Los
diputados brasileños votaron el domingo por el impeachment de la presidenta
Dilma Rousseff, heredera de Lula da Silva, y dejaron al borde del precipicio a
la experiencia más emblemática del ciclo de gobiernos de izquierda en América
Latina.
Prensa.
AFP
“Los golpistas vencieron aquí en la
Cámara”, pero “esta derrota provisoria no significa que terminó la guerra”,
dijo a periodistas el líder de la bancada oficialista en la Cámara, José
Guimaraes, cuando los partidarios del impeachment llevaban una ventaja de más
de 200 votos. La moción de impeachmeent debe recoger la aprobación de 342
diputados de un total de 513 (dos tercios). Y había recogido 336, frente a 133
en contra, cuando aún falta emitir el voto de 44 legisladores.
La apertura de un juicio político de la
mandataria del Partido de los Trabajadores (PT) debe ser ratificada aún por el
Senado. En ese caso, asumiría el poder el vicepresidente Michel Temer,
inicialmente por un periodo máximo de seis meses, pero completaría el mandato
hasta 2018 si los senadores declarasen finalmente culpable a Rousseff, acusada
de manipulación de las cuentas públicas. La mandataria niega esas acusaciones,
y las atribuye a una conspiración orquestada por Temer y por el presidente de
la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, quien a su vez está acusado por
corrupción.
– ¿Fin del “lulismo”?
En Brasilia, los miembros del PT y de
movimientos sociales que seguían la votación por pantallas gigantes se
retiraban abatidos, sin esperar ya un cambio de tendencia. “Sabemos que se puso
difícil”, dijo Ronaldo Pinto, un profesor de historia. Del otro lado del muro
de un km tendido a lo largo de la explanada de los ministerios, los partidarios
del impeachment celebraban cada “sí” con fritos, aplausos, vuvuzelas y
tambores.
En Sao Paulo, sobre la avenida Paulista,
donde estaba reunida la oposición, los votos por el impeachment se festejaban
como si fueran goles, con bocinazos, saltos y banderas al aire.
El voto del domingo podría mostrar la
puerta de salida al “lulismo”, del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva
(2003-2010), figura emblemática del hoy maltrecho ciclo de gobiernos de
izquierda en la región.
“Para combatir el proyecto de poder y
corrupción de Lula y el PT ( ), voto sí por el impeachment”, dijo al anunciar
su voto el diputado Luiz Heinze, del PP, un partido que hasta la semana pasada
era aliado del PT. La crisis política
brasileña es observada con preocupación por el resto del mundo, a menos de
cuatro meses de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Rio.
– El día después –
Tanto Temer como Rousseff proponen un
“pacto” nacional para apaciguar al país y sacarlo de la recesión, pero el
camino se anuncia espinoso. “Independientemente del resultado de hoy, la crisis
va a continuar, e incluso se agravará, porque el lado perdedor va a utilizar todos
los instrumentos para boicotear a los ganadores. En cualquier caso, Brasil
amanecerá peor mañana”, dijo a la AFP el analista político André César.
Los mercados apostaron claramente por
Temer, en tanto que los sectores sociales que se beneficiaron de las políticas
de distribución de los años Lula temen una reversión de políticas. “El pacto de Temer será con los
movimientos más conservadores, que ya se posicionaron a su lado”, señala César.
Pero Lula, Rousseff y el PT no están dispuestos a dar el brazo a torcer tan
fácilmente. “No nos vamos a dejar abatir por esta derrota momentánea. La guerra
será prolongada”, advirtió Guimaraes.