Prensa. Efecto
Cocuyo.
Una
sola reacción tuvo el historiador Enrique Aristeguieta Gramcko cuando vio a los
funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) ingresar
a su hogar la madrugada del viernes 2 de febrero.
“¿Están
conscientes de que cometen una violación al entrar a una residencia sin orden
de allanamiento emitida por un juez y a intentar apresarme sin una orden de
captura del Poder Judicial?”, le preguntó a sus captores el también miembro de
la agrupación Soy Venezuela, a lo que respondieron que “eso ya estaba” y, sin
mostrar ningún documento, lo montaron en una patrulla directo a El Helicoide.
Minutos
después se llevó otra sorpresa. “Los funcionarios también están cansados de
esta situación. Ellos quieren liberarse del yugo totalitario porque a su
familia también le afecta la crisis”, relató el político este domingo, 4 de
febrero, en su primera aparición pública desde que fuera detenido dos días
antes.
La
actitud de los efectivos lo llevó a creer que “la liberación de Venezuela está
cerca“, pues cada vez son más conscientes “de que cada día que pasa, sufren las
mismas penurias que todos nosotros”. “Les quiero revelar que mientras estuve en
El Helicoide palpé lo que sienten en su corazón algunos funcionarios policiales
y judiciales, que rechazan estas prácticas totalitarias”, afirmó.
Apenas
llegó a la sede del Sebin, le tomaron los datos y le habilitaron un colchón en
un salón donde permaneció junto a otros presos, a quienes no pudo identificar
debido a la oscuridad en el lugar. Posteriormente lo hicieron firmar un
documento de traslado hacia los calabozos de los tribunales, y allí conoció que
lo acusaban de un presunto delito de instigación al odio.
Pero,
convencido de su inocencia, de que lo querían intimidar por sus mensajes
enviados a través de sus redes sociales, la fiscal no levantó cargos en su
contra y obtuvo la libertad plena, según expresó Aristeguieta.
“Lo
que estaba en juego era el principio de la justicia, que compartimos todos como
demócratas, más allá de la integridad de una persona”, dijo el político,
convencido de la necesidad de lograr un “consenso nacional que promueva una
transición de manera pacífica, democrática y constitucional”.
Sin
embargo, el académico considera que un cambio de Gobierno no puede ocurrir por
la vía electoral, hasta que no sean “depuradas” las instituciones del Estado.
“No se puede tener confianza en un órgano electoral que solo le hace caso al
Ejecutivo. Pienso que es un sin sentido. Y, además, ayuda al régimen a lavarse
la cara”.
“A
los 84 años no tengo ambiciones. Pero confieso que me gustaría, antes de
partir, trabajar en una Venezuela libre y encaminada hacia el desarrollo”,
confesó.