
Opinión. Ruth
del Salto.
“Sí, sabes que ya llevo un rato mirándote.
Tengo que bailar contigo hoy...”. Estoy en mis clases de baile y veo que al
igual que a mí, a más de una aviva e inspira la canción más popular del
momento. En coreografía conjunta seguimos los pasos que marca el profesor como
si se tratara del mismo Fonsi.
“Despacito”
es la palabra de moda, no solo por el tema musical, sino por la condición de
algunos países. Despacito, retardado, lento como lo que pasa con el régimen
represor de Maduro y esa mala época del poschavismo de una crisis que ha
pasado, como comúnmente se dice, de Guatemala a Guatepeor. El diálogo y la
conciliación se desvanecieron con la rapidez de las balas disparadas en las
manifestaciones. ¿Por qué no termina de caer Maduro?, se pregunta medio mundo.
Como si fuera un objetivo fácil.
El
gobierno del heredero de Chávez está lleno de incongruencias, de gente señalada
de corrupción, de manejar los poderes como le da la gana y de permitir que la
sangre se derrame en medio de la petición ciudadana desesperada. La violencia
es rápida y creciente, pero aun así Maduro se sostiene. Voy a traer a colación
algunos fragmentos de la canción Despacito y su relación con el acontecer
venezolano.
“Tú,
tú eres el imán y yo soy el metal. Me voy acercando y voy armando el plan”. Es
como estar escuchando al poderoso Maduro enquistado en Miraflores, porque
cuenta con el apoyo determinante de la Fuerza Armada Nacional, de las armas,
los recursos del Estado sumados al ritmo del autoritarismo, de su forma de
descalificar a la Asamblea Nacional y el dominio que tiene sobre el Tribunal
Supremo de Justicia y el Consejo Electoral.
El
disidente Clíver Alcalá afirmó que “el alto mando está cómodo con Maduro, que
los ha puesto a hacer negocios en áreas estratégicas de la economía, la minería
y el petróleo, por eso se hacen de la vista gorda”.
“Yo
no tengo prisa, yo me quiero dar el viaje”. Los chavistas, muy cómodos, no
tienen apuro en resolver la situación de los detenidos políticos. Es
conveniente para ellos mantener tras las rejas a Leopoldo López, con arresto
domiciliario a Antonio Ledezma, e inhabilitados políticamente a Henrique
Capriles y a María Corina Machado.
“Ya,
ya me está gustando más de lo normal”. Claro, el chavista pide más, más poder,
menos cuestionamientos incluso en los medios de comunicación.
El
que enciende la televisión ve a Maduro en cadena o las contramarchas rojas del
oficialismo o comiquitas, mientras el pueblo de forma multitudinaria batalla un
cambio en las calles en medio de la represión.
2017
ha sido el año de la canción Despacito, ha tenido éxito rotundo, es el video en
español en llegar más rápido a 1.000’000.000 de visitas en YouTube. 2017 ha
sido el más feroz en Venezuela, en un mes de manifestaciones hay ya casi 40
víctimas mortales.
Muchos
han dicho que menos peor era un Chávez conocido que un Maduro por conocer, un
Maduro que habla de Asamblea Constituyente “popular, ciudadana y obrera”, que
no será elegida por voto universal, sino comunal y local. Entonces los
representantes populares tendrán la poderosa potestad de reestructurar la
Constitución. Es decir, “muéstrame el camino que yo voy”, pero ¿adónde? ¿Adónde
irá el pueblo venezolano? (O)