Editorial Notisemana. El acto realizado por Chávez en el estado Carabobo, donde ratificó que su dedo es el que manda en el país de los rojos, ha servido para aclararle la vista a los rebeldes del resto del país. La decisión de apoyar a Ameliach como candidato a la gobernación del estado Carabobo, por encima del nombre que sugirieron las bases, deja claro que poco le importa el punto de vista de los que viven en el sótano. Desde la cúpula el horizonte es otro.
El estado Apure tiene que verse en ese espejo y creo que ya lo están haciendo. Las 23 mil firmas que llevaron a la dirigencia nacional con una terna de nombres, será aceptada, pero para lo contrario de lo que se espera. Esos nombres no correrán la final. Es una lista de descarte. Querer distraer el 7 de octubre con candidatos regionales se va a pagar muy caro. Con la cabeza. Querer ser candidato en el chavismo es un acto de kamikazes. Los más astutos lo saben y por eso su nombre lo esconden, esperando que la fortuna de la ruleta les sonría.
Además, sumado a estos despropósitos, la lista enviada no cumple con la principal condición del régimen para dirigir un estado o municipio, que es ser de formación militar. De los cuatro nombres propuestos, todos son civiles, y Chávez no cambia militar por civil, sino todo lo contrario, por lo que las posibilidades de gobernar, sobre todo un estado fronterizo, se les cae con plomo en las alas a los pretendientes formados en aulas y no en cuarteles.
Chávez vendrá y mandará a parar la fiesta. Dará un nombre y todos callarán. La rebeldía será una aventura más y la retirada otro episodio triste para el rayado currículo de los pichones de la política.
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