Opinión. Periodista.
Gustavo Emilio Balanta Castilla.
Prófugos,
borrachos, traidores. Son algunas de las cualidades que caracterizan a vario de
los miembros del Centro Democrático, según lo expresado indistintamente por su
jefe máximo ALVARO URIBE VELEZ. En
este sin fin de comportamientos criminales y corruptos la plana mayor de este
partido político, al verse atosigada por la justicia Colombiana huye en
estampida, se esconde bajo el amparo del exilio y el argumento falaz de la
persecución política.
Agro
Ingreso Seguro, la campaña plebiscitaria, Reficar y Odebrecht son cuatro de los
múltiples hechos que muestran la capacidad de malabarista del senador Uribe
Vélez para seguir apelando a la estrategia del teflón. Este
personaje que día a día muestra su verdadero rostro, hace alarde del cinismo. Y
para evitar ser untado, inculpa a sus sequitos de andanzas mafiosas. “tira la
piedra y esconde la mano”, diría mi abuela Niña Ana. O a la voz del boro
barrial, asume una actitud “tapiñera”.
Lo
último en guaracha, lo constituye el tufo corrupto que expele la revista
brasilera “Veja”, donde se publica que "Odebrecht pagó USD 1,6 millones a
'Duda' Mendonça para asesorar la campaña de Zuluaga". El pupilo de Uribe
Vélez está pringado hasta el tuétano. Zuluaga
responde tal como nos tiene acostumbrados la corte de criminales y corruptos
del Centro Democrático, al señalar que su
campaña "no puede hacerse responsable de los acuerdos y pagos que
la empresa Odebrech tuviera con el señor Duda Mendonça al margen de lo
convenido con nosotros".
Al
igual que su candidato, el expresidente
Uribe Vélez sale al corte para respaldar a su mentor. Esta madeja de corrupción
que viene desde hace largos años aún tiene mucho que soltar. “Es tenderete”,
decimos en el argot beisbolero en el Caribe.
“yo
quería ser miembro del centro democrático”, pero me temo que no cumplo con los
requisitos de alta descomposición ética y moral que ahí se exige y que hay que
demostrar, dijo alguien con un dejo de lamento al ver frustrado uno de sus
sueños. Hoy el país atónito, asiste a un debate, cual reality, entre las
huestes uribistas y santistas, para demostrar quién es más corrupto entre unos
y otros.
Es
hora de dar un salto cualitativo por parte de la sociedad. Estos hechos
vergonzantes deben motivar una sanción social para con quienes desde el poder
abusan de la confianza que les brinda el pueblo. Ello demuestra porqué pelean
como gato boca arriba las cuotas de poder. Se muestran como los adalides de la
restauración moral; de ser portaestandarte de la reserva ética y son los
llamados por la providencia a salvar la patria.
Ellos,
han desfalcado el erario público. Convierten en negocio la función pública.
Viven y acumulan riquezas materiales indebidas con el manejo del Estado. Esos
son los grandes y verdaderos delincuentes. Ellos no son “chichigüeros”. La gula
sin indigestión los hace fuertes. Saben que la Ley y la Justicia son burlables.
Son aficionados a la tauromaquia, sacan mantazos y verónicas por doquier. Esta
insolente tapiñería, me hace recordar aquella frase que utilizaba Niña Ana, mi
abuela, cuando alguno de nosotros negaba una y otra vez una pilatuna: “pone la
boca más dura que jopo de muerto”.