“La
vida de los artistas es una tragedia, hay tragedia en la felicidad y en la
tristeza, sin duda es por eso que es tan difícil vivir con un artista”
Prensa.
Especial.
“Enfrentarse a un lienzo en blanco es
siempre un nuevo comienzo, es como una nueva oportunidad para hacer las cosas,
de renovarse, de reinventarse… es como un amanecer”, reflexiona el artista
Enrico Armas sobre el porqué de su más reciente exposición Amanecer, muestra
que se exhibe en los espacios de la Alianza Francesa, ubicada en Chacaíto,
Caracas.
Para Armas, esta muestra representa una
reinvención de su obra abstracta que rompe de alguna forma con la línea
plástica que ha venido trabajado en los últimos años, pero sin llegar a olvidar
aquellos elementos característicos, que hacen que sus piezas sean reconocidas,
aún sin mirar la firma.
A sus 58 años y con exposiciones en
Madrid, París, Milán y Nueva York, este creador plástico busca reinventarse.
Desde la entrada de su casa en lo alto de Colinas de Bello Monte se observa los
intentos de obras acertadas o fallidas que experimenta en sus ratos libres. Un
amplio jardín con vista a El Ávila invita a los visitantes a ingresar a uno de
los espacios más íntimos de un artista: Su taller.
Picasso –su gato– se mantiene amigable
con los extraños, pero vigilante de los invitados en ese espacio que Armas
comparte con pocos. Aunque es un lugar reducido, es suficiente para colgar de
la pared sus grandes lienzos; mientras que a un lado, en una mesa están sus
herramientas y materiales. Armas no es un artista de caballete.
“No me gusta la oscuridad de la noche,
pero es el momento en que más me inspiro. Pinto durante esas horas, es el
momento en que más me puedo concentrar, sin el ruido de la ciudad, sin que
nadie me interrumpa. Así nació Amanecer, en la madruga”, explica Armas mientras
retorna al amplio jardín. “Hoy está haciendo calor y afuera está fresco”.
Melancolía al atardecer
“El atardecer me pone triste, porque
muere un día”, continúa Armas mientras se acomoda en su silla y fija su mirada
en El Ávila, como intentando buscar aquello que tanto lo inspira y reconforta,
en medio de la calima que hoy oscurece a Caracas.
“Mi abuela lloraba todas las tardes, por
eso la tarde me da nostalgia. El amanecer en cambio, con sus colores
brillantes, esos colores que solo se ven en El Caribe, son propios del calor
que llevamos por dentro. No podría vivir en otro lugar, lo intenté, viví en
Sevilla y Andalucía, pero a los tres meses me regresé. La nostalgia por
Venezuela no me dejó avanzar”, comenta Armas sin el remordimiento que obligan a
sentir quienes reprochan su decisión.
Entiende que la situación que
actualmente vive el país es difícil, “pero un artista es del lugar de donde es,
aquí en Caracas está mi vida, mis amigos, El Ávila. Con todo y el caos en que
podamos tener, esto es lo que me inspira, mis recuerdos, mis vivencias. Yo no soy
español, yo no soy francés. Yo soy venezolano”, sentencia este creador que
reafirma en su comentario de que los artistas expresan en sus obras la memoria
de su entorno.
Aunque en esta etapa de su vida no
viviría fuera del país, Enrico Armas con apenas 20 años vivió en Niza
(Francia), tras conseguir una beca que le permitió estudiar gráficas antiguas.
Allí estuvo un año, según cuenta, cuando llegó los profesores de la Universidad
de Niza le dijeron que estaba muy avanzado, que lo inscribirían en último año,
pero sin derecho a título. “Yo acepté, era un chamo y lo único que pensaba era
que estaba en Francia para estudiar”.
Tras culminar el año de estudio se
residencia en París, lugar donde continuó sus estudios de arte. Allí tuvo la
oportunidad de conocer y aprender de grandes maestros. “Fue una etapa donde
hacía mucho arte conceptual y experimentaba diversas técnicas”, añade Armas,
mientras intenta recordar más detalles de esa época de su vida.
¿Artista, yo?
Era el principio de los años 80 y Armas decide
regresar a Venezuela. Si bien la experiencia en Francia había sido buena, Armas
llegaba al país con una gran duda: ¿Vale la pena ser artista? En su intento de
darse respuesta, se inscribe para estudiar Diseño Gráfico, para hacerse de una
profesión lucrativa, pero sus profesores le insistieron en que dejara la
carrera, pues él jamás sería diseñador: Tú eres un artista.
Armas narra que durante toda su carrera
ha tenido siempre la duda de quién es, “es importante preguntarse todos los
días quién es uno, y al responderme en mi caso: soy artista, ya tengo un camino
claro de adónde voy. La vida siempre se encargó de decirme qué es lo que soy.
Eso me permite seguir”.
Con mucho pesar manifiesta que los
jóvenes en la actualidad desconocen quiénes son, “en su mayoría se dicen llamar
artistas, pero son unos mediocres. No leen, no estudian, ignoran la real
esencia del arte”, explica Armas, quien a los 16 años ya había presentado su
primera individual de esculturas en bronce y recibido su primer cheque.
Este primer sueldo lo utilizó para
comprar un escaparate colonial que vendían en un anticuario. “Aún lo conservo,
pero en la sala de al lado de donde exponía había la individual de un español:
Picasso, pero por desconocer quién era, no adquirí un Picasso, por eso es
importante conocer qué te rodea y estudiar arte”.
Con casi 60 años y con varias obras en
la colección del Museo de Arte Contemporáneo, Enrico Armas finaliza confirmando
que ya se siente completamente artista, y aunque ya sabe cuál es su destino de vida,
su único proyecto futuro es “llegar al día siguiente. Vivo el Carpe Diem, no
hago muchos planes, soy de los artistas que no le gusta repetirse. Por eso un
día puedo pintar o pasar una temporada de ocio”. (FIN/ESPECIAL)