Columna.
Augusto Guevara Anzola
La vocación del Llano-Sur
Varios asuntos me impulsan a escribir
estas notas a saber. Primero, la formidable escasez de alimentos causada por la
incapacidad y por la corrupción de un gobierno que obliga a nuestros ciudadanos
a cruzar la frontera en busca de dichos alimentos. Ya no es sólo por la
frontera occidental hacia Colombia, también miles de venezolanos lo están
haciendo por la frontera sur hacia Brasil, a la altura de Santa Elena de Uairén
buscando a Boa Vista y, no se sorprendan si en los próximos días nuestros
connacionales también cruzan desde Puerto Páez en Apure hacia Puerto Carreño en
Colombia: a estas dos poblaciones sólo las separa el Río Meta, igual desde
Puerto Ayacucho, cruzando el Orinoco, con la simple utilización, en ambos
casos, de curiaras, canoas, bongos, remos, espadillas y canaletes.
Dado-madurismo amenaza con aniquilarnos
por inanición
Segundo, todo nos indica que muy pronto,
por la vía democrática y constitucional, instalaremos en Miraflores a un
presidente como el que necesita Venezuela y como el que queremos más del 80% de
los venezolanos, quien propenderá prioritariamente al abatimiento de la
hambruna dado-madurista que amenaza con aniquilar por inanición a todos los
habitantes de nuestro país.
Tercero, a diferencia de la zona norte,
en el sur de varios estados llaneros, se observa un colosal desempleo de hombres
y de tierras que, teniendo en cuenta la vocación de ambos para producir, con el
apoyo y la promoción del Estado, podrían, en tiempo relativamente breve,
contribuir con ese abatimiento, al tiempo que se iría venciendo la depresión
que hombres y tierras padecen allí.
Cuatro “puntas de lanza”
Cuarto, la segura elección de José
Gregorio Montilla en Apure, y de Antonio Barreto Sira en Anzoátegui, así como
la de Andrés Eloy Camejo en Barinas y de Pedro Loreto en Guárico como
gobernadores de esos estados, hombres, los cuatro, comprometidos con el
progreso y desarrollo productivo, así como con la redención social de sus
gobernados, nos garantizan “cuatro puntas de lanza” para emprender un trabajo
serio e importante en el asunto.
Quinto, al sur no se le conquista ni se
le doma, se le “gana”, se le redime con amor, con inteligencia, con voluntad y
con liderazgo, como en el pasado lo hizo el General José Antonio Páez y como
hoy lo hacen José Gregorio Montilla, Antonio Barreto Sira, Andrés Eloy Camejo y
Pedro Loreto en el llano, así como Andrés Velásquez en Bolívar.
Apure: hubo allí, hace muchos años, un
buen gobernador de nombre Armando Michelangelli. A pesar de las diferencias
políticas y de edad, me trató siempre en forma cordial y amistosa. Teníamos en
común la amistad de Adán Freites y en una oportunidad, nos encontramos los tres
en el despacho del primero, y yo aproveché para exponerles la idea que venía
trabajando: que era el fomento y desarrollo de grandes potreros de engorde en
Apure.
Les pareció bien, pero con una
diferencia geográfica, preferían para este fin el sur del Guárico de modo de
respetarle a Apure su vocación para “la cría y el levante”. Con bríos juveniles
mal manejados, reaccioné pésimamente ante mis amigos y hasta escribí un
artículo de prensa refutándolos con innecesaria y desconsiderada acritud.
Pasados tantos años y, habiendo adquirido experiencias importantes, cuanto
daría por verlos, abrazarlos, disculparme y admitirles la total razón que les
asistía. En efecto, es el sur del Guárico, especialmente entre Camaguán y
Guayabal, la mejor zona para ello,
además del sur de Barinas y de Anzoátegui.
Anzoátegui: cuando hace años yo
compartía oficina en Caracas con mi amigo Pancho Lusinchi, por allá llegaba con
cierta frecuencia un señor de apellido Seguías, cargado con un fajo de
carpetas; venía, supongo, -y debo subrayarlo- sólo supongo, en busca de
orientación profesional que le daba, y sigo suponiendo, otro gran amigo mío, el
economista Carlos Adrán. Según escuché muchas veces, el señor Seguías no gozaba
de especial credibilidad, pero esa circunstancia personal, no le quita
pertinencia a su idea de desarrollar integral, racional y científicamente La
Mesa de Guanipa, una estupenda extensión de tierras fértiles, aptas para el
cultivo agrícola dado que, por su altura, no son atacadas por las embestidas
del Orinoco.
Según mis averiguaciones, la Mesa tiene
vocación para la siembra de maíz, sorgo, girasol, caraotas, frijol, quinchoncho
y para cultivos menores como auyama, melón, ocumo, ñame, los cuales, no por
menores, dejan de ser buenos para la dieta del venezolano. Pero cuando hablamos
del sur de Anzoátegui, no podemos referirnos sólo a La Mesa de Guanipa. Existen
allí muchas miles de hectáreas aptas para la siembra de pastos para engorde de reses,
desde el sur de Pariaguán, orilla del Orinoco, hasta la población de Oritupano,
también en la margen norte del gran río.
Barinas: Cuando yo era niño, mi familia
engordaba sus mautes criados y levantados en Apure, en unos magníficos potreros
de pastos artificiales en la finca “El Teniente”, parte del Hato “La Trinidad”
propiedad de los señores Alfredo y José Manuel Franco, ubicada en la población
de San Antonio, al sur del estado Barinas, ribera norte del río Apure. ¡Cuánto
verdor el de aquellos pastos!!!. ¡que fértiles aquellas tierras!!!. Mi familia
celebraba todos los años el éxito del negocio.
Pero era sólo en verano, porque en
invierno las embestidas del río Apure impedían hasta el más pequeño atisbo de
optimismo. Estas de “El Teniente” son sólo una pequeña parte de los muchos
miles de hectáreas de tierras aptas para el cultivo de pastos que se extienden
desde las poblaciones de Nutrias, en sentido este, hasta el mencionado San
Antonio, y pasando por Santa Catalina, donde la familia Ramos, Don Felipe y
Doña Yamna (abuelos de los hermanos Tulene Ramos, mis amigos), provenientes de
algún país del Medio Oriente, cultivaban con mucho éxito pastos para el engorde
de mautes y también caña de azúcar para sus trapiches donde fabricaban el
papelón.
Las briosas embestidas del Río Apure
En las ya mencionadas poblaciones de
Nutrias, al sur de Barinas, se encontraba el Hato “Elba”, en el que sus
propietarios cultivaban también con mucho éxito pastos para el engorde ganado.
Eran ellos los señores Mantilla, padres de dos ministros del presidente Leoni,
Wenceslao y Manuel Mantilla, y abuelos de Beatrice, de Domingo Alberto, y de mi
malogrado amigo, Ramón Rangel Mantilla. Este hato, así como San Felipe en Santa
Catalina, a pesar de la feracidad de sus suelos, rendían sólo el 50% de sus
potencialidades limitados por las briosas embestidas invernales del río Apure,
ese mismo al que una atolondrada gobernadora pretendió “domar” desde el Palacio
de Gobierno, en San Fernando de Apure.
Guárico: muchos miles de hectáreas de
excelentes tierras se encuentran, como ya dijimos, entre las poblaciones de
Camaguán y Guayabal en el sur del Guárico, me lo habían dicho Armando
Michelangeli y Adán Freites. Se encuentran desde la desembocadura del río
Portuguesa frente a San Fernando, en sentido oeste-este hasta Boca Apure que es
la desembocadura de este río en el Orinoco. Muchas fincas, como “Terecay” de la
familia Reggeti en Camaguán, demuestran su vocación para cultivar pastos para
el engorde. Menciono también la finca de Angel Salas en Guayabal. Cito sólo dos
que son ejemplo de la bondad de la zona.
@aguevaraanzola
augustoguevaraa@gmail.com