Prensa.
Lider.
Se sabía que tarde o temprano llegaría
un Barça-Bayern con Pep Guardiola en el bando opuesto, igual que un día el
equipo catalán se tendrá que medir en la final de la Liga de Campeones al Real
Madrid, partido temido en Barcelona y en Madrid, por los daños colaterales que
generará en el perdedor.
Guardiola sigue siendo un ídolo en
Barcelona, o como mínimo una figura respetadísima en el barcelonismo, por ser
el artífice del mejor Barça de la historia y por haber logrado rizar el rizo
con el fútbol que implantó Cruyff, mejoró Rijkaard y encumbró el catalán, ya en
el primer año como líder en el banquillo del primer equipo.
Catorce copas le avalan, un historial
que venía precedido de una Liga con el equipo filial cuando estaba en la
tercera división, y que ha engrosado con su paso por Alemania, ya que gracias a
la Copa de Europa que logró el Bayern antes de que él llegase pudo disputar la
Supercopa de Europa y el mundial de clubes, títulos que la pasada temporada
obtuvo, igual que el Bundesliga, campeonato este último que hace unos días
reeditó.
Guardiola, responsable del triplete de
la temporada 2008-09 y del sextete del año 2009, sabe que este año en el
Barcelona persiguen la misma empresa, y que tienen bastante encarrilado el
objetivo. De hecho, hasta su amigo Luis Enrique
Martínez, entrenador azulgrana ahora, no esconde que le motiva esta empresa,
aunque con los pies en el sueño se ha referido a ella como una palabra que le
invade el pensamiento "pero que igual que puedes ganar tres, también te
puedes quedar con cero".
En uno de los partidos más atractivos
que se pueden ver en Europa, mañana en el Camp Nou van a coincidir en la zona
de banquillos dos perfiles pulidos en el Barcelona y que se han sucedido en los
cargos. Cuando Guardiola dejó el filial para la
aventura del primer equipo, Luis Enrique tomó las riendas del equipo B. Y una
vez que Pep abandonó el Barça, el asturiano es ahora el dueño del vestuario
catalán.
Ambos se profesan el máximo respeto,
dentro de una amistad que no esconden, y que arranca en el día que el asturiano
decidió abandonar el Real Madrid para unirse al Barça de Bobby Robson en la
temporada 1996-97. Ahora los caminos de ambos han tomado
direcciones diferentes, pero han vuelto a reencontrarse en la lucha por un
objetivo común, como es estar en la final de Berlín para alzarse con la Liga de
Campeones.
Guardiola pisará por primera vez mañana
el Camp Nou en el banquillo del rival, y después de la traumática eliminación
la temporada pasada contra el Real Madrid hará lo imposible para llevar a su
nuevo equipo a la final de Berlín, ya que se ha fijado la consecución de la
Liga de Campeones como el gran objetivo de esta temporada, aunque para ello
tenga que pasar por encima de su Barça.
El equipo catalán, quizá en su mejor
momento de la temporada, por juego, resultado y forma física, llega con ganas
de devolver a la entidad bávara el varapalo que sufrió hace dos temporadas
cuando fue eliminado en las semifinales por un global de 7-0 (4-0 y 0-3). Ahora, el Barcelona muestra una imagen
radicalmente diferente del equipo que en las dos últimas temporada se ha topado
con el techo de las semifinales contra el Bayern hace dos años y los cuartos
contra el Atlético el año pasado.
Guardiola tiene enfrente un cometido muy
exigente, ya que si bien su equipo viene de ganar la Liga, ha caído en la Copa
y arrastra importantes dudas para configurar su mejor once, después de que hace
unos días se lesionase Arjen Robben mientras que Robert Lewandowski, también
lesionado, ha viajado y será duda hasta que arranque el partido.