Prensa. Diario El Nacional.
GERARDO GUARACHE OCQUE
La velada que comenzó con Wisin
casi termina con Yandel, pero el cierre de la 14 entrega de los Grammy Latinos
no sonó a reguetón sino a salsa. El ganador de un gramófono honorífico, Oscar
D’León, acompañado por artistas como Ismael Miranda, Willy Chirino, Tito
Nieves, Cheo Feliciano y José Alberto “el Canario”, le puso broche caribeño a
una velada que finalizó con un premio, por la grabación de “Vivir la vida”, a
Marc Anthony.
Desde la tarde, cuando se
celebraba la ceremonia no televisada –en la que se entrega la mayoría de los
premios verdaderamente musicales–, comenzaron las manifestaciones de júbilo de
venezolanos a través del Twitter: Reynaldo Armas, gran exponente de la música
llanera, ganó con El caballo de oro en la categoría mejor álbum folklórico, en
la que competían Gaélica, Gualberto Ibarreto y C4 Trío. El rock nacional
también vibró. Será, osada apuesta discográfica de La Vida Bohème, venció en el
renglón dedicado al mejor disco que se hizo en su género en Iberoamérica. Los
artistas del país que fueron postulados y asistieron al Mandalay Bay Center de
Las Vegas, incluidos músicos como José Luis Pardo, de Los Amigos Invisibles, y
miembros de Famasloop, se reunieron para una fotografía como si fuera una
fraterna delegación deportiva.
El resto de los candidatos cayó
en sus categorías. Yordano ante Caetano Veloso; y Guaco, que con su Escultura
batalló por el premio al mejor álbum del año, vio celebrar a Robi Draco Rosa.
El puertorriqueño venció gracias Vida, obra que presentó como una suerte de
ofrenda a Dios por haber ganado su batalla contra el cáncer.
A Pitbull, que representa un
exceso de los organizadores de la ceremonia televisada del Grammy Latino, actuó
una vez más y se llevó los honores en mejor interpretación urbana, por el tema
“Echa pa’ allá (manos pa’ arriba)”, que grabó con el percusionista caraqueño
Manuel “Papayo” Corao. La mejor canción en esa casilla fue “Ula ula” del dúo
argentino Illya Kuyaki & The Valderramas, que tuvo la oportunidad de
entregar un premio con Miss Universo, la venezolana María Gabriela Isler.
El colombiano Carlos Vives
festejó su regreso al mainstream. Actuó, bailó sin gracia y se llevó galardones
en tres categorías, entre ellas la de mejor canción (“Volví a nacer”).
Alejandro Sanz, quien recientemente recibió un doctorado honoris causa de la
Berklee School of Music de Boston, también alzó los brazos. El mejor álbum pop
vocal contemporáneo fue su obra La música no se toca, cuya pieza homónima
interpretó en directo.
La guatemalteca Gaby Moreno fue
la artista revelación. Natalia Lafourcade ganó en dos renglones por su disco
Mujer divina, que realizó en homenaje al creador Agustín Lara, en el que buena
parte de la producción y los arreglos le correspondió al venezolano Gustavo
Guerrero, ex líder de Cunaguaro Soul.
Lafourcade actuó. También lo
hizo Marc Anthony, Enrique Iglesias y Pablo Alborán. Pero un solo número puso
de pie a los presentes. La persona del año, Miguel Bosé, recorrió cuatro
rincones del escenario. En uno lo esperó Laura Pausini, en los siguientes
estaban Juanes y Ricky Martin y, al final, el eterno “Amante bandido” actuó
solo para demostrar porque es uno de los artistas más queridos y admirados por
sus colegas y el público.