Columna. Crónica Alto Apureña. Aljer
“Chino” Ereú.
Sostenme patria como sostiene a su
hijo La Piedad de Miguel Ángel, bésame y seca mis lágrimas de emigrante.
Abrázame con tus brazos de
Hércules y, no me sueltes el alma,
porque si me la sueltas ya no
sería tu hijo sino un huérfano errante. Abrázame patria porque me voy lejos y
quiero llevarte…Aljer
PROLOGO
Resultan
propicios los versos anteriores, para a manera de proemio, escribir sobre el
texto Relevancias, de la autoría de Fahd El Gatrif “Numa”. En un primer momento
en el lector, pudiera surgir la interrogante: ¿Quién es el referido, y que es
su obra? Ante la incógnita, se aclara que no esquematizaremos sobre un
connotado calígrafo literario que ambiciona famas o reconocimientos, pero en
mejor forma y complacencia, haremos un previo escalón diacrónico en paratexto,
de un mortal y su garboso libro que ha querido en el crepúsculo de su era dejar
una canónica retrospectiva de su propia existencia como evidencia eclíptica de
su real vida.
Como una
primicia rondaría por nuestros ojos el texto enviado vía email por el mismo
Numa; esto a solicitud nuestra, motivado por las vivas inquietudes de
rubricante de grafías, en la sujeta intención de tratar de ensamblar parte de
nuestra historia local contemporánea no escrita y, dentro del acople hacer
mención especial a hombres y mujeres que de una u otra forma han contribuido a
que nuestro gentilicio original y la especial mezcla de arquetipos locales
(hispano, indio, africano, llanero, italiano, árabe, andino, colombiano)
sobreviva en el transcurso del tiempo. En un orden más taxativo, como seducción
al lector se hace necesaria una brevísima sinopsis sobre el contenido.
En un primer
aísle en trazas diáfanas rememora el autor lo genealógico, trasluciendo en
primer aborde la perdida temprana de su padre Yamil Gatrif, caído en la guerra
de 1948, beligerancia histórica entre Israel y los países árabes. Las tempranas
vicisitudes moldearon su carácter tenaz. De sus primeros años en Sweda (Yabal
al Arab) evoca lo simple pero impoluto de aquella pequeña ciudad de forjamiento
rocal romano. Llegaría el año de 1956, sobreviniendo el ostracismo obligado a
la tierra de Amarca (América). Bajo la tutela de sus tíos paternos atravesaría
El Medio Oriente y parte de Europa, para embarcarse en el bajel Lucania rumbo a
Fenezuela (Venezuela en pronunciación árabe). Luego de un periplo de 16 jornadas
llegarían a costas venezolanas. La Caracas de aquel entonces impactaría en la
imberbe percepción del pequeño emigrante. Se iniciaba la odisea de Numa.
A priori, su
narrativa en primera persona resulta descriptiva y persuasiva, la misma nos
presenta a un Gatrif totalmente despojado de lo convencional, en antípodas,
mostrándose como el ser humano en su dimensión sensorial. En su “yo
escribiente” logra una perfecta mixtura entre el narrador y lo narrado, entre
el tiempo y el contexto, viene y va en tornátil, logrando de inmediato una
especie de enganche, pacto o contrato entre el lector y el autor, ofreciendo
tácitamente la verdad de su vida, y al leyente a creer y vivir el relato
ofrecido.
El autor nos
ayuda a visualizar o adentrarnos en su relato biográfico, poniéndose a sí mismo
como el principal personaje, narrando su historia y a la vez varias historias,
que bien pudieran ser dignas (guardando las enemistas) de un sugestivo guion
cinematográfico. En este mismo contexto, su idioma escrito es el reflejo de su
personalidad, su manera única y sencilla de decir las cosas, su epímone, ritmo
interno, precisión y vigor, permiten al leedor mantener el interés en la
lectura de principio a fin. Numa, con su estilo sobrio rechaza todo tipo de
recursos retóricos que servirían sólo como ornamentación, limitándose
exclusivamente a exponer su bios de forma directa y nítida, quizás cumpliendo
sin querer con el apotegma de Voltaire: “La escritura es la pintura de la voz”.
De su llegada
a Periquera recuerda Gatrif: “En abril de 1966 llegué a Guasdualito en un
autobús, recuerdo vestido de blanco y con 150 bolívares en el bolsillo, era mi
capital, era el producto de diez años de luchas en la ciudad de Barinas, yo con
veinte años de edad, sin ningún sentimiento de nostalgia. Me pareció que este
terruño fuera mi pueblo de siempre, como si fuéramos viejos conocidos, creo que
fue “un amor a primera vista” porque llegue amando a este llano, a sus paisajes
y a sus ríos, a las tradiciones llaneras y a su gente, era como si toda mi vida
la hubiera pasado allí, como quise y quiero a esta región, posiblemente sea
porque aquí por primera vez se me tomo en cuenta como alguien, como persona.
Quien iba a
pensar para entonces que esas cinco calles que formaban a Guasdualito con el
tiempo iba a deberles tanto y, que además la iba a sentir tan propia y que se
iba convertir en la tierra que más amo y amaré toda mi vida, de allí mi trabajo
por ella y lo seguiré haciendo mientras pueda hasta la saciedad, mi pequeña
patria, mi tierra prometida, tierra donde finalmente servirá como la más
importante a lo largo de mí peregrinar”.
En el aún
pequeño pueblo trabajaría como ayudante de su tío Toufic, en el almacén El
Baratillo, al lado del “Hotel Familia”, frente al Almacén Abunassar. En la casa
familiar ubicada por la calle Sucre viviría por poco tiempo. Buscando siempre
la independencia económica arrancaría con buen pie su propio negocio de
quincallería, almacén y zapatería. Con el paso de los años Numa se granjea
buenas y valiosas amistades, esto por la naturaleza abierta de sus nuevos
coterráneos, personas como el doctor Neptalí Quintero Cacique, Darío Barreto
Paz, José María Briceño, Marcial Ruiz, Hipólito Lugo, Pedro Orellana, Pata de
Palo, son de su grato recordatorio, hombres probos con un alto concepto de la
amistad.
ALBA (esposa) Y YAMIL (hijo)
En este
aspecto personal dejemos que sea el propio Numa quien con sus propias palabras
exprese el significado del apego familiar:
“Para este
mismo año, el 21 de febrero conocí a Alba en ese reencuentro que se programó
para Guasdualito y El Amparo. De ella me enamore a pesar de que parte de mi
familia no lo aprobó, ella nacida en El Amparo y criada en Caracas, una pava
con un bello cuerpo lucía una minifalda increíble, bueno ella de Caracas y yo
de provincia, me impresionó y después de unos días ya vivíamos juntos, y en
menos de nueve meses ya teníamos un hijo: Yamil, y digo menos de nueve meses
porque Yamil fue sietemesino.
Alba fue una gran mujer que tuvo la entereza de aguantarme tanto tiempo, como la quise, como siento hoy su perdida, fue tan impactante para mí que ni remotamente en las fantasías llegue siquiera a pensar que esto podía suceder, todo esto es tan increíble que aún no lo acepto como algo real, yo que la ame tanto, no creo que alguien me haya amado tanto, con el perdón de mi propia madre, más que Alba, era mi compañera mi confidente, se fue, se ha ido, si es por mi creencia “drusa” que reencarnes en el seno de una familia justa y bondadosa, donde quiera que estés espero me perdones lo que por tonto no te demostré: mis verdaderos sentimientos. Con la anuencia de Dios la sepultamos junto a nuestro hijo”.
EL
CONSTRUCTOR
Alcanzado el
éxito como comerciante, Numa incursiona en la construcción. En el año 1981
conoce a Henry y Hamid Sayegh, proyectistas, quienes llegaron a Guasdualito con
un contrato para pavimentar las calles, a estos les serviría como conexión para
contratar el transporte de concreto asfáltico desde el estado Táchira. Aquí
iniciaría con éxito su carrera en las obras civiles. Con estos mismos socios
ejecuta un nuevo contrato pero esta vez en la población de Elorza, municipio
Rómulo Gallegos, se trataba de un muro de contención en la orilla del rio
Arauca, para la obra contactaría al mejor maestro de obra de Guasdualito, al
señor Fernando Da Costa, y a quien se le debe buena parte de la construcción de
la infraestructura moderna del Alto Apure.
Con las
ganancias de la obra de Elorza (Bs.500.000,00) inicia la construcción de un
hotel que luego se llamaría Hotel La Garza (hoy sede de PDVSA) que termina
construyéndolo en sociedad con Alfonzo Guerra, contaba el hospedaje con 47
habitaciones, locales comerciales, bar, restaurante, estacionamiento, siendo
calificado como hotel tres estrellas, para la época pasaría a ser el mejor del
estado Apure, dicho inmueble se inicia en funcionamiento con una pomposa
inauguración el 29- 11- 1986, con la presencia de la leyenda del canto criollo
el “El Carrao de Palmarito”.
Con la
empresa YAFAL C.A. prestaría servicios de mantenimiento para la empresa estatal
Corpoven, ese mismo año por medio de un subcontrato con los Sayegh construye la
defensa del puente Matiyure en Achaguas. Continuando con su periplo de obras,
inicia la construcción de un local comercial en Guasdualito (donde hoy día
funciona el Banco de Venezuela). Y reafirmando el viejo aforismo: Zapatero a su
zapato, inicia años después la construcción de otro hotel (Hotel Anarú), siendo
en la actualidad uno de los mejores hospedajes con que cuenta el estado,
expandiendo a estados vecinos su visión de constructor.
Lo referido
anteriormente son los principales aspectos vivenciales estampados por el autor
en su obra Relevancia. De tal forma, que, el lector podrá apreciar en el
contenido literal de la presentación: la transportación contigua al viaje de
vida de Fahd El Gatrif “Numa”, guasdualiteño prohijado, dúctil personaje
contemporáneo llegado en sus primeros años a nuestro pueblo, pudiendo resumirse
su existencia en un hombre con éxitos y fracasos, con errores y aciertos, pero
al final un expatriado que empezó desde cero en una patria nueva, y que ha
contribuido con su empeño, trabajo y visión, al desarrollo de la
infraestructura productiva de la región. Invitados están queridos leedores a
otear con calma su tersa y amena
autobiografía.
Licdo. Aljer Ereú
Miembro de la
Sociedad de Escritores de Argentina (SADE)
Premio Cóndor
Mendocino (Argentina)
ALJER “CHINO” EREU.-.
Columna. Crónicas Alto Apureñas.
Aljer “Chino” Ereú.
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