Crónica. ALJER.
Compañía
Anónima de Navegación Fluvial y Costanera de Venezuela (CAVN). Con este nombre
se conoció a la empresa constituida el 04 de julio 1.909, con un capital de 3
millones de bolívares, cuya Junta
Directiva estaba presidida por Román Delgado Chalbaud y Roberto Henderson en
calidad de vicepresidente. Siendo accionista principal de la misma el presidente de la república Juan Vicente
Gómez, lo que da una idea del monopolio privilegiado que controlaba buena parte
del transporte fluvial y marítimo del país para la época. La función y objeto
principal de esta sociedad era la navegación por los ríos de Apure, Barinas y
la Orinoquia venezolana. Hecho que realizaban los recordados steams-boats
(barcos de vapor), embarcaciones estas; que se desplazaban entre 8 y 10 millas,
y; que eran impulsadas por chapaletas o ruedas con palas en la popa o costados,
que a su vez eran movidas por la fuerza del vapor que generaban las calderas
alimentadas con fuego de leña o carbón.
Gracias
a los escribientes de la historia contemporánea se conocen muchos aspectos de aquellas embarcaciones, que marcaron un
hito en el antes y después de la navegación moderna venezolana. El Arauca, El
Amparo, El Apure, El Uribante y El Masparro, eran los cognomentos bautismales
de un grupo naves de agua dulce que señorearon (aunque por poco tiempo) el
cabotaje fluvial del estado Apure y estados vecinos. El último en mención (El
Masparro) tiene su historia particular, vinculada la misma de una forma u otra
a los inicios del Guasdualito nuevo.
Según
el conocido historiador y profesor Oldman Botello: “El steam-boat “Masparro” o
vapor de chapaletas fue construido por la empresa norteamericana Mathison U. S.
of Columbia y fue botado al agua en 1891, año en que comenzó a prestar
servicios en comercio de cabotaje, fundamentalmente entre los ríos Orinoco,
Arauca, Meta y otros ríos menores. Desplazaba 20 toneladas de carga y alcanzaba
una velocidad de 10 millas. No era propiamente un barco grande, sino un
steam-boat, con un cuerpo superior o toldilla. Una nave de desplazamiento
ligero, apropiada para conducir fuerzas militares en breve tiempo… (Sic)
Algunas
fuentes señalan que, había comenzado a navegar por el Orinoco y sus afluentes
en la última década del siglo XIX, bajo la responsabilidad de la Compañía de
Vapores del Orinoco, luego de la Compañía Estrella Roja. Veintitrés años de
pacifica navegación constituyeron al Vapor El Masparro como el orgullo de
aquella flota monopólica que surcaba sin
mayores contratiempos los cauces de los ríos llaneros. En cuanto a la visita de
esta importante embarcación a Guasdualito, Exer Fulco señala en su último libro, lo siguiente: “…en cambio el Masparro nos
visita (02) veces pero transportando militares, su capacidad era de 22
toneladas”. Esto da una idea de la confiabilidad y el prestigio de este Steam
Boat para las fuerzas gubernamentales, que tenían en él un aliado estratégico
en la lucha por neutralizar las montoneras caudillistas en la parte
suroccidental del estado Apure.
El
protagonismo de El Masparro se incrementa por un acto de insubordinación
liderado iniciando el mes de junio de 1914 por
Pedro Pérez Delgado, militar portugueseño, quien ya venía amasando la
idea de enfrentar al dictador andino, y
es a partir de este hecho, en el que
decide convertirse en un perenne contrincante en armas contra la dictadura
despótica gomecista. Al entonces coronel Delgado se le encomienda sofocar sin
miramientos, una invasión planificada desde Arauca (Colombia) por el general
Alfredo Franco, a quien en vez de enfrentar, termina uniéndose en el utópico
cometido de derrocar a las modernas fuerzas oficialista, sin ni siquiera contar
con un digno uniforme el menguado y animoso ejército insurrecto. En su no poca
descabellada planificación militar ambos jefes acuerdan tomar la plaza de San
Fernando de Apure, no logrando sus objetivos se trasladan en El Masparro hasta Puerto
Nutrias, en donde abandonarían a la suerte a la embarcación. El cronista del
estado Apure, Argenis Méndez Echenique, otra autoridad en la materia refiere
acerca de esto:
“ante
la imposibilidad de sostenerse allí, regresaron en el Masparro, para luego de
unos pocos kilómetros, dejarlo abandonado en una orilla, luego de quitarles las
chapaletas. De allí fue remolcado el día 14 de junio por el vapor Apure hasta
San Fernando para su reparación. La primera salida que hace esta nave,
precisamente después de su remozamiento, se da el día 15 de julio, cuando salió
con un contingente militar al mando del General Ramón Garrido –quien pereció en
dicho accidente-hacia Guasdualito, con el fin de sofocar algunos alzamientos en
la zona” (Méndez Echenique, A. 1985:89)
El
Naufragio
Una
vez restaurado el vapor, se comisiona al general Ramón Garrido (hijo),
experimentado militar con experiencia pacificadora, como encargado de llevar personal de reemplazo a los
poblados y villas del Alto Apure, donde un mes antes habían disuelto tras
incesante persecución a las fuerzas del ya general Pedro Pérez Delgado, y las
del recordado coronel Ojeda. En su telegrama de las primeras horas del 15 de
julio Garrido expresa: “Salgo hoy con el coronel Olivieri para Nutrias y Periquera
(Guasdualito) a entregar Guarnición de dichos puntos”.
Lo
que ocurriría después, dio paso a muchas especulaciones y folklorismos. Serían
las 6 de la mañana del 15 de julio de 1914, cuando partieron de San Fernando;
quedando encargado de la Guarnición de
la capital llanera el coronel Silvestre Castellanos. Las minutas y relatos
posteriores afirman que, todo transcurrió sin novedad en el viaje, salvo
algunas paradas para el apreterchamiento de algunos víveres en algunas zonas
ribereñas. Por órdenes expresas del general Garrido, acampan para pasar la
noche en un sitio llamado Lagunota, a la margen sur del río Apure, al noreste
de Achaguas, unos 45 kilómetros de dicho pueblo. Cuando todos dormían, cerca de
la media noche se desató una tempestad con vientos rachados que hicieron soltar
las amarras del barco. Quienes estaban a la intemperie abordaron la nave
rápidamente para no mojarse situándose todos en la parte de El Masparro que
daba al río, ocasionando con esta acción
un desbalance sin retorno, agravado con el peso de la carga y el fuerte
viento, haciendo que el barco se fuera de lado quedando con la cubierta hacia
abajo, no dando tiempo a nadie de saltar salvo unos pocos. Al final fueron
aplastados por el Masparro que los impelió en el naufragio.
Este
accidente naval fue pródigamente conocido en su tiempo, siendo noticia pólvora
en los medios impresos que contaban y añadían el hecho. Incluso hubo muchos que especularon
sobre el Titanic de Apure, en alusión al famoso transatlántico británico RSM,
engullido un año antes en una noche helada por las aguas del océano Atlántico,
pero en este caso por las turbias aguas del río Apure en su cauce medio bajo.
Ahora
bien, el anterior corolario conforma la versión lógica de la historia
convencional, y la referida mayormente en los libros y ensayos sobre el
naufragio del otrora barco de chapaletas. Días después surgieron varias
dicciones que fueron dando pie a imaginaciones y especulaciones colectivas. Una
de ellas refiere que la causa del naufragio se originó en el centro del río, en donde se formaba un
peligroso remolino. Pero aquí surge una apreciativa hipótesis o suposición
sensata: si el remolino estaba en el centro del río, tiene que entenderse que
la tripulación tendría conocimiento del
mismo, por lo que optaron atracar lo más retirado, y lo más posible en la
orilla; como en efecto hicieron. Suposición técnica es la que el Masparro era
un barco sin quilla, tipo chalana, y que
esa sería la causa de su desgracia, ya que la quilla no permitía que la
embarcación se fuera de lado o se deslizara lateralmente.
Otra
suposición -pero popular- que raya en lo creíble y paradójico recuenta: que la
causa del naufragio se debió a la maldición de un grupo de brujas a la
tripulación de El Masparro, ante la negativa de los mismos de subirlas a bordo
por temor a la apariencia de las extrañas féminas, que pedían el abordaje para trasladarse a un sitio más retirado. Lo
que sería: darles un aventón. Incluso, a más de cien años del suceso esta
versión de leyenda aún se mantiene, siendo que la zona de Lagunota fue por un
largo tiempo escenario de fenómenos paranormales, en la que muchos pobladores
afirmaron ver a las inquisitivas brujas en reuniones y festines secretos
(aquelarres). Lo realmente cierto fue, que el Masparro como el famoso Titacnic,
naufragó, pero en las misteriosas aguas del río Apure. Para el año 2010, en
plena sequia motivada por el fenómeno atmosférico “El Niño” los restos de El Masparro fueron exhumados de forma
natural, mostrando no vida, ni morocotas, ni fusiles, sino un esqueleto inerte
de lo que fue y nunca será. Como dato curioso: El Titanic fue propiedad de la
naviera White Star Line, (Linea Estrella Blanca) mientras que El Masparro de La
Compañía Estrella Roja.