Columna. Crónicas Alto Apureñas. Aljer
“Chino” Ereú.
EL BARRIO MORRONES
SU HISTORIA
(Reseña
dedicada al amigo Ciro Méndez y a todos los morroneños)
Pescaba en La
Coroba
y me pescaron
recuerdos
con redes de
emociones,
al contemplar
a Morrones
despedir al
lucero
con un adiós
lerdo.
Y me susurro
la voz del viento:
“escribe,
porque si te vas lejos
hablaran tus
escritos
del amor por
tu pueblo”.
INTROITO.-
La grafía
auténtica de un pueblo abarca diferentes etapas y procesos históricos, que al
estructurarse en su complejidad le otorgan una identidad conceptual propia.
Dentro de esta perspectiva se hace necesario por el bien de nuestro
entendimiento fundamental como pueblo heterogéneo: hurgar aspectos importantes
que permitan con claridad comprender en amplitud nuestra genética histórica
local, especificando en la tarea una retrospectiva de nuestros principales
componentes, sustentados para ello en las fontanas escritas y orales, y así
contribuir con la estructuración del fundamento socio cultural del
guasdualiteño.
Atendiendo a
estas inmanentes apreciaciones se inicia la sección: Nuestro pueblo y sus
particularidades, con la presentación sin ambages de aspectos convencionales
del populoso barrio Morrones, agrupamiento urbano de considerada importancia
patrimonial, el cual desde sus inicios ha sido un elemento humano geográfico
que ha desempeñado un accionar determinante en las diversas áreas de la
guasdualiteñidad. Por consiguiente, en moderada circunspección se presenta su
reseña evolutiva, esperando sea del agrado de todos los lectores.
TOPONIMIA.-
Para el prof.
Iván Colmenares, guasdualiteño y habitante del sector, la etnología del barrio
conjuga dos hipótesis, siendo la primera: que la designación se origina por uno
de los primeros radicados en el andurrial, que sería un portugueseño oriundo
del poblado conocido como Banco de Morrones, cercano a Guanarito, ya en el
terruño el distintivo personaje tenía como costumbre al salir de su covacha en
su carreta tirada por un buey yuguero, iniciar su pregón con un Nobiscum
bizantino, cifrando ¡Viva Morrones! La otra conjetura que supone es que en las
adyacencias nacientes existían grandes hormigueros conocidos como morros, de
esta agrupación de cúmulos, túneles o montículos de arena arcillosa vendría el
apelativo folclórico por parte del populus.
Para quien
esto escribe la segunda conjetura resulta más cercana al origen de la
designación, entendiendo que la influencia española en la fundación y
conformación (1771) de Guasdualito resulta notoria por los cánones normativos
emitidos por la Real Audiencia, por esa razón nos atrevemos a agregar al
supuesto: en la Madre Patria, en las ciudades, pueblos o sectores donde por condiciones
geomorfológicas sobresalen los montículos fueron bautizados con el cognomento
de Serranos, Morrones o Villaverdes, tal y como lo señala Tomas de La Torre
Aparicio en su texto Gentilicios Españoles, edición 2006, de allí que el
nombramiento Morrones debiera de remontarse a la segunda etapa de la
refundación.
INICIO DEL
BARRIO.-
Es difícil
precisar con exactitud el empiece del poblamiento del barrio Morrones, pero al
tener en cuenta la mudanza hacia el Puerto de Periquera iniciando la octava
década del siglo XIX por parte de la mayoría de los precursores de Pueblo
Viejo, y constatando en las certificaciones históricas que la mayoría de ellos
optó por asentarse en la llamada Calle Real, no es errático afirmar que con la
llegada de estos visionarios se iniciaba en forma lenta pero progresiva la
expansión del villorrio hacia sus laterales frontales adyacentes, en fijación
estricta a lo expresado en la Real Orden del 01 de noviembre de 1751, donde se
establecía para los pueblos del nuevo continente un cordel principal en honor
al rey, a partir del cual surgirían las demás calles, es decir, esta arteria
vial seria la médula principal del pueblo y el puntal de expansión, la
normativa se mantendría vigente durante más de una centuria.
Arribaría el
siglo XX y con el centenario llegan al Guasdualito nuevo los primeros italianos
meridionales, al iniciar el lapso la delineación del enclave no daba para
muchas expectativas: cuatro (04) calles de tierra, aproximadamente cien (100)
casas (la mayoría de bahareque) con techo de palma real, caminos de recuas como
arterias de conexión y el recalar de los steams boats configuraban la
cotidianidad del enclave ribereño. La original corredera sería la escogida por
la mayoría de aquellos inmigrantes y comerciantes criollos para el
establecimiento de sus comerciarías, quedando en su contorno derecho lotes de
terrenos baldíos (potreros) patrimonios heredados décadas después por don
Reinaldo Acosta, Elías Lara, Presentación Fuentes, Josefa Linares, entre otros
legatarios. A mediados de la cuarta década del siglo XX el concejo municipal
adquiere para la jurisdicción estos predios y autoriza el asentamiento interno
por la retícula prolongada de la calle Sucre, en bordeo del caño Periquerita,
al par por la calle Cedeño empezaban a radicarse los primeros pobladores.
Durante la
década siguiente ya el Guasdualito provinciano daba paso a los primeros
retoques de progreso, con una economía sustentada en la ganadería extensiva, un
comercio fluvial de considerada aportación, y con una actividad comercial
alimentada por los suministros de los vapores de la Compañía Anónima Venezolana
de Navegación (CAVN) el futuro se observaba alentador. En cuanto al poblamiento
de la época Manuel Padilla Hurtado en su texto Identidad del Guasdualiteño, con
la coautoría de su hermano Miguel, señala: “Ese Guasdualito de entonces era muy
pequeño en extensión, pero de gran personalidad. Se mostraba provisor en su
urbanismo incipiente, calles en retícula, su plaza Bolívar grande y extensa,
sus “manzanas” de casi una hectárea, cada una con sus barrios: Morrones,
Curitero, entre otros, perfectamente definidos”. (2006: 11).
Atendiendo al
párrafo antepuesto observamos al barrio Morrones como uno de los primeros
asentamientos en extenderse hacia el cardinal oriental, partiendo desde la
tangente de la Calle Real, luego conocida como Avenida Miranda; el
encuadramiento inicial comprendía Placita Páez, Iglesia, Colegio Santa Rosa de
Lima y Logia Masónica, ese era el discernimiento entendido por las autoridades
y pobladores, ya al cruce de la avenida principal se encontraba la jurisdicción
del barrio. Consultado por este escribiente, el prof. Marcos E, Hernández
refiere lo siguiente: “Para la época Morrones eran solo dos calles después de
la Calle Real, que se internaban unas tres cuadras por la orilla del caño
Periquerita, la Sucre y la Cedeño.
La última
casa por la calle Sucre era la de Pedro Carpio, músico de la banda municipal y
tostador de café. La primera casa por la Sucre tenía una gran caballeriza, allí
vivía un señor de apellido Reyes. En esa caballeriza guardaban los caballos que
llegaban del hato El Palito, de don Óscar Carpio, y de los hatos fuenteros,
como La Gallardera y La Venganza. Después seguía la casa de un señor de nombre
Arturo, en la esquina estaba la casa de mis abuelos paternos, que antes había
sido de un señor que tenía una carpintería adjunta a la casa”. (Dixit) (Fin de
referencia).
FAMILIAS
PRECURSORAS.-
Como raleas
predecesoras del barrio se encuentran la familia Panza, con los patriarcales
Pascuale y Matteo establecidos por la Calle Real, extendidos con los sucesivos
decenios sus descendientes a los diferentes puntos del periplo. En ese orden:
la comadrona Mamá Andrea (noble mujer venida del Casanare asentada por la calle
principal) en seguimiento: el gocho Cristancho (esposo de Rosa Panza, fallecida
en el incendio del 48), Lucrecia Cardoza con su cómoda pensión y afabilidad,
Ernesto Arellano, Reynaldo Acosta (propietario del Chicote), Reyes López,
sucesivamente don Arturo Merchán (por la calle Sucre) Víctor Terán (el
carretero por la calle Cedeño), Presente Fuentes (bedel de la escuela
Aramendi), la familia Méndez, los Aquino, Paulina Hidalgo, Olegaria (la partera
y rezandera), Benita Martínez, Beludis Barrios, los Hernández, Carmen Zapata,
Nicolás Useche (el experto albañil) casado con la señora Rosita, don Cadevilla
y doña Asunción, Vicente Colmenares, los Brito Hernández, los Labanchi, los
Contreras, la guata Aura María Morales, Lucrecia Cardozo, doña Crispula, doña
María Sosa, Genoveva Contreras (costurera), Alfredo Panza, los Taquiva, Carmelo
Fulco, los Carpio, los Rodríguez, los Nadales, los Hidalgo, los Lara, Alfonso e
Irma Braidy, Catalino Padrón, la familia Ortiz, los Macías, Jiménez, Ruiz, la
ralea de Carmen Zapata, los Colmenares, Morales, Arroyo, Crespo, Torres, Salas,
Mercado, entre otras dignas familias que se establecieron con el correr de los
años, dándole identidad y personalidad al barrio.
PRIMERAS
CASAS.-
En referencia
a las primeras moradas edificadas en el sector, la posada de Lucrecia Cardoza
es la pionera, construida en 1922, ubicada por la calle Cedeño con intersección
con la carrera Soublette, originalmente en su interior contaba con doce
habitaciones cómodas para la época, bautizada como El Palmar de Morrones,
supuestamente por estar rodeada de palmas llaneras (Copernicias) allí
pernoctaban los dueños de rebaños y comerciantes que llegaban al pueblo a bordo
de los barcos de chapaletas y embarcaciones de mediano calado, con los años sus
familiares establecerían una cervecería con licencia de expendio; vendrían la
casa de don Nicolás Useche, cerca de donde hoy día esta lo conocido como El
Triángulo, adquirida a su consanguínea Amparo, en donde cohabitaría con su
esposa Rosa Bustamante; la casa de Pedro Cárdenas, con sus paredes de barro y
piso de tierra, años más tarde pasaría a ser propiedad de doña Alicia Josefina
viuda de Stella; la casa fundada por Lucrecia Cardoza, cedida a la apreciada
Dionisia Cardoza, tostadora de café, servicial y llena de bondad; la
construcción de a mediados de siglo de doña Cristina Centella de Aranda,
anterior propiedad de María Luisa Dugarte. Con el tránsito de las últimas
décadas veintenas y con el crecimiento demográfico se ensancharía el sector
conformándose un fraccionamiento interno o divisiones por secciones, por
mencionar: Centro, 01 de Diciembre, Las Playitas, Barra Vieja, El Terraplén,
ubicándose por las principales entradas e interconexiones casas de diferentes
tipos y patrones.
URBANISMOS Y
OTROS ASPECTOS.-
Es en el
quinquenio 1964-1969 durante el mandato presidencial de Raúl Leoni Otero que se
inicia la construcción de viviendas rurales en Guasdualito, esto con la
finalidad de dar respuesta a las necesidades de habitabilidad del contingente
poblacional, en los predios (potreros) internos de Morrones se inician los
trabajos de relleno para la construcción de las primeras viviendas rurales que
fueron habitadas por Carmelo Fulco, Candelario Coiran, Bladimir Guerrero y
Bolivia Carvallo. En continuidad con la política habitacional, Rafael Antonio
Caldera Rodríguez, presidente constitucional en el periodo 1969-1974 construye
otro lote de casas que ampliaron en forma planificada la extensión del barrio
hacia el cardinal naciente.
EL FÚTBOL EN
MORRONES.-
La práctica
del balompié ha estado presente en la contemporaneidad del barrio Morrones,
tempranas generaciones abrieron cancha en los potreros al final de la calle
Cedeño, improvisando un estadio de futbol que con el tiempo se convertiría en
el campo deportivo del pueblo, conocido en la actualidad como Estadio Rigoberto
Neiva, dado el epónimo en honor al destacado futbolista guasdualiteño muerto
trágicamente. El auge de esta instalación futbolera seria en los decenios 80 y
90, lapso cuando emergería la mejor generación de jugadores de este deporte a
nivel local; futbolistas de competitividad y gran talento como los cracks:
Rodolfo Lara (quien ascendería a la primera división con Los Arroceros de
Calabozo) Rigo Neiva (+) Yoyo Ereù (jugador de la selección estatal en las
competiciones realizadas en el Brìgido Iriarte, pudiendo ser ficha de un equipo
de Cúcuta ), el destacado Iván Colmenares, Maro Oronoz, Iván Arellano, Coca
Méndez, Franklin Gamarra, Daboin, William Falcòn, Manare, Santos, Imber
(Pescao) Mercado, Edgar Quiñones, Robert García, por mencionar algunos, dieron
vida y aptitud a nuestro futbol, concentrando durante los fines de semana a una
viva afición en el viejo estadio, campo en donde se llevarían a cabo grandes y
electrizantes finales, enfrentados en sana rivalidad deportiva el Club
Deportivo Morrones, Los Corrales F.C., Abastos La Navidad, Barrio Táchira y La
Cabaña, siendo estos equipos los que contaban con los mejores futbolistas.
REMINISCENCIAS
CERCANAS.-
Sin duda
alguna que esta importante subdivisión de Guasdualito, llamada Barrio Morrones,
por historia, tradición y cultura es un conglomerado humano con representación
patrimonial y con identidad propia, siendo su mayor valoración la calidez y
afabilidad de su gente, que a lo largo de las épocas ha sentido y sentirá su
fracción territorial con verdadera afinidad, conservando sus casas, calles y
aceras un sin número de reminiscencias, mundologías trasformadas en evocaciones
nostálgicas que son contadas en tertulias nocturnas rondadas por la Diana y sus
escoltas argentas, tomando aliento para recordar tiempos y personas, como
apreciadamente recordamos a don Rafael Orono “El Rey del Golpe Tuyero”, padre
de la muchachos Lara, con quien compartimos el arte de la ejecución de
instrumentos de cuerdas, como bien rememóranos las recias interpretaciones del
Turpial de Morrones; en esa continuidad, agradablemente recordamos las fiestas
de la barriada organizadas por la familia Taquiva, sanas diversiones que
marcaron pauta en su momento, bien vividas y conmemoradas por varias
fecundaciones de guasdualiteños; y en ese orden se recuerdan aquellos sitios
agradables para compartir y echar entre amigos una partida de dominó, por
mencionar: La Cervecería de Marucha, el expendio de Amedeo “Medeo” Belgrado
Panza Di Mateo, El Yara, La Gabana, Los Claveles de Castorila, y sus
inolvidables asistentes: Elías Ruiz, don José Humberto Quintero (Quinterito),
Pablo Ramón Márquez, José María (farmaceuta), Chichi Labanchi, Castillito y compañía,
sin olvidar las ocurrencias de Chiricoco Morales, haciéndole los mandados a su
tía, aquellos ricos helados de coco de Rosita Useche, tan demandados por los
chavales del barrio y sus adyacencias. En verdad que son tantas las
remembranzas, que por eso estamos seguros que cada morroneño almacena en su
cripta cerebral gratos recuerdos de su barrio, evocados con añoranza agradable.
Lo
anteriormente presentado nos demuestra que sin duda alguna Morrones es un
compuesto social con gente única y representativa, con una sentida pertenencia
que enaltece con palabras y hechos su afinidad por su segmento de pueblo, para
su meritorios habitantes mi simpatía y estimación. Para ultimar, ha sido en
formidable agrado para este servidor el haber indagado, recopilado y estructurado
organizadamente la memoria histórica de uno de los sectores más emblemáticos y
enérgicos de Guasdualito, el Barrio Morrones, un barrio bueno que ha superado
dificultades manteniendo siempre despierto su brío colectivo, tan merecedor de
revalorización panegírica por ser un componente principal y particular de
nuestro gentilicio. Hasta otra oportunidad.
ALJER “CHINO” EREÙ.-.
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