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miércoles, 27 de julio de 2016

Columna: A la frontera por alimentos y medicinas por Augusto Guevara Anzola

Columna. Augusto Guevara Anzola
La vocación del Llano-Sur
Varios asuntos me impulsan a escribir estas notas a saber. Primero, la formidable escasez de alimentos causada por la incapacidad y por la corrupción de un gobierno que obliga a nuestros ciudadanos a cruzar la frontera en busca de dichos alimentos. Ya no es sólo por la frontera occidental hacia Colombia, también miles de venezolanos lo están haciendo por la frontera sur hacia Brasil, a la altura de Santa Elena de Uairén buscando a Boa Vista y, no se sorprendan si en los próximos días nuestros connacionales también cruzan desde Puerto Páez en Apure hacia Puerto Carreño en Colombia: a estas dos poblaciones sólo las separa el Río Meta, igual desde Puerto Ayacucho, cruzando el Orinoco, con la simple utilización, en ambos casos, de curiaras, canoas, bongos, remos, espadillas y canaletes.

Dado-madurismo amenaza con aniquilarnos por inanición
Segundo, todo nos indica que muy pronto, por la vía democrática y constitucional, instalaremos en Miraflores a un presidente como el que necesita Venezuela y como el que queremos más del 80% de los venezolanos, quien propenderá prioritariamente al abatimiento de la hambruna dado-madurista que amenaza con aniquilar por inanición a todos los habitantes de nuestro país.

Tercero, a diferencia de la zona norte, en el sur de varios estados llaneros, se observa un colosal desempleo de hombres y de tierras que, teniendo en cuenta la vocación de ambos para producir, con el apoyo y la promoción del Estado, podrían, en tiempo relativamente breve, contribuir con ese abatimiento, al tiempo que se iría venciendo la depresión que hombres y tierras padecen allí.

Cuatro “puntas de lanza”
Cuarto, la segura elección de José Gregorio Montilla en Apure, y de Antonio Barreto Sira en Anzoátegui, así como la de Andrés Eloy Camejo en Barinas y de Pedro Loreto en Guárico como gobernadores de esos estados, hombres, los cuatro, comprometidos con el progreso y desarrollo productivo, así como con la redención social de sus gobernados, nos garantizan “cuatro puntas de lanza” para emprender un trabajo serio e importante en el asunto.

Quinto, al sur no se le conquista ni se le doma, se le “gana”, se le redime con amor, con inteligencia, con voluntad y con liderazgo, como en el pasado lo hizo el General José Antonio Páez y como hoy lo hacen José Gregorio Montilla, Antonio Barreto Sira, Andrés Eloy Camejo y Pedro Loreto en el llano, así como Andrés Velásquez en Bolívar.

Apure: hubo allí, hace muchos años, un buen gobernador de nombre Armando Michelangelli. A pesar de las diferencias políticas y de edad, me trató siempre en forma cordial y amistosa. Teníamos en común la amistad de Adán Freites y en una oportunidad, nos encontramos los tres en el despacho del primero, y yo aproveché para exponerles la idea que venía trabajando: que era el fomento y desarrollo de grandes potreros de engorde en Apure.

Les pareció bien, pero con una diferencia geográfica, preferían para este fin el sur del Guárico de modo de respetarle a Apure su vocación para “la cría y el levante”. Con bríos juveniles mal manejados, reaccioné pésimamente ante mis amigos y hasta escribí un artículo de prensa refutándolos con innecesaria y desconsiderada acritud. Pasados tantos años y, habiendo adquirido experiencias importantes, cuanto daría por verlos, abrazarlos, disculparme y admitirles la total razón que les asistía. En efecto, es el sur del Guárico, especialmente entre Camaguán y Guayabal,  la mejor zona para ello, además del sur de Barinas y de Anzoátegui.

Anzoátegui: cuando hace años yo compartía oficina en Caracas con mi amigo Pancho Lusinchi, por allá llegaba con cierta frecuencia un señor de apellido Seguías, cargado con un fajo de carpetas; venía, supongo, -y debo subrayarlo- sólo supongo, en busca de orientación profesional que le daba, y sigo suponiendo, otro gran amigo mío, el economista Carlos Adrán. Según escuché muchas veces, el señor Seguías no gozaba de especial credibilidad, pero esa circunstancia personal, no le quita pertinencia a su idea de desarrollar integral, racional y científicamente La Mesa de Guanipa, una estupenda extensión de tierras fértiles, aptas para el cultivo agrícola dado que, por su altura, no son atacadas por las embestidas del Orinoco.

Según mis averiguaciones, la Mesa tiene vocación para la siembra de maíz, sorgo, girasol, caraotas, frijol, quinchoncho y para cultivos menores como auyama, melón, ocumo, ñame, los cuales, no por menores, dejan de ser buenos para la dieta del venezolano. Pero cuando hablamos del sur de Anzoátegui, no podemos referirnos sólo a La Mesa de Guanipa. Existen allí muchas miles de hectáreas aptas para la siembra de pastos para engorde de reses, desde el sur de Pariaguán, orilla del Orinoco, hasta la población de Oritupano, también en la margen norte del gran río.

Barinas: Cuando yo era niño, mi familia engordaba sus mautes criados y levantados en Apure, en unos magníficos potreros de pastos artificiales en la finca “El Teniente”, parte del Hato “La Trinidad” propiedad de los señores Alfredo y José Manuel Franco, ubicada en la población de San Antonio, al sur del estado Barinas, ribera norte del río Apure. ¡Cuánto verdor el de aquellos pastos!!!. ¡que fértiles aquellas tierras!!!. Mi familia celebraba todos los años el éxito del negocio.

Pero era sólo en verano, porque en invierno las embestidas del río Apure impedían hasta el más pequeño atisbo de optimismo. Estas de “El Teniente” son sólo una pequeña parte de los muchos miles de hectáreas de tierras aptas para el cultivo de pastos que se extienden desde las poblaciones de Nutrias, en sentido este, hasta el mencionado San Antonio, y pasando por Santa Catalina, donde la familia Ramos, Don Felipe y Doña Yamna (abuelos de los hermanos Tulene Ramos, mis amigos), provenientes de algún país del Medio Oriente, cultivaban con mucho éxito pastos para el engorde de mautes y también caña de azúcar para sus trapiches donde fabricaban el papelón.

Las briosas embestidas del Río Apure
En las ya mencionadas poblaciones de Nutrias, al sur de Barinas, se encontraba el Hato “Elba”, en el que sus propietarios cultivaban también con mucho éxito pastos para el engorde ganado. Eran ellos los señores Mantilla, padres de dos ministros del presidente Leoni, Wenceslao y Manuel Mantilla, y abuelos de Beatrice, de Domingo Alberto, y de mi malogrado amigo, Ramón Rangel Mantilla. Este hato, así como San Felipe en Santa Catalina, a pesar de la feracidad de sus suelos, rendían sólo el 50% de sus potencialidades limitados por las briosas embestidas invernales del río Apure, ese mismo al que una atolondrada gobernadora pretendió “domar” desde el Palacio de Gobierno, en San Fernando de Apure.

Guárico: muchos miles de hectáreas de excelentes tierras se encuentran, como ya dijimos, entre las poblaciones de Camaguán y Guayabal en el sur del Guárico, me lo habían dicho Armando Michelangeli y Adán Freites. Se encuentran desde la desembocadura del río Portuguesa frente a San Fernando, en sentido oeste-este hasta Boca Apure que es la desembocadura de este río en el Orinoco. Muchas fincas, como “Terecay” de la familia Reggeti en Camaguán, demuestran su vocación para cultivar pastos para el engorde. Menciono también la finca de Angel Salas en Guayabal. Cito sólo dos que son ejemplo de la bondad de la zona.
@aguevaraanzola augustoguevaraa@gmail.com

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