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Un enorme agujero de ozono
sobre el Ártico asombró a los científicos de la atmósfera en el invierno de
2020: fue el mayor agujero de ozono que se haya medido sobre el polo norte;
cubría una zona unas tres veces mayor que Groenlandia. Yan Xia, de la Academia
China de Ciencias, y sus colaboradores han publicado en Advances in Atmospheric
Sciences un artículo donde se establece una conexión con las temperaturas
inusitadamente altas que, al mismo tiempo, tenían las aguas del norte del
Pacífico.
El agujero de ozono del
Ártico es por lo normal más pequeño que el del Antártico: es raro que sobre el
polo norte las temperaturas lleguen a ser tan bajas como sobre el polo sur y,
por ello, es menor la extensión de las nubes estratosféricas polares que se
forman sobre el Ártico y actúan como catalizadoras del fenómeno. Pero en
febrero y marzo de 2020 se crearon sobre el Ártico unas condiciones parecidas a
las reinantes sobre la Antártida, y así el agujero de ozono alcanzó unas
dimensiones parecidas en aquel y en esta.
Por medio de datos
obtenidos por los satélites y de modelos basados en ellos, Xia y sus
colaboradores ligaron este proceso a un norte del Pacífico que, pese al
invierno, se mantuvo cålido. El agua caliente debilitó la circulación global en
la región y dificultó de ese modo el intercambio de masas de aire entre el
norte y el sur: así, no irrumpieron aire ártico hacia el sur ni aire tropical
en las regiones árticas, lo que debilitó al ciclón aleutiano. Este gran centro
de bajas presiones se suele formar en invierno sobre el mar de Bering y
determina las condiciones meteorológicas en una vasta región.
Ese bloqueo generó sobre
el Ártico un vórtice polar, que tiende a encerrar el aire frío en la región,
mucho más estable e intenso. Con esas condiciones extremadamente frías se
pudieron finalmente formar las nubes estratosféricas, que en última instancia
condujeron a la disminución del ozono.
«El récord de pérdida de
ozono en el Ártico en 2020 muestra que hoy sigue habiendo en la atmósfera en
cantidad suficiente sustancias capaces de destruir el ozono también sobre el
Ártico», dice Yongyun Hu, que participó en el estudio. «Nuestros resultados
hacen suponer que en un futuro próximo podrá haber repetidas veces agujeros de
ozono similares, siempre que el norte del Pacífico esté demasiado caliente o
intervenga algún proceso dinámico por el estilo». En 2020, el agujero de ozono
se cerró en primavera, después de que el vórtice polar se descompusiese y,
gracias a ello, pudiesen de nuevo llegar al norte masas de aire más cálidas y
ricas en ozono.
Daniel Lingenhöhl
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