Prensa. Diario
El Nacional.
Los
cultores aspiran a que la tradición también sea patrimonio de la humanidad,
como ocurrió con los Diablos Danzantes y la Parranda de San Pedro
EMILY AVENDAÑO
LAUDELYN SEQUERA
En
las costas de Venezuela se prepara el repique de los tambores. Los cumacos y
las curvetas comenzarán a sonar mañana en la noche para celebrar el Velorio de
San Juan Bautista y el martes conmemorar el nacimiento del santo. “Esta fiesta
no puede desaparecer”, asegura José Uribe, de la Federación de Cofradías de San
Juan Bautista en Aragua.
Unos
357 san juanes saldrán al son de los tambores en 7 estados del país. Para
garantizar que la celebración no se borre de la memoria de los creyentes, el
grupo hace gestiones para lograr el reconocimiento de Patrimonio Inmaterial de
la Humanidad por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura.
Deben
empezar por casa. Uribe informó que antes de acudir a la Unesco solicitarán a
la Asamblea Nacional la declaratoria de Patrimonio Nacional. “Hay que darles un
apoyo contundente a estas celebraciones que buscan mantener al pueblo en
conexión con sus tradiciones”.
De
acuerdo con la Unesco, el patrimonio inmaterial permite conservar la diversidad
cultural frente a la creciente globalización. Se caracteriza por ser,
simultáneamente, tradicional y contemporáneo; integrador, representativo y ser
reconocido por la comunidad. Estas fiestas deben formar parte de los catálogos
patrimoniales del país.
Víctor
Rago, antropólogo que ha asistido a las convenciones de la Unesco en las que se
escogen las tradiciones que integrarán la Lista Representativa del Patrimonio
Cultural Inmaterial de la Humanidad, opina que no es extraño que los cultores
de diversas manifestaciones busquen obtener este reconocimiento. “Cuando se
produce la declaratoria hay una responsabilidad asociada al Estado, que se
compromete a proveer los recursos necesarios para asegurar la salvaguarda y
continuidad de la celebración, la creación de programas de asistencia directa a
los cultores, tomar medidas que eviten los efectos de la comercialización
excesiva de la fiesta y proteger el espacio físico donde se realiza”. Rago
agregó que la comunidad encargada de la celebración también asume
responsabilidades para preservar la manifestación: “No se trata de la
fosilización del fenómeno cultural. Hay que entender que estas fiestas forman
parte de la vida cotidiana o de circunstancias específicas de las personas, por
lo que están dotadas de vitalidad y dinamismo, y tienen propensión al cambio.
Ahí radica la dificultad”.
Celebraciones
precursoras. La Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural
Inmaterial data de 2003. Las primeras tradiciones nacionales incorporadas a la
lista fueron los Diablos Danzantes de Venezuela, el 6 de diciembre de 2012, y
la Parranda de San Pedro de Guarenas y Guatire, el 5 de diciembre de 2013.
Miguel Berroterán, coordinador general del Centro de Educación Artística Andrés
Eloy Blanco y representante de la parranda de San Pedro, afirmó que la
declaratoria implica una responsabilidad mayor: “Es muy difícil conseguir el
reconocimiento, pero muy fácil perderlo”. Al cultor le preocupa que las
interpretaciones que se hacen de la historia que cuenta la parranda, ahora que
es más conocida, desvirtúen sus orígenes. “Es una celebración que tiene más de
200 años de historia y es única en el mundo”. En Guatire hay 5 agrupaciones que
representan la parranda y en Guarenas 1, que suman más de 500 sanpedreños.
Gracias
a su condición de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, reciben más apoyo de
las autoridades nacionales y de la empresa privada.Sin embargo, este año la
fiesta no tendrá tarima porque no pueden costearla ni consiguieron quien la
donara. “El Ministerio de la Cultura duplicará este año el apoyo monetario.
Extraoficialmente hemos escuchado que le darán 30.000 bolívares a cada parranda
para las fiestas”, dijo Berroterán.
Los
Diablos Danzantes de Naiguatá se han hecho más cuidadosos de la danza, la
vestimenta y las máscaras. “La devoción al Santísimo Sacramento es una
celebración netamente religiosa. No se trata de disfraces o de danza de
proyección. Es una danza religiosa”, subrayó Kelvis Romero, presidente de la
Cofradía de los Diablos de Naiguatá. Esta tradición tiene más de 400 años en
Venezuela. Elio Iriarte es el cajero mayor de estos diablos. Ha formado parte
del ritual desde hace 44 años, gracias a Siriaco Iriarte, quien hace medio
siglo era el capataz mayor de la cofradía y le enseñó a tocar los tambores. “Es
un orgullo ser patrimonio. Nosotros tenemos la particularidad de que somos la
única diablada que no entra a la iglesia, salvo para la misa de los diablos
difuntos que se hace el martes antes de Corpus Christi”.
En
Naiguatá son más de mil los cultores de esta fiesta. Romero informó que el
Estado les otorgó 72.000 bolívares para la celebración.
Aspirantes.
Son varias las tradiciones que aspiran a engrosar la lista de la Unesco. El
Tamunangue, danza característica de la fiesta de San Antonio, que se celebra
los 13 de junio, propia del estado Lara, fue declarada Patrimonio Cultural de
la Nación el 7 de junio y su ambición de conseguir el reconocimiento
internacional se reavivó con el nombramiento de los Diablos de Corpus Christi.
Carlos
Marrón, fundador de la Red Nacional de Burras y Burriquitas Tradicionales de
Venezuela, aseguró que este grupo tiene tres años haciendo gestiones para
lograr la declaración. “Lo hacemos por la defensa y salvaguarda del patrimonio,
para reafirmar la diversidad cultural del país y porque se mantengan los
elementos propios de la tradición sin que se tergiverse”. Las gestiones
incluyen la realización de un censo nacional y la activación de los grupos en
los 14 estados en los que tienen presencia para que la celebración sea elevada
al patrimonio cultural de cada región. Una vez hecho esto sumarán cada
expediente y lo llevarán al Centro de la Diversidad Cultural, que es el
organismo encargado por el Estado para impulsar las tradiciones en las
convenciones de la Unesco.
El
mapoyo y la curagua en la cola
Venezuela
tiene un expediente en curso en la Unesco. El país espera que este año pueda
sumarse la tradición oral mapoyo y sus referentes simbólicos a la lista de
salvaguardia urgente. La comunidad indígena mapoyo la integran alrededor de 400
personas asentadas en el municipio Cedeño del estado Bolívar. Es una lengua caribe
que se encuentra en situación crítica, debido a que quedan pocos hablantes y
algunos de ellos presentan severas limitaciones en su competencia.
Para
el ciclo 2015-2016, Venezuela presentó un expediente para incorporar el
conocimiento y tecnología relacionados al cultivo y procesamiento de la curagua
a la lista de patrimonio inmaterial. La curagua es una planta, de la que se
fabrica un hilo que permite elaborar chinchorros, sandalias y artesanía. El
proceso de extracción del hilo de curagua es completamente artesanal y no
requiere maquinaria. Los implementos utilizados son elaborados por el
productor. El hilo se elabora en el municipio Aguasay del estado Monagas.
San
Juan es el único santo, junto al Niño Jesús, al que se le celebra el nacimiento. 2.000
personas integran la cofradía de los Diablos de Yare. Es la diablada más
grande, seguida por la de Naigutá, formada por unos 1.000 promeseros.