Prensa. UN-Emen.-
Sequías
extremas, exceso de lluvia, calentamiento y acidificación de océanos, elevación
del nivel del mar, extinción de especies, hambre, sed y desastres naturales
inéditos enfrentará la humanidad si no trabaja desde ya en la reducción de los
gases de efecto invernadero (GEI), causantes del cambio climático.
El
fenómeno, del cual no queda duda científica, es producto del calentamiento
global. Los niveles de gases (dióxido de carbono, metano y otros) impiden que
las radiaciones infrarrojas que emite el planeta al calentarse salgan al
espacio, por lo que sube la temperatura.
Se
espera que 2015 sea el año más caluroso de la historia. Los científicos afirman
que el planeta debe mantenerse para 2100 por debajo de los 2 °C, a fin de
evitar que un desequilibrio en el efecto invernadero, que posibilitó la vida en
la Tierra tras la era de hielo, acabe con la humanidad.
La
Oficina de la ONU para la Reducción de Riesgos y Desastres (Unisdr) publicó
esta semana un informe que indica que desde 1995, “han muerto 606 mil personas,
4.100 millones resultaron heridas, damnificadas y desplazadas” debido a
catástrofes naturales.
Para
la directora de Unisdr, Margarita Wahlstrom, es evidente “la importancia de un
acuerdo climático en la COP21 en París”.
Desafíos
Combatir
el cambio climático requiere medidas contundentes y acuerdos vinculantes. La
vigésima primera Conferencia de las Partes (COP21) constituye el punto de
inflexión para avanzar en ese objetivo.
Retrasar
las acciones será costoso. Incluso, el papa Francisco en su encíclica Laudato
si salió en defensa del planeta, y llamó al mundo a tomar acciones. Pero, en
medio, persisten algunos temas espinosos.
La
quema de combustibles fósiles con fines energéticos en la industria o el
transporte es aún la base del crecimiento y desarrollo de muchos países. Reducir
las emisiones (mitigación) no es fácil, aunque la tarea es impostergable.
Por
otra parte, la mitigación y la adaptación a los efectos del cambio climático
requiere financiamiento de los países ricos a los más pobres, además de
transferencia de tecnología.
A
los efectos, la Organización Internacional de la Energía (OIE) prevé que la
inversión requerida para llevar adelante estos objetivos sería de 13,5
millardos de dólares.
La
mayoría de los países, incluidos Estados Unidos y China (los mayores contaminantes),
presentó sus compromisos para abocarse a la defensa del planeta. No obstante,
aún son insuficientes. Las expectativas sobre la cumbre del clima en París no
deben apuntar a que la cita resolverá el calentamiento global, pero debe sentar
las bases para coordinar la cooperación internacional.
Latinoamérica
Durante
la reunión preparatoria en Alemania, América Latina defendió sus posiciones
sobre desarrollo sostenible (transformación en economías y sociedades más
amigables con el clima), justicia (responsabilidad de los países desarrollados
en el cambio climático) y financiación para daños y pérdidas (impactos del
calentamiento global e imposibilidad de adaptación).
Al
respecto, la movilización de 100 millardos de dólares al Fondo Verde para
apoyar a los países en desarrollo en su acción climática debe ser ratificada.
La
ambición
La
COP21 y la urgencia de “salvar” el planeta, expresada por líderes mundiales,
activistas y científicos, han despertado tantas expectativas como en 2009 lo
hiciera la cita en Copenhague, la capital danesa. Lograr un acuerdo vinculante
es aún la mayor ambición.
En
el concierto de las naciones hay consenso sobre la necesidad de cumplir con esa
condición, aunque EEUU ha expresado sus reservas. Ya ocurrió con el Protocolo
de Kioto, que no fue ratificado por el Congreso estadounidense como vinculante.
Una
mayoría de expertos a nivel mundial confían en que París dé lugar a un nuevo
pacto global que limite el calentamiento, aunque no sea vinculante, según
sondeo de la firma GlobeScan and SustainAbility. El problema es global y su
solución debe serlo. El legado de los hijos de nuestros hijos, el futuro de la
humanidad, está en juego.