Crónica.
ALJER. Alto Apure. BALA PERDÍA
Guasdualito en años veinte
era rico y con decoro
era una tacita de oro
lo comentaba la gente.
Era Gómez presidente
en Apure Pérez Soto,
don Victorino era el propio
recaudador del tributo
de las ganancias que en bruto
daban los novillos de otros.
Cuando El Paso por La Manga
era un paso bien famoso
con ganado muy mañoso
las canoas iban por bandas.
El cruce lo hacían por tandas
empezando con el día
tirando Bala Perdía
las reses de Manuel Fuentes
al agua caía de repente
rezando un Ave María.
Esperando en la otra orilla
aguardaban los arrieros
Santos Blancos era el primero
por enrumbarse en la trilla.
Baquiano de muchas millas
fue don Isacc Ontiveros,
un auténtico llanero
don Casimiro Delgado
fiel arreador de ganado
a la montaña subieron.
INTROITO
Tierra pletórica de historias, relatos y
anécdotas, es el Alto Apure. Su portentosa extensión geográfica que abarca
tanto el piedomonte andino, como los llanos altos y medios, se manifiesta como
un barroco y heterogéneo lienzo de cromáticos paisajes que, guardan y conservan
en su entropía y dialéctica natural concepciones históricas, folklóricas y
culturales, siendo ellas reales e imaginarias. Adentrarse en el llano alto
apureño es sumergirse en ese mundo mitad verdad-mitad imaginación, en donde los
elementos individuales y grupales de cada poblado conciben su propia
historiografía cosmogónica, alimentada la misma con narraciones populares y
entelequias propias de los escribientes, lo que llamaría Parménides de Elea
(filósofo griego, nacido entre el 530 a. C. y el 515 a. C) La vía de la verdad
y La vía de las opiniones de los mortales.
Esas opiniones mortales van construyendo
en los pueblos, narrativas y reláficas que evolucionan de generación en
generación. Muchas de ellas tienen la fortuna de ser oídas y ser escritas,
otras en cambio, sucumben ante el egoísmo del olvido, desapareciendo en la
conciencia límbica profusa, por ello, es necesario rescatarlas para la
conservación de la identidad y pertenencia local.
De allí que, los nuevos encargados de
escribirlas pongan empeño y esfuerzo para lograr el engranaje histórico
cultural de nuestro pueblo. De esta inferencia parte la labor de quien escribe
estas líneas, planteándose como único fin: el desempolvamiento de vivencias y
anécdotas de nuestro pasado lejano, recién y contemporáneo; ojala, sirva en
poco o mucho, el aporte publicado en esta red comunicacional, aporte que
llegado el momento oportuno se tangibilizará en mejores y amplios formatos para
el disfrute de los lectores.
PROSOPOGRAFÍA DE BALA PERDÍA
Guasdualito o Periquera, durante las
tres primeras décadas del siglo veinte (XX), era considerado -a pesar de las
constantes asonadas antigomecistas- un sosegado villorrio de aspecto totalmente
agreste y silvestre, en donde cuatro (04) calles de tierra, aproximadamente
cien (100) casas (la mayoría de bahareque) con techo de palma real (con algunas
excepciones), caminos de recuas como arterias de conexión, y el recalar de los
steams boats o barcos de vapor, configuraban la cotidianidad sosegada del
enclave ribereño.
Aunado a esto, la concentración de
italianos emprendedores en actividades comerciales, agrícolas y de servicios
terciarios, daban un importante impulso a la incipiente economía local de la
época, proyectando a la población fronteriza como un territorio pujante a pesar
de las calamidades. En este contexto, la explotación ganadera era la actividad
económica predominante debido a la eficiente explotación extensiva puesta en
práctica a través del sistema de grandes hatos. Conocido es que, durante mucho
tiempo el Alto Apure fue considerado - basado en estadísticas fehacientes- como
la zona más rica del estado apureño. En referencia, es importante traer al
contenido lo señalado por Díaz González, que se cita textualmente:
“Para 1935 eran 36.150 reses provenientes
del Alto Apure, las que se comercializaban en la plaza tachirense. El costo por
conducir una res por este camino era de Bs. 10, y la pérdida de ganado vacuno
sufrida en el trayecto de Guasdualito a San Cristóbal era más o menos del 5%,
entre reses muertas y extraviadas en el trayecto del llano para acá. También se
tenía una aproximación de la merma del peso original que el ganado tenía antes
de empezar la travesía desde Guasdualito a San Cristóbal, calculándose que, en
los trescientos kilómetros de recorrido, el ganado perdía 2 arrobas y medía
cuando finalizaba el viaje.(1939:25)
Lo mencionado da a entender la magnitud
e importancia de la ganadería como actividad económica rentable. Uno de los más
importantes ganaderos de la época fue don Manuel Fuentes, oriundo de San
Francisco Javier de Lezama, parroquia del municipio José Tadeo Monagas
(Guárico) se convertiría gracias a su astucia para los negocios, determinación
de trabajo y austeridad, en el hombre más rico del llano colombo-venezolano. Ya
casado con la señora María Gilly (barinesa) de ascendencia francesa,
consolidaría una fortuna inmensa expresada entre Venezuela y Colombia; de
arriero de ganado en mula, llegaría a ser el dueño de más de cuarenta (40)
hatos, por solo mencionar algunos: Platanal, Las Delicias, El Cedral, Mata
Negra, Mata de Tranquero, Chiricoa, Caucagua y Campo Alegre.
La sucesión Fuentes Gilly la
conformarían sus hijos: Josefina, Manuel José, Heriberto y Delfina. Se
residenciaría el acaudalado ganadero durante los años veinte del caducado siglo
XX en Guasdualito, con el propósito de tener cercanía a sus propiedades en el
vecino país, las cuales personalmente administraba con gran eficiencia.
Inicialmente había vivido unos cuantos años en Cunaviche, trabajando como peón
y caporal en los ricos feudos del Bajo Apure. Es en ese periodo cuando conoce
al ganadero Aníbal Macario Suarez, de quien sería su encargado en la compra y
venta de ganado vacuno por un par de años.
Plena confianza entablarían ambos
personajes; el primero (Aníbal) dado en mucho a la vida alegre, había heredado
en curso una extensa propiedad que manejaba en forma regular, no obstante, su
afición al damasano destilado le hacían ganar el dictamen de un prototipo o
personificación de Lorenzo Barquero, a quien el tremedal del etíl lo despojaría
del hombre racional, transmutándolo a un ser dependiente en extremo del elixir
del dios Baco, con espíritu desgonzado y fisiología salvaje, carente de
voluntad se refugiaría en el alcoholismo derrumbado ante el control de Mr.
Danger; en la metempsícosis ya no sería Aníbal, sino Bala Perdía, lo del motete
se debía a la personalidad casi alienada adquirida bajo los efectos del
alcohol, en símil con el personaje novelesco del maestro Gallegos: pagaría en
vida su protervia perfidia de instigador del hijo contra el progenitor.
Como el dueño del Palmar de La Chusmita,
Bala Perdía derrocharía su fortuna en poco tiempo gracias a su adición
enfermiza a la bebida, aunado a esto, al verse en bancarrota, llevado por
aquellas consignas anti gomecistas lanzadas al viento por efervescentes
aventureros, se uniría así como tantos otros, en una lucha utópica y titánica
para derrocar al régimen absolutista del Benemérito Juan Vicente Gómez, a la
postre victorioso caudillo andino que regentaría al país desde 1908 hasta 1935,
año de su muerte, llevando al Tártaro y a la diáspora a los alzados en el sur
occidente del estado Apure.
A mediados de la década de 1920, huyendo
llegaría Bala Perdía a Guasdualito, junto a un grupo de revoltosos que tenían
en esta zona fronteriza un corredor seguro a la hora de marcar huida ante las
persecuciones de las mesnadas gomeras. En Periquera se encontraría con su
antiguo caporal Manuel Fuentes, ahora convertido en un poderoso ganadero y
terrateniente, este lo emplea en los Hatos San Pedro y Mata de Tranquero. En su
sano juicio su veteranía, valor y conocimientos del llano adquiridos años atrás
le serian de gran valía.
En una oportunidad el conocido bandido
Baudilio Escalona, famoso por tener en jaque a ganaderos y comerciantes, y que
luego se uniría a Pedro Pérez Delgado (Maisanta) en las cercanías del Arauca
(Col), intentaría con sus cuatreros llevar a cabo una algara al rebaño
fuentero; no contaba el salteador con la astucia de Balíta, quien colocando
rifles en distintos sitios, y encendiendo mechones en los cuernos de las reses,
impresionaría de tal forma a los secuaces, quienes confundidos pondrían reversa
al imaginar que les esperaba un peligroso enfrentamiento contra diestros peones
armados. En la mañana celebraría Bala Perdía con su acostumbrado damasano,
celebrando y vociferando grotesmente su épica acción.
Otra anécdota por contar sobre este
personaje, sería lo ocurrido el 05 de julio de 1927, para la fecha Guasdualito
estaba afectado por una considerable creciente. A don Manuel Fuentes le urgía
pasar su ganado a la otra orilla por El Paso de La Manga, para de esta forma
encausarlo por el camino ganadero hasta La Concordia (Tac), en donde transaría
la venta al mejor precio. Su consabida bellaquería saldría a flote una vez más,
para no pagar el tributo ordenaría a Bala Perdía que, en un descuido de los
encargados del cobro del peaje se lanzara al río llamando al ganado al cruce
por la parte más vadeable. El peculiar mandadero cumpliría con la encomienda
satisfactoriamente; en la hora meridiem aprovechando que los oficiales del
municipio se daban un receso, se lanzaría con chaparro en mano mascullando una
galimatía indescifrable a las aguas turbias y peligrosas del Sarare. Luego don
Manuel pagaría al municipio algunos daños ocasionados a los corrales del
embarcadero, costo que resulto pírrico e ínfimo en consideración a la ganancia
obtenida por la venta. Esta singular táctica ya la habían puesto en práctica
ambos personajes en los pasos de La Victoria, Clarinetero y el paso del Viento
(Elorza). Hasta el final de sus días el rico ganadero guariqueño velaría por
quien en un día fue su patrón en el bajo Apure: don Aníbal Macario Suarez alias
Bala Perdía.
Por ALJER (Chino
Ereú)
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