COLUMNA CRÓNICAS ALTO APUREÑAS: Cuando Pérez Soto liquidó a Mano Tano por Aljer “Chino” Ereú. - SenderosdeApure.Net

Recientes

BANNER PRINCIPAL

martes, 26 de julio de 2022

COLUMNA CRÓNICAS ALTO APUREÑAS: Cuando Pérez Soto liquidó a Mano Tano por Aljer “Chino” Ereú.


Columna. Crónicas Alto Apureñas. Aljer “Chino” Ereú.

(Texto incluido en el nuevo libro: Reminiscencias Guasdualiteñas)

 

Era Gómez presidente

y en Apure Pérez Soto,

el prefecto del pueblito

era un tal Santos Padilla.

Pueblito de cuatro calles

no quiero perder la rima,

las casas de bahareque

las poquiticas que habían.

Las calles eran barriales

que daban a la rodilla,

una iglesia, un botiquín,

un cuartel y pulpería

un terraplén para el río

era lo que se veía.

 

Bajo los medrosos fulgores solares de una mañana de julio de 1920 atracaba en el puerto El Gamero (Guasdualito-Apure) el estridente steam boat rebautizado en costas patrias como Vapor Arauca, perteneciente esta embarcación a la Compañía Anónima de Navegación Fluvial y Costanera de Venezuela (CAVN) cuyo principal accionista y copropietario era el presidente Juan Vicente Gómez. La ardua travesía de esta nave de chapaletas alimentadas por calderas se inicia en 1913, e incluía el itinerario: San Fernando (Apure)-Puerto Nutrias (Barinas)- Palmarito (Apure) - Guasdualito.

 

Esta ruta fluvial era la actividad comercial más importante del país para la época. El Vapor Arauca como sus otros hermanos de la flota CAVN fue ideado originalmente para el transporte de materiales de construcción, suministros, alimentos, equipos y motores de mediana dimensión, pero además de esto, en regulares ocasiones era utilizado para el traslado de fuerzas gubernamentales a los puntos fronterizos con la finalidad de sofocar intentonas gaulescas y combatir a cuatreros que azotaban a los pequeños pero estratégicos poblados. Todo un acontecimiento resultaba el recaleo del Vapor Arauca al litoral del Sarare. Ya era tradición que previo al arribo de cada steam boat se decretara (formal o informalmente) día de júbilo en el pueblito de cuatro calles fangosas, en donde una rustica iglesia, un cuartel, una botica y una pulpería eran los principales elementos del enclave ribereño.

 

La nutrida concurrencia de los pobladores al atracadero fluvial en esa mañana del 15 agosto se debía a dos razones particulares. La primera: la llegada de alimentos, bebidas y artículos que eran pagados en morocotas o transadas en modalidad de trueque (enseres por cultivos y alguna que otras veces por carne vacuna); la segunda: el arribo del general y presidente del estado Apure: general Vincencio Pérez Soto (n: El Tocuyo el 24 de julio de 1883, m: en la ciudad de Caracas el 18 de noviembre de 1955) quien regentaría el territorio regional durante el periodo 1918–1921.


Según la oralidad y algunas fuentes bibliográficas en esos años actuaba y dispensaba en Guasdualito como jefe civil Julio Olivar, igualmente en los predios hacía de las suyas un coronel de nombre Epifanio Gutiérrez, san fernandino llegado al poblado como pacificador pero que luego se convertiría en un secuaz del régimen conocido con el alias de “Manotano”. Era la época en que los regentes locales se sentían dueños y amos de sus comarcas y contornos, no en balde el ilustre novelista Rómulo Gallegos incluiría en su excelsa obra Doña Bárbara al personaje Ño Pernalete, como la personificación deshonrosa de la virulenta epidemia de jefes civiles que se aprovechaban a diestra y siniestra de los incautos e indefensos pobladores provincianos.


Sin embargo, no tardarían las acciones y vejámenes de Epifanio en llegar a oídos de la máxima autoridad del estado. Dispondría  Pérez Soto tomar cartas directas en el asunto a sabiendas de lo peligroso y hábil de su antes protegido, ya en varias ocasiones había enviado a algunos de sus emisarios a dar escarmiento al cacique local, cayendo los mismos ante el imperturbable pulso y certero gatillo de Manotano. La orden que giraría la autoridad del estado era clara y concisa: eliminar de cualquier forma al procaz y problemático marcial. No obstante, conociendo el coronel Olivar (jefe civil) y sus hombres a la clase de persona que se enfrentarían las precauciones en el caso eran extremas. Lejano no estaba el día en que este Olivar se plegara a la causa rebelde de Arévalo Cedeño.

 

El recopilador oral e investigador apureño Luis Felipe Martínez Veloz, en su obra Guasdualito en la historia, referente al hecho expresa: “En esos días Pérez Soto había regresado del Alto Apure en visita oficial y se dijo que le había montado una trampa a su más fiel esbirro, porque ya le ofendía tenerlo a su lado”. (Sic) (2010:19). (Fin de cita).  Lo expresado en el párrafo anterior concuerda con lo reflejado en las diversas fontanas orales consultadas por quien rúbrica estas líneas.

 

En su estadía en la capital del Alto Apure el general Vicencio Pérez Soto, hospedado en la casa de unos italianos llegados de Provenza, era informado de las tropelías y abusos del subordinado. Testigos presenciales llegaron a corrobar que mientras ponía oído a las quejas, sin perturbación alguna degustaba un vaso de brandy escoses en una mano y en la otra su infaltable tabaco isleño. En esa liza con la mirada distante pero presente planificaba la forma de desaparecer al servicioso esquirol. Mientras tanto, el deleznable Manotano llegaba a Guasdualito por la vieja Calle Real. Con no poca curiosidad observaría en el cielo una caterva de zamuros sobrevolando la iglesia, como un presagio de su devenir exclamaría a sus espalderos: “Veo la parca volando cerquita”-ya razón tenía.


El otrora intercesor y secuaz pistolero luego de ajustarse el cinto de su revólver, sin despabilamientos marcharía imperturbable junto a sus hombres al puerto El Gamero, con un pensamiento entre ceja y ceja: enfrentar y despachar a sus victimarios. Lo ocurrido luego es digno de un guión de películas del oeste norteamericano. En el botiquín de Eufrasio Rodríguez, el coronel Manotano era el invitado honorable en el festín de su muerte.

 

Allí fue citado y atendido por el jefe civil Julio Olivar, en su nombre se dispuso un banquete criollo que incluía ternera y variada gastronomía llanera. Conocido era la apetencia del ya casi interfecto por las frugales comidas, a las que aderezaba con más sal de la permitida por el paladar humano. Al pedir a los sirvientes el salero para condimentar un costillar oiría la voz del propio general Vicencio Pérez Soto: “tráiganle la sal al coronel Manotano para que le agarre más gusto a la muerte”.


Las balas no se hicieron esperar. Bien conocida era la determinación en momentos apremiantes del general tocuyano, a la par, su fama y agilidad con el revólver estaban bien ganadas. Esta vez sería con un fusil Winchester Repeating de la Arms Company que enviaría a la otra dimensión y sin pasaporte de regreso al temible esbirro, quien en un intento por desenfundar su pistola automática Colt government de 1911 quedaría inanimado con la garganta destrozada por el mortal plomo acertado por Pérez Soto, cayendo desangrado en el piso del lupanar.

 

Otro trago de brandy, bajaron los nervios, el ecuánime militar e intelectual gomecista luego de vociferar: ¡Viva Gómez y adelante! ordenaría a sus hombres sacar el cuerpo e ir a enterrarlo. Luego continuaría la música de arpa de Cupertino Suarez, con la tertulia a baja voz sobre lo acontecido. El segundo de Manotano llamado Darío Liscano, ausente en el lugar de los hechos, al conocer la noticia embarcaría en una chalupa rápidamente con rumbo a El Amparo y de allí a refugiarse en tierras araucanas.


El cunavichero Antonio José Torrealba “El hombre que se creía caballo” registraría en su Diario de un Llanero lo siguiente:


“Ese día cayó un aguacero como de dos horas. Cuando los enterradores llegaron a la fosa donde habían dejado a Manotano, lo hallaron sentado en el hoyo, con el agua al pecho, al ver a la gente dijo con voz desfallecida “No me enterréis vivo que no quiero que se cumpla una maldición que me echaron en una oreja una vez”. Como no estaba muerto, lo montaron en una carreta para llevarlo al centro asistencial, pero una perra en celo mordió al buey en una pata y este corcoveó, sacó al herido “y quedó con la cabeza en el suelo y los pies amarrados y empezó a corcovear y a pisarlo y sacudíendolo contra el suelo; lo primero que hizo fue sacarle los ojos con los cascos traseros. Después emprendió la carrera con el hombre a rastras; lo cierto fue que, cuando pudieron agarrar al buey no tenía Manotano ni cabeza, ni corazón ni costillas, ni bofe.” (Diario de un llanero. Antonio José Torrealba, tomo 5, pp. 65, 66, 67).


La muerte del coronel Epifanio Gutiérrez sentaría un bálsamo para los pobladores de Guasdualito. Sus acuciantes tropelías llegaron a su fin de la forma más prolija, dolorosa y sangrienta. No obstante, la quietud y el sosiego no serían por mucho tiempo. El 18 de junio del siguiente año (1921) días antes de la dantesca batalla de Guasdualito, varios locales recordarían en la plaza Bolívar la muerte del otrora pacificador, el mismo que había repelido con regular éxito algunas intentonas antigomecistas: al tristemente célebre y dezlenezable Manotano.

Columna. Crónicas Alto Apureñas. Aljer “Chino” Ereú.

ALJER “CHINO” EREÙ.-.

 

#columna

#cronicasaltoapureñas

#aljer

#guasadualito

#apure

#sanfernandodeapure

#senderosdeapure

#yoamoapure

#venezuela

VENTA: LIBRO DIGITAL PROMOCIONAL. 5$ (BCV). DALE CLICK.

VENTA: LIBRO DIGITAL: SENDEROS DE APURE. 5$ (BCV). DALE CLICK.

VENTA: LIBRO DIGITAL: YO AMO APURE. 5$ (BCV). DALE CLICK.

VENTA: LIBRO DIGITAL: EDUARDO: HUMANIDAD. 5$ (BCV). DALE CLICK.

VENTA: LIBRO DIGITAL: GERENCIA DE MEDIOS II. 5$. (BCV). DALE CLICK.

VENTA: LIBRO DIGITAL: POSTALES DIGITALES. 5$ (BCV). DALE CLICK.