 19 y 22 pulgadas. Mientras
más pulgadas tienen, son más costosas. Cada paquete trae un metro”, dijo. Él
conoce de los robos en Maracaibo. De hecho, atendió a una adolescente de 16
años de edad a la que le cortaron el cabello en el centro. De acuerdo con su
experiencia, es poco probable que el pelo de una persona sea ofertado en un
salón de belleza poco después de ser robado porque para convertirlo en
extensiones debe pasar por una máquina especial. “Yo creo que eso va hacia al
exterior”, dijo Yoris.
Brigitte López, estilista en el centro comercial Sambil Maracaibo, señaló
que el precio de las extensiones depende de la marca, largo y color. Pueden
oscilar entre 3.000 y 6.000 bolívares. Indicó que el tipo de cabello que más se
vende es el negro porque es más común, regularmente es natural y no está
expuesto a tantos químicos, como pudiera ocurrir con el rubio o el rojo: “No me
ha tocado atender a nadie a quien se lo hayan quitado, pero un estilista le
ofreció a mi hermana 15.000 bolívares por su melena, pero ella dijo que no. Lo
cuida mucho, lo tiene castaño natural y de 60 centímetros”.
Leyes. “El cuerpo humano, y cualquiera de sus partes –en este caso, el
cabello– no puede robarse o hurtarse. No entra en la tipificación de los
delitos contra la propiedad”, dijo el abogado Alberto Arteaga en referencia a
lo que sucede en Maracaibo. Indicó que debe considerarse como un bien mueble,
de acuerdo con el Código Penal.
Quien corte el cabello a otra persona y sea capturado no incurre en
delito. Sin embargo, es distinto cuando el cabello está separado del cuerpo y
destinado para la venta, por ejemplo, y es apropiado con violencia “Lo que se
ha visto podría manejarse como violencia, en este caso contra la mujer, o
lesión, pero todo dependerá de la forma en que le quiten el cabello”, aseguró.
Considera que esto pone en evidencia una nueva forma delictiva que
compromete a las personas y demuestra la pérdida de valores de la sociedad.
Cuando se redactó este trabajo nadie había sido capturado por robo de cabello
y, como la situación marca un precedente, no está claro cómo procedería penalmente
la policía ante estos casos.