Opiniòn. Luis
Borges.
El
común denominador del venezolano, luego de un revés electoral, se convierte en
una especie de protestante católico que cree en la democracia pero no quiere
votar más, así como el protestante que defiende la biblia pero desconoce la
autoridad de la Iglesia como tal. Defender la democracia sin ejercer el voto es
como decir creer enDios y no conservar la Iglesia, apartándose y debilitándola
a sabiendas de que tanto en la democracia como en la religión, no basta con
querer para hacer, y para hacer hay que ocupar ciertos espacios. ¿Cómo se
defiende una democracia sin votos? ¿Cómo se expresarse libremente sin medios de
comunicación? ¿Qué religión en la historia se ha perdurado sin su propia
institución? La política no es ajena a la religión, de hecho sin la política,
la religión sería sólo una corriente literaria tan popular como la narrativa,
tan apasionante como la poesía y tan misteriosa como la historia. Así lo
entendió Constantino en el año 325 D.C. el hombre que fusionó la religión con
la política y el estado, dando lugar a la mayor suma depoder terrenal más
grande de todos los tiempos. Política + religión = el Vaticano, aunque suene
frívolo en parte es cierto. Ciudadanos + votos =gobierno. Ciudadanos sin voto =
“sin comentario”.
Una
parte importante del comportamiento del elector venezolano obedece a reacciones
emotivas, casi irracionales y surrealistas. Es común al menos en América
Latina, idolatrar a líderes políticos, sobre todo aquellos que sabiendo las
debilidades del “soberano”, se tornan carismáticos, se dice de dirigentes que
aparecen en túneles del metro o como pájaros que silban mientras vuelan en
círculo sobre algún asno. Pero inversamente cuando hay una decepción entre las bases
y el liderazgo, ocurre una desconexión emocional entre el liderazgo y el
llamado pueblo, desconexión que trasciende más allá de lo tangible y
circunstancial y se convierte en un problema coyuntural, llegando a la
separación del votante respecto al ejercicio del voto por el hecho de haber
sido decepcionado y no seguir confiando. Esta reacción, propia de todo
ciudadano que ve frustrado su ansiado jubilo sentimental, sacude a la gente
como si de un duelo se ha tratara. El abstencionismo representa un peso mayor
en la responsabilidad de los líderes y dirigentes que tienen la tarea de hacer
oposición al gobierno (cosa más difícil a veces que ser gobierno) tienen la
tarea de evadir las estrategias del contrario, sobrevivir al juicio político de
las bases contrarias y de paso resucitar su caudal de votos que depende del
estado de ánimo del elector decepcionado.Tamaña tarea, luchar con el adversario
mientras consuela a su aliado.
Ante
la primera valoración post-electoral de quien ha perdido en los resultados, nunca
falta quien diga que un revés electoral es un fracaso. Si así funcionara la
lógica política nadie remontaría elecciones, no tendrían sentido las segundas
vueltas porque el que perdió ya estaría sentenciado, carecería de “razón de
ser” los procesos revocatorios que están en manos de quienes perdieron ante el
mismo ser que aspiran poder revocarlo. Es como la paradoja del abuelo según la
cual si viajas en el tiempo y matas a tu abuelo antes de que haya concebido a
tu padre, tú mismo te habrás eliminado. Desde luego que el despecho electoral
obedece a reacciones sentimentales, eso no escapa del análisis y las
estrategias de los políticos más y mejor preparados. En la cosa política el
azar es el peor invitado y para el despecho moral se preparan incluso los que
van punteando ante un posible revés en los resultados. Venezuela, claro, es la
reina del ratón moral después de perder un proceso eleccionario. Aquí la gente
quiere calle desde una cuenta en Twitter, quieren ganar pero si es larga la
cola “mejor me voy, un voto menos no es para tanto”. Quieren mejores
gobernantes pero insulta a suspropios candidatos y si no ganan, aseguran: “yo
nunca confié en ese carajo”. Los más fanáticos quieren protestas y que salga un
arrecho, ahí está Leopoldo, muy preso y ahora se oye decir: “Yo sabía que no
debía entregase ese carajo”. Dicen ¡Capriles es un vendió! pero todavía silban
¡Hay un camino! y dicen con unasonrisa, “verg… si le echó bol… ese flaco”.
En este país el
problema es el elector, no los candidatos.
¿Cuánto
pesa un voto que se pierda por la abstención? Pesa más que el voto que
contribuyó a la victoria del contrario.Por lógica consecuencial un voto de un
lado anula al voto del otro lado y la cuenta es igual a cero, la diferencia
radica en quién mueve ese voto más. Es un empate numérico como si nada hubiese
pasado, un juego 0 a 0 es lo mismo que un empate 2 a 2 desde el punto de vista
del resultado inmediato, no importa cómo se anote el otro tanto, uno más es la
diferencia y ese uno más suele quedarse acostado. Apostar por no votar es
facilitar el triunfo perfecto del contrario. Nunca debe concebirse la idea de
la abstención, incluso si el árbitro es una pieza de poco confiar. La
abstención de uno, por excelencia es el escenario perfecto del otro. Por cada
voto que se pierde en la indiferenciay la apatía, se le ahorra tiempo, dinero y
esfuerzo al contrario. La reforma de la constitución es el mejor recordatorio
de la vulnerabilidad de la aplanadora oficialista sumada al “mejor sistema del
mundo” que tarda diez horas en emitir resultados automatizados. La efectividad
de la maquinaría voraz depende de la debilidad de quién no se mueve a
contrarrestar el resultado. Si en diciembre de 2013 hubiese votado no menos del
75% de los electores que su fragaron por Henrique Capriles en Abril del mismo
año, todo fuese diferente al menos en los posteriores resultados. El método de
medición de fuerzas entre las masas es el proceso electoral, las marchas y
protestas son instrumentos de la sociedadcivil, en la calle se presionan los cambios
pero estos sólo se logran votando. El caracazo no sacó a Pérez, Calos Andrés
salió por vías del sistema judicial, no por el caracazo. El error de #LaSalida fue creer que la
protesta por sí sola, iba a lograr los cambios. La sociedad civil presiona y
los partidos se deben a la conversión del sentir social en disposición de voto.
Si la sociedad civil se divorcia de los partidos, ni en el peor escenario un
gobierno perdería unas elecciones. Muchos no entienden que a la sociedad civil
no se le puede entregar la responsabilidad de los partidos ni imponerle a los
partidos el ritmo de la sociedad civil. La protesta cívica y eficiente,
debilita. Los partidos lo traducen en votos y el que quiera golpe o muerto que
tome un curso de democracia de inmediato.
¿Es
confiable el Consejo NacionalElectoral? No, y no hace falta explicar por qué no
hemos confiando. ¿Gozan de valoración positiva los partidos? No, pero son los
partidos quienes diseñan estrategias, promueven candidatos, capacitan testigos,
procuran financiamiento para la maquinaria, cuidan los votos y es menester
ocupar el espacio de la política partidista, abandonarlo es dejar nuestra
suerte en manos de los menos aptos. La excusa de que no me gusta Fulano, no me
gusta Mengano, me cae mal Perensejo, es muy odioso Sultanejo, sólo llevan a una
pregunta. ¿Ud se va a casar conellos o se los va a llevar a vivir a la casa?
¿Qué ha hecho Ud para que haya otros dirigentes en los partidos? Ciertos
cambios sólo ocurren desde dentro. Integrarse, proponer, debatir, movilizar,
opinar, protestar, planificar, ejecutar, motivar y votar, son los diez
mandamientos de un partido, ese que Ud juzga y cuestiona pero desde fuera no se
logran los cambios. Tomemos el ejemplo de Jorge Mario Bergoglio. No son ocultos
los vicio dentro de la iglesia católica pero ha logrado más Francisco I desde
dentro del Vaticano que los logros de las corrientes disidentes que atacan
desde fuera a una Iglesia que no tiene la culpa de los actos de algunos de sus
huéspedes. El Vaticano funciona igual que un estado soberano, de hecho es el
estado más pequeño de la comunidad de naciones, con gobierno, patrimonio, leyes
y el más respetado cuerpo diplomático.
Un
ladrón en la familia no hace criminal a toda la familia. Un sacerdote
inescrupuloso no representa a una religión ni a su credo, es un individuo
aislado. Un político que yerre no es razón para dejarmorir la democracia. Un
voto que se abstenga sí puede ser el principio de una crisis que marque el
destino del estado.
En
la democracia hay un solo credo. Creo en el “yo voto” todopoderoso, para
ponerlos y deponerlos. Creo en las elecciones, su única hija, nuestra señora,
quien fue concebida por obra y gracia de la constitución del estado. El que no
vote por un país libre padecerá bajo el poder de Poncio Pilatos.
Por
cierto, no fue culpa de Pilatos quela gente eligiera a Barrabas, por eso la
crucifixión fue irreversible. O votamos las veces que haga falta o
nosentregamos, no hay otra salida.
@borgesluis
l_borges_c@hotmail.com