Prensa. Efecto Cocuyo.
Hace un año y tres meses Enrique* se
metió en el negocio de vender ropa. Sus surtidores eran mayoristas que traían
piezas importadas al país. Recuerda que solo hace mes y medio fue la última vez
que se surtió, cuando el precio del dólar paralelo todavía rondaba los mil
bolívares. Una pieza que le salía en 20 mil bolívares en aquel momento llegó a
los 38 mil. Ahora, tras pasar cinco días con las santamarías de su negocio
abajo, espera salir de la mercancía que le queda y ver si puede reponerla en
2017. “Si puedo trabajar el año que viene, trabajo. Si no, bien gracias”,
aseguró.
Toda Caracas se recorrió Enrique para
ver si podía conseguir mercancía a un precio más amigable para el bolsillo. No
lo logró. “Me fui al mercado de La Hoyada, a El Cementerio, a Metrocenter, al
mercado de Guaicaipuro, al Recreo”, enumeró. Le pasó lo contrario a lo que
esperaba: “Conseguí la mercancía aún más cara, entre los 80 y los 70 mil
bolívares”.
En menos de dos meses, el dólar paralelo
superó tres barreras: La de los 2 mil, la de los 3 mil y la de los 4 mil
bolívares. El monto del mercado negro ha pasado factura a los comerciantes que
no tienen acceso a la divisa por las vías habilitadas por el Estado, al punto
de asfixiar tanto a los compradores como a los vendedores. “Uno ve a la persona
y le da sentimiento. A mí me da pena decirles los precios a la gente”, confesó
Enrique.
Lo mismo le pasó a Mariela*, quien solía
viajar a Estados Unidos para traer ropa para su negocio ubicado en el centro
comercial Plaza las Américas. El salto que el dólar negro dio la semana pasada,
hasta llegar a los 4 mil bolívares, le pasó la factura más cara de todas: Tuvo
que cerrar su tienda. Ahora agenda citas para venderles a sus clientas fijas y
aprovecha las ferias navideñas. “No podía subir los precios todos los días”,
explicó.
A Andreína también se le está viniendo
abajo el negocio Su jefa le manda los alimentos desde Estados Unidos, donde
reside actualmente, y a ella le toca venderlos. Sin embargo, el local ubicado
en el Sambil, uno los centros comerciales más concurridos de Caracas, recibe
cada día menos clientes. La mercancía de afuera se ha vuelto un lujo cada vez
menos frecuente para los compradores.
“Nosotros empezamos a subir la mercancía
cuando el dólar se empezó a descontrolar”, explicó. El monitoreo de las páginas
web con indicadores del mercado negro se hizo una constante a partir de la
última quincena de noviembre, cuando la moneda superó la primera barrera, de 2
mil bolívares. La fecha coincide con la baja facturación del local. “Desde
noviembre disminuyeron mucho las ventas”, indicó Andreína.
Los ingresos no son suficientes para
reponer lo que se vende en la tienda. “Mi jefa me llama y me dice: El dinero no
me alcanzó para comprar nueva mercancía. Voy a quebrar. Hay que subir los
precios”, dijo la vendedora. En siete meses de trabajo, Andreína ha sido
testigo de ese incremento: Cuando llegó al local, un chocolate Milky Way
costaba 1.350 bolívares. Al primer día de diciembre ya pasaba los Bs 5 mil.
El negocio de los equipos electrónicos
tampoco es ajeno a esta realidad y Víctor* lo sabe muy bien. Acostumbrado a
comentarios como “¿por qué subió tanto de precio el celular?” o “estos precios
son una locura”, mueve su mercancía a través de Mercado Libre. No obstante, lo
que para él era un negocio hasta hace unos meses, ahora dejó de serlo con la
inestabilidad del dólar paralelo.
“Yo le compro a un proveedor que me
vende a un precio fijo en dólares, pero paralizó las ventas porque no está
consiguiendo las divisas. Si me vende algo ahora, tampoco va a tener tantas
ganancias. En dos o tres días estaría ganando mucho más”, explicó Víctor. “Yo
ya no tengo nada en venta. Solo una que otra cosa que compré en bolívares”.
Carolina* también vende celulares por
Mercado Libre y está en las mismas. El teléfono que hace un mes publicó en la
página web por 70 mil bolívares ahora pasa los 300 mil. Sin proveedores ni
intermediarios, la mercancía la compra por su cuenta en Amazon a través de
gifts cards y cupos por Internet. Aseguró que los dólares virtuales no suben
tanto en el mercado paralelo como el efectivo. La semana pasada, dijo, compró
cada dólar por 3.100 bolívares.
Sin embargo, las bajas ventas la
obligaron a cambiar sus operaciones. Anteriormente compraba distintos modelos y
los ofrecía a los clientes a través del portal, pero ya no. Ahora compra solo
por pedido, elabora un presupuesto y fija el precio final una vez el celular ya
esté en sus manos, tras hacer el recorrido desde las tiendas americanas, pasar
por aduana y llegar hasta la sede del courier en Caracas. Solo en ese momento
fija el valor, al cambio del día fijado en el mercado negro.
“Yo no sé cuándo voy a salir de esa
mercancía, así que prefiero que la gente me diga qué quiere, y yo se lo traigo.
Ya las personas no pueden comprar a esos precios y, si se van a comprar un
celular, prefieren buscar uno robado”, explicó. “Ahora no se puede. Ahora la
gente trabaja para comer nada más”.
*Los nombres fueron cambiados por
petición de los entrevistados. No quisieron revelar sus identidades por
protección.