“A mí me da pena decirles los precios a la gente”, negocios se derrumban frente al dólar negro. - SenderosdeApure.Net

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lunes, 5 de diciembre de 2016

“A mí me da pena decirles los precios a la gente”, negocios se derrumban frente al dólar negro.

Prensa.  Efecto Cocuyo.
Hace un año y tres meses Enrique* se metió en el negocio de vender ropa. Sus surtidores eran mayoristas que traían piezas importadas al país. Recuerda que solo hace mes y medio fue la última vez que se surtió, cuando el precio del dólar paralelo todavía rondaba los mil bolívares. Una pieza que le salía en 20 mil bolívares en aquel momento llegó a los 38 mil. Ahora, tras pasar cinco días con las santamarías de su negocio abajo, espera salir de la mercancía que le queda y ver si puede reponerla en 2017. “Si puedo trabajar el año que viene, trabajo. Si no, bien gracias”, aseguró.

Toda Caracas se recorrió Enrique para ver si podía conseguir mercancía a un precio más amigable para el bolsillo. No lo logró. “Me fui al mercado de La Hoyada, a El Cementerio, a Metrocenter, al mercado de Guaicaipuro, al Recreo”, enumeró. Le pasó lo contrario a lo que esperaba: “Conseguí la mercancía aún más cara, entre los 80 y los 70 mil bolívares”.

En menos de dos meses, el dólar paralelo superó tres barreras: La de los 2 mil, la de los 3 mil y la de los 4 mil bolívares. El monto del mercado negro ha pasado factura a los comerciantes que no tienen acceso a la divisa por las vías habilitadas por el Estado, al punto de asfixiar tanto a los compradores como a los vendedores. “Uno ve a la persona y le da sentimiento. A mí me da pena decirles los precios a la gente”, confesó Enrique.

Lo mismo le pasó a Mariela*, quien solía viajar a Estados Unidos para traer ropa para su negocio ubicado en el centro comercial Plaza las Américas. El salto que el dólar negro dio la semana pasada, hasta llegar a los 4 mil bolívares, le pasó la factura más cara de todas: Tuvo que cerrar su tienda. Ahora agenda citas para venderles a sus clientas fijas y aprovecha las ferias navideñas. “No podía subir los precios todos los días”, explicó.

A Andreína también se le está viniendo abajo el negocio Su jefa le manda los alimentos desde Estados Unidos, donde reside actualmente, y a ella le toca venderlos. Sin embargo, el local ubicado en el Sambil, uno los centros comerciales más concurridos de Caracas, recibe cada día menos clientes. La mercancía de afuera se ha vuelto un lujo cada vez menos frecuente para los compradores.

“Nosotros empezamos a subir la mercancía cuando el dólar se empezó a descontrolar”, explicó. El monitoreo de las páginas web con indicadores del mercado negro se hizo una constante a partir de la última quincena de noviembre, cuando la moneda superó la primera barrera, de 2 mil bolívares. La fecha coincide con la baja facturación del local. “Desde noviembre disminuyeron mucho las ventas”, indicó Andreína.

Los ingresos no son suficientes para reponer lo que se vende en la tienda. “Mi jefa me llama y me dice: El dinero no me alcanzó para comprar nueva mercancía. Voy a quebrar. Hay que subir los precios”, dijo la vendedora. En siete meses de trabajo, Andreína ha sido testigo de ese incremento: Cuando llegó al local, un chocolate Milky Way costaba 1.350 bolívares. Al primer día de diciembre ya pasaba los Bs 5 mil.

El negocio de los equipos electrónicos tampoco es ajeno a esta realidad y Víctor* lo sabe muy bien. Acostumbrado a comentarios como “¿por qué subió tanto de precio el celular?” o “estos precios son una locura”, mueve su mercancía a través de Mercado Libre. No obstante, lo que para él era un negocio hasta hace unos meses, ahora dejó de serlo con la inestabilidad del dólar paralelo.

“Yo le compro a un proveedor que me vende a un precio fijo en dólares, pero paralizó las ventas porque no está consiguiendo las divisas. Si me vende algo ahora, tampoco va a tener tantas ganancias. En dos o tres días estaría ganando mucho más”, explicó Víctor. “Yo ya no tengo nada en venta. Solo una que otra cosa que compré en bolívares”.

Carolina* también vende celulares por Mercado Libre y está en las mismas. El teléfono que hace un mes publicó en la página web por 70 mil bolívares ahora pasa los 300 mil. Sin proveedores ni intermediarios, la mercancía la compra por su cuenta en Amazon a través de gifts cards y cupos por Internet. Aseguró que los dólares virtuales no suben tanto en el mercado paralelo como el efectivo. La semana pasada, dijo, compró cada dólar por 3.100 bolívares.

Sin embargo, las bajas ventas la obligaron a cambiar sus operaciones. Anteriormente compraba distintos modelos y los ofrecía a los clientes a través del portal, pero ya no. Ahora compra solo por pedido, elabora un presupuesto y fija el precio final una vez el celular ya esté en sus manos, tras hacer el recorrido desde las tiendas americanas, pasar por aduana y llegar hasta la sede del courier en Caracas. Solo en ese momento fija el valor, al cambio del día fijado en el mercado negro.

“Yo no sé cuándo voy a salir de esa mercancía, así que prefiero que la gente me diga qué quiere, y yo se lo traigo. Ya las personas no pueden comprar a esos precios y, si se van a comprar un celular, prefieren buscar uno robado”, explicó. “Ahora no se puede. Ahora la gente trabaja para comer nada más”.

*Los nombres fueron cambiados por petición de los entrevistados. No quisieron revelar sus identidades por protección.

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