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La
Orquesta Sinfónica de Venezuela arriba a sus 85 años de actividad
ininterrumpida. Precursora en el movimiento sinfónico nacional, producto de la
ardua labor de músicos que trabajan activamente para elevarla al sitial de
honor que ocupa hoy como La Pionera. Generación Protagonista OSV es un espacio
para que todos puedan conocer la vida y obra de quienes accionan con
dedicación, absoluta entrega y mucha pasión en pro de ofrecer la mayor calidad
artística a nuestra institución. En esta primera entrega, Hugo Narváez, es uno
de los integrantes más jóvenes de La Sinfónica. Con casi un año en nuestras
filas, tiene claro lo que significa Orgullo OSV.
Evelyn
Navas Abdulkadir, Prensa OSV. Hugo Rafael Narváez Licone cambió su vida
apacible en su natal San Fernando (Estado Apure), por la congestión de una
Caracas siempre efervescente, para proseguir sus estudios a los 16 años. Su
talento le precedía. Inició sus estudios de niño, por voluntad de un padre
convencido totalmente de que la música es buena para el alma, la mente y el
cuerpo también. Así que bajo la tutela de Freddy Flores y Miguel Gamboa se
introduce en el estudio de un instrumento vital en toda orquesta sinfónica
desde el siglo XIX y muy usado en la música de jazz, además de ser clave para
la Big Band, donde suele interpretarse en pasajes solistas. Hablamos del
trombón, de la familia viento-metal.
Hugo
Narváez ingresó en la Orquesta Sinfónica del Estado Apure. En el 2009 se alista
en el Conservatorio de Música Simón Bolívar, donde cursa actualmente su séptimo
año. Ya estaba escrito en su destino que sería músico de por vida, pues su
único interés era estar todo el día en la escuela de música.
Recibió
clases de los maestros Ángel Subero, Javier Colomer, Brandt Attema, Jorgen Van
Rijen, Obeed Rodríguez, Pedro Carrero, Tom Elliott, Jaime Morales, Branimir
Slokar, Christian Lindberg, entre otros. También ha participado en festivales
internacionales como el Perú Low Brass y Trombonanza de Argentina. Además de
formar parte de la Orquesta Sinfónica de Venezuela es también miembro del
Venezuela Trombón Ensamble, Union Brass Quintet, Ensamble de Metales Titán y de
la Academia Latinoamericana de Trombones y Bombardinos, donde ha ganado el
concurso interno por cuatro años consecutivos.
A
los 22 años gana en audición un puesto al lado de su profesor Obeed Rodríguez,
quien es Trombonista Solista. Para un joven músico con un sueño largamente
acariciado, fue una meta lograda: “Preparar la audición para una orquesta
profesional, como lo es la Orquesta Sinfónica de Venezuela, no es nada fácil.
Se requiere de mucha estrategia y alto nivel al momento de enfrentarla.
Recuerdo que fue uno de los retos más grandes que he afrontado porque
moralmente tienes que estar preparado para fallar también. Puede que sea tu
día, cómo puede que no”, dice con total sinceridad, pero sí fue su día.
El
mes de ensayo y total concentración para esa audición rindió grandes frutos.
Por su mente circulaban imágenes de la orquesta, de los conciertos, con un
nuevo integrante, se veía en las filas de viento-metal. Miles de emociones le abordaban.
Así que cuando se enteró de la decisión final, simplemente explotó de alegría:
“Algo increíble. Tanto tiempo luchando por ese momento, y finalmente allí
estaba, el propósito obtenido. Llamé a mi familia inmediatamente, estaban muy
felices porque fueron años preparándome para cuando se presentara la
oportunidad”, nos comenta.
Hugo
Narváez ingresó a la Orquesta Sinfónica de Venezuela el 27 de mayo de 2014.
Tiempo después fue convocado para su primer concierto y entre risas dice: “Es
algo que nunca voy a olvidar, porque no sabía en la responsabilidad en que me
había metido. Cuando la orquesta tocó la primera nota en conjunto me dije ‘esto
es lo que quiero’, y desde ese momento todo mi enfoque fue hacia ella”.
Orgullo y
Compromiso
Estar
sentado junto a grandes maestros, profesores que han formado a generaciones de
músicos que hoy despuntan en otras latitudes, debe ser intimidante para alguien
tan joven como Hugo Narváez. Al ser consultado sobre qué sintió, cuando ya era
oficial su ingreso, explica: “Lo podría resumir en una sola
palabra…‘Compromiso’, tanto para con el público, como para con mis compañeros”.
Ser
parte de la primera orquesta creada en nuestro país y la de mayor trayectoria
ininterrumpida en América Latina, es todo un desafío y marca una distinción
para quien porta su emblema, su uniforme: “Para mí, la OSV se distingue por su
moral hacia el público, su alto grado de compromiso y por el hecho de que
mantiene sus valores intactos, y eso vale más que la fama. Son generosos en el
recibimiento hacia los nuevos integrantes y son impecables en ética
profesional”.
En
su primer ensayo, Hugo Narváez interpretó con la Orquesta, la Fantasía
Evocativa de Luis Ochoa: “Me marcó porque es de muy alto nivel de exigencia y
aparte de eso, fui invitado para ser el primer trombón con dos grandes músicos,
como lo son los maestros Angelo Pagliuca y Eduardo Medouze. Saquen sus
conclusiones de cómo me sentía”.
Como
todo joven, siempre activo y en constante crecimiento, no cavila mucho en el
futuro: “A diario cuando tomo mi instrumento y empiezo a estudiar no pienso en
el porvenir. Amo tocar, así como amo la música y lo que hago a diario. Disfruto
el proceso y eso me llena de ganas”. Es consciente de que el trabajo tesonero,
la dedicación casi exclusiva a su instrumento y el estudio constante, marcan el
rumbo de su trayectoria como músico y artista. Por eso no ve como un sacrificio
dejar la vida social: “Lo más duro es estar alejado de la familia desde tan
muchacho. Pero en vez de ir a fiestas, prefiero estudiar. La vida del músico es
un poco solitaria, estás disponible para tu instrumento las 24 horas del día, 7
días a la semana. Todo lo demás pasa a segundo plano”, nos revela. Aún así,
saca tiempo para ejercitarse físicamente, una influencia que le viene de sus padres,
pues es atleta de CrossFit y Men’s Physique Amateur.
Así
es como Hugo Narváez combina su presente con las memorias que atesora, aquellos
momentos en que tocaba en casa con su papá y que aguarda en su corazón. Sabe
que la música también siembra valores, que la cultura ayuda a los ciudadanos a
ser mejores y a expresarse a través de las Bellas Artes: “Estoy claro en el
aporte que hace La Sinfónica al movimiento cultural venezolano y a la sociedad
en general. La cultura tiene que ser de calidad para guiar a jóvenes como yo,
por el camino correcto”.
Es
mucho lo que Hugo Narváez tiene por recorrer en la Orquesta Sinfónica de
Venezuela, que este año cumple 85 años de fundada. Este joven trombonista nos
da una pista sobre cómo dejar huella en una institución consolidada:
“¡Haciéndolo cada día mejor! Estoy en la fila donde anteriormente estaban
grandes maestros para mí, como lo son Miguel Sánchez y Domingo Pagliuca; es una
gran responsabilidad dejar tu huella, pero siempre se puede hacer la
diferencia”.
Hugo
Narváez, como músico y a nivel personal, confirma que trata de ser mejor
persona cada día: “Respetar, tener modales, ser puntual y leal. Es un trabajo
difícil, pero el cambio –que tanto pedimos en la sociedad- empieza por uno
mismo. Como músico trato de ser distinto. De emprender proyectos nunca antes
intentados”. Quizás por eso oye toda clase de música, para ilustrarse, aunque
aprecia géneros populares como la salsa y el merengue, sin dejar de estudiar,
por supuesto, las obras del repertorio académico, sobre todo las del período
barroco, renacentista y clásico.
La
actividad frenética de las redes sociales no pasa desapercibida para Hugo
Narváez a quién pueden seguir en Facebook con su nombre, pero en Twitter usó
algo de ingenio y creatividad y hay que buscarlo por @HpoUsauGneO y si aman
Instagram está como hmusicnfit_: “Actualmente son una plataforma de muchísimo
apoyo para los músicos. Puedes darte a conocer con solo click y en el caso de
grandes artistas, interactuar con sus seguidores. ¡Una maravilla!”.
Con
este perfil del trombonista Hugo Narváez, la Orquesta Sinfónica de Venezuela
rinde homenaje a toda la juventud de Venezuela. Es esa energía y dinamismo de
estos talentos la que inyecta a nuestra institución una razón para seguir
evolucionando en el tiempo.
“Tuve
la oportunidad de conocer a Hugo Narváez como mi alumno en el año 2003, ya que
para esa fecha estaba al frente de la cátedra de Trombón en el Conservatorio de
Música Simón Bolívar, y era uno de esos alumnos que por ser del interior le
tocaba ver clases cada 15 días.
Doy
gracias a Dios, primeramente, por la oportunidad que me dio de conocerle. Desde
ese momento hemos mantenido una muy buena relación. Hugo es un joven talentoso,
con mucha disciplina, sincero, noble, gran amigo y con un alto nivel de
responsabilidad, dispuesto en seguir siempre adelante en cualquier
circunstancia.
Es
muy gratificante poder ver cómo ha ido evolucionando y no dudo que seguirá en
pro de su crecimiento. No imaginé que 11 años más tarde estaríamos juntos en la
OSV, labor que ha venido desempeñando con gran profesionalismo y liderazgo.
Ha
sido una gran adquisición para la institución, realmente disfrutamos el
privilegio de hacer música juntos y estamos convencidos mutuamente de que este
era el plan perfecto de Dios, porque reconocemos que el talento que tenemos nos
los ha dado Él.
Sigue
siempre adelante, querido Hugo, no cambies la disciplina que tienes, tanto para
practicar el Trombón, tu alimentación y tus ejercicios, de lo cual no dudo, te
favorecerá para llevar una vida llena de salud y poder seguir desempeñándote en
la labor musical profesional que haces con el Trombón en diferentes fases. Dios
Te Bendiga Hoy y Siempre”.
Tu
Amigo,
Obeed
Rodríguez
Solista
Trombonista
Orquesta
Sinfónica de Venezuela