Prensa. EFE.
La
escalada de tensión entre EE.UU. y Venezuela promete inyectar un cierto sabor
“amargo” a la Cumbre de las Américas que se celebrará en un mes en Panamá, y
que prometía ser un espacio de celebración del acercamiento entre los Gobiernos
estadounidense y cubano, según analistas consultados hoy por EFE
La
decisión del presidente estadounidense, Barack Obama, de declarar este lunes
una “emergencia nacional” por el “riesgo” que supone la situación en Venezuela
para la seguridad de Estados Unidos marca un punto bajo en las relaciones de
ambos países, cada vez más debilitadas desde que se quedaron sin embajadores en
2010. La dura declaración de Obama, considerada “contraproducente” por algunos
analistas, ha recibido una reacción airada del presidente venezolano, Nicolás
Maduro, y el rechazo de varios de los aliados de Caracas en el continente, como
el mandatario ecuatoriano Rafael Correa o el expresidente cubano Fidel Castro.
Esa
renovada tensión entre EE.UU. y Venezuela podría estropear el ambiente de la
Cumbre de Panamá, que parecía destinada a suponer la culminación del histórico
acercamiento anunciado en diciembre pasado entre Washington y La Habana, dado
que Obama coincidirá allí con el presidente cubano, Raúl Castro.
“La
fuerte retórica de Washington hacia Venezuela inyectará una nota amarga a una
cumbre presidencial que iba a ser una celebración del acercamiento entre
Washington y La Habana”, dijo a Efe Michael Shifter, presidente del centro de
estudios Diálogo Interamericano. “Latinoamérica seguirá celebrando la decisión
de Obama respecto a Cuba, pero estará decepcionada y perpleja por esa retórica
innecesariamente agresiva contra Venezuela”, añadió.
El
contraste entre la relación de EE.UU. con Cuba y con Venezuela será tal, que
los fotógrafos se centrarán en “mostrar las sonrisas entre Obama y (el
presidente cubano, Raúl) Castro” y retratar a la vez cómo el mandatario
estadounidense y Maduro “se evitan”, afirmó a Efe Roberto Izurieta, profesor de
la Universidad George Washington.
Desde
el anuncio del deshielo con Cuba en diciembre, el Gobierno de Obama no ha
ocultado su intención de que ese acercamiento repercuta también en una mejor
relación con otros países del continente, al eliminar un obstáculo que muchas
veces había perpetuado en la región una imagen autoritaria de Washington. En
ese sentido, es más que probable que EE.UU. se tope con comentarios muy duros
en su contra de varios líderes del continente.
“Todo
lo que ha ganado Estados Unidos regionalmente con la normalización de
relaciones con Cuba lo opaca con estas medidas agresivas hacia Venezuela”, dijo
a Efe David Smilde, experto en Venezuela en la Oficina de Washington para
Latinoamérica (WOLA). “Los países de la región tienen como prioridad numero uno
la soberanía de los estados, y consideran (estos) anuncios de la Casa Blanca
como una regresión en la diplomacia”, agregó el analista.
Eric
Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas, coincide en que en
Panamá “no van a cumplirse las expectativas de una Cumbre perfectamente
armoniosa”. “Pero yo nunca he pensado que, solo porque EE.UU. y Cuba hayan
comenzado un deshielo de 50 años de antagonismo oficial, la Cumbre fuera a
convertirse en un gran nirvana de conversaciones pacíficas. Estados Unidos
sigue siendo un símbolo poderoso para muchos”, para bien o para mal, matizó el
experto.
En
la anterior Cumbre de las Américas, celebrada en 2012 en Cartagena de Indias
(Colombia), gran parte de la agenda quedó eclipsada por la protesta de muchos
países respecto a la ausencia de Cuba, provocada por la negativa de Estados
Unidos y Canadá a que el Gobierno cubano estuviera representado en la cita. Solventado
ese obstáculo, la tensión entre Washington y Caracas será la encargada de
agitar el debate en una reunión cuyo anfitrión, el presidente panameño, Juan
Carlos Varela, había promocionado como “una cumbre que va a encontrar un
continente unido”.
Con
ese escenario, según Farnsworth, EE.UU. debería explicar más claramente a sus
pares del continente que la declaración de “emergencia nacional” es simplemente
una “base legal” que permite a Obama imponer sanciones contra funcionarios
venezolanos. No obstante, apuntó Shifter, “el término ‘amenaza para la
seguridad nacional’ tiene ecos desafortunados de la política de EE.UU. hacia
Latinoamérica durante la Guerra Fría”, precisamente la misma impresión que
Washington se ha esforzado tanto en borrar con su acercamiento a Cuba.