Prensa. IARTES. Teresa Quilez.
La plástica nacional está de
duelo, partió físicamente en Caracas a
los 91 años de edad el maestro José Luis Pietrini el pasado 6 de enero siendo
que el martes 7 de enero cremaron sus restos.
El alma y legado de este artista
que formó parte de los Creadores Visuales de Venezuela, vivirá por siempre.
Al respecto, Rebeca López, directora del Gabinete Estadal
de Cultura del estado Monagas, dijo que este emblemático artífice del hecho
artístico, orgullo de la plástica
monaguense, padecía de algunos quebrantos
de salud. Igualmente dijo que su salud se había resentido con la tristeza que
lo embargaba hace un tiempo desde la
muerte de su esposa.
Impregnado de sabiduría y
sencillez valoraba cada detalle de la vida y así lo podemos apreciar en el
registro que le hiciera el programa bandera Creadores Visuales de Venezuela
donde decía: “El arte en sí no tiene explicación. A veces me dicen que Dios te
bendiga tus manos, y yo les digo eso no es mano, la mano es un instrumento”. Porque para este artista el secreto radicaba
en buscar la belleza de la vida: “ver algo bello en una piedra, en un pocito,
que otro no lo ve”.
Inmerso en el paisaje, Pietrini
exaltó sus raíces y el entorno caripense con “una obra madura e impecablemente
elaborada desde el punto de vista técnico y compositivo, bajo los cánones del
realismo y la figuración, para la cual hizo uso del óleo, el bolígrafo, la
sanguina, el carboncillo, el lápiz y el marcador” algo que combinó con la
acuarela, el óleo.
Así se refleja en el texto de
bolsillo sobre la vida de este pintor y escultor nacido en Caripe, estado
Monagas, el 6 de agosto de 1922, el cual forma parte de la Colección Arte
Venezolano de la cartera cultural, año 2009, con texto de Marisa Mena. En ese
sentido podemos resumir el contenido:
Pietrini desde que era muy niño
mostró gran interés por la pintura, en una época que lo más importante del
nacimiento de un varón en una familia era la llegada al mundo de un futuro
trabajador agrícola. No obstante su madre lo estimulaba y le compraba colores y materiales cada vez que venía a Caracas.
En ese devenir dos becas fueron
muy importantes, una cuando el general Eleazar López Contreras en una visita
que hizo a Caripe al ver los dibujos de
Pietrini lo beca para que termine los estudios de primaria en Caracas cuando
contaba apenas con 13 años. La
otra beca fue más importante puesto que cristalizó sus sueños de convertirse en
artista plástico y fue cuando en 1937 se hizo acreedor del Primer Premio del Concurso
de Artes patrocinado por el Diario La Esfera, donde fue calificado como niño
prodigio e ingresa en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas Cristóbal Rojas
de Caracas donde recibe clases de Alfredo López Méndez, Rafael Ramón González,
Pedro Ángel González, Francisco Narváez y Juan Vicente Fabianni.
Posteriormente abandona los
estudios, cuando en 1945 Isaías Medina Angarita deja la Presidencia de la
República y se rescinden todas las becas. Se desempeña en diversos oficios en
la capital, la mayoría relacionados con las artes gráficas, como grabador,
litógrafo y director de arte y bocetista. Entre otras cosas diseñó estampillas
para el Estado al tiempo que llevaba a cabo sus primeras exposiciones
individuales.
A los 60 años de edad regresó a
Caripe, a Teresén, se dedicó por entero
a su trabajo plástico como pintor y escultor, además de haber hecho incursiones
como escritor. “José Luis Pietrini es poseedor
de una obra extensa y sólida enmarcada dentro de cánones del realismo y la
figuración e influenciada por el Círculo de Bellas Artes y la Escuela de
Caracas, de donde parte su amor por el paisaje venezolano y caripense en
particular de allí su enfoque paisajista en lo que refiere al manejo brillante
del color, la luz y la textura”.
“Cronista visual por
excelencia, pinta lo que ve y lo que
siente.”
“En su faceta como escultor ha
elaborado relieves de tema histórico pero su obra más notable es Homenaje a la
caficultura caripeña (1992) conocida también como la Diosa del café. Se trata
de una figura femenina realizada en yeso y vaciada en bronce, que en sus siete
metros de altura y desnudez simboliza a una recolectora de café, en homenaje a
la idiosincrasia de este pueblo de la costa oriental que dese tiempos remotos
ha cultivado este alimento”.
Paz a su alma.
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