Prensa. EFE. El Gobierno colombiano y las FARC volverán a encontrarse el martes en La
Habana, Cuba, para preparar el diálogo formal tras los combates de las últimas
semanas, que han dejado al menos seis policías y medio centenar de guerrilleros
muertos desde que comenzó el proceso de paz.
Tras la instalación el pasado 18 de octubre en Oslo (Noruega) de la mesa de
diálogo entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC), las partes acordaron un encuentro preparatorio del diálogo
formal que se abrirá este 15 de noviembre en La Habana, sede permanente de las
negociaciones.
Inicialmente, el encuentro preparatorio se iba a cumplir mañana, pero Bernardo
Salcedo, negociador suplente de las FARC, dijo a través de un correo
electrónico, que la cita se cumplirá el martes, algo sobre lo que el Gobierno
colombiano no se ha pronunciado hasta el momento.
Y es que a pesar de que la mayoría de las fuerzas vivas del país apoyan las
conversaciones, las operaciones de lado y lado no cesan porque no hay pactado
un cese al fuego.
"Lamentamos que los
diálogos, a los que apoyamos como medio para que se acabe la violencia, se den
en medio de los muertos", dijo hoy a Efe Feliciano Valencia, líder
indígena y parte del equipo de paz de la Asociación de Cabildos Indígenas del
Norte del Cauca (Acin).
El convulso departamento del Cauca, al igual que sus vecinos Nariño y Putumayo,
padece desde hace años los rigores del conflicto, especialmente su población
aborigen.
"Hacemos votos porque los diálogos prosperen, pero los indígenas sabemos
que allá en Cuba, no estamos representados y por eso seguiremos construyendo
caminos de paz", agregó Valencia.
La intensidad del conflicto queda retratada con las más recientes cifras. El
ministro colombiano de la Defensa, Juan Carlos Pinzón, aseguró la semana pasada
que "desde que se anunció el proceso de paz han sido abatidos cerca de 50
terroristas de las FARC, otros 60 han sido capturados, se han rendido cerca de
30 y otros 60 se han desmovilizado".
A las cifras de muertes dadas a conocer por Pinzón, se agregan las ofrecidas el
viernes pasado por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, quien señaló
que "en las últimas 48 horas", las fuerzas de seguridad habían puesto
fuera de combate a otros 16 guerrilleros de las FARC y del Ejército de
Liberación Nacional (ELN).
El ELN no está en los diálogos, aunque ha expresado su voluntad de hacerlo tras
la petición del Ejecutivo de que se incorpore a él. Entre las acciones directas
de las FARC contra las fuerzas de seguridad del Estado, está una emboscada
contra una patrulla policial en el Cauca, en la que mataron a seis agentes e
hirieron a otro.
Este ha sido el ataque de las FARC que más víctimas mortales ha dejado desde
que las partes comenzaron los diálogos de paz. Un día después, dos soldados
murieron al caer en un campo minado de las FARC en un área rural del
departamento de Nariño. Otros cuatro quedaron gravemente heridos.
Adicionalmente, las autoridades señalaron a redes urbanas de las FARC como las
responsables de una explosión que el día de la fiesta de Halloween dejó 33
heridos, entre ellos 14 niños. Según la Policía, los dos hombres que
transportaban el explosivo que detonó en una céntrica calle de la localidad de
Pradera, en el Valle del Cauca (suroeste), murieron y pertenecían a las FARC.
León Valencia, director de la Corporación Nuevo Arco iris, una ONG colombiana
especializada en el estudio del conflicto armado interno, ve la mesa de diálogo
como un ring de boxeo. "La mesa de negociación siempre será un espacio de
confrontación. Es un engaño que un conflicto que ha durado 50 años con miles de
muertos y hay dolores, venganzas y odios, sería una cosa extraña y
artificial", dijo Valencia a la radio RCN.
Agregó que a su juicio se necesitaban "unos negociadores de parte del
Estado con unos nervios muy bien puestos, que enfrenten la mesa como si fuera
un 'ring de Boxeo'".
La agenda de los diálogos del Gobierno colombiano con las FARC tiene como ejes
buscar una solución al problema de la tierra, la dejación de las armas por
parte del grupo guerrillero, la entrada de los rebeldes desmovilizados en la
vida política, la solución al problema del narcotráfico y la reparación a las
víctimas del conflicto que sacude al país andino desde hace casi medio siglo.