Prensa.
Diario El Nacional.
El
politólogo considera que el Gobierno ha mitificado la fecha. Asegura que sólo
Chávez tiene ascendencia en la FAN
SOFÍA NEDERR
Ficha personal. Politólogo y
magíster en Ciencias Políticas de la ULA. Profesor universitario. Autor del
libro En los bordes de la democracia. La militarización de la política
venezolana.
“A 21 años del golpe de Estado
del 4 de febrero de 1992, el país registra una situación de precariedad
jurídica e institucional”. La afirmación corresponde al politólogo y experto en
temas militares José Antonio Rivas Leone, para quien la fecha ha sido
instrumentalizada. Considera que su conmemoración no se ajusta a la realidad de
los últimos años y que representa el semillero del militarismo implantado por
el gobierno del presidente Hugo Chávez.
—¿Qué significó el 4 de febrero para el país?
—Hay que ser justos con la
historia y aclarar que el 4 de febrero no puede ser visto como una rebelión
popular porque fue una intentona golpista. Pese a que tuvo algunos seguidores
no puede aceptarse que haya tenido apoyo mayoritario. Las medidas económicas
del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, que fueron reformistas, no cayeron
bien y produjeron resquemor, de allí el intento de la ruptura del hilo
constitucional. No se puede dejar en duda que el 4-F representó heridas para el
tejido democrático y evidenció un malestar que tuvo una segunda intentona el 27
de noviembre. La democracia fue fuerte para soportar ambos hechos. Lo planteado
en aquel momento en nada se corresponde ni relaciona con las distorsiones y
exabruptos actuales. El Gobierno, a través de figuras, idolatrías e imágenes,
trata de amalgamar la fecha como una insubordinación popular, buena parte de
los problemas, ideales y demandas fraguadas no corresponden con el
problematismo actual, el 4-F se reclamó la dignidad de la Fuerza Armada, la
autonomía de los poderes, la lucha contra la corrupción y la defensa de la
meritocracia. Con todas las críticas a la llamada cuarta republica, el 20 de
mayo de 1993 la antigua Corte Suprema de Justicia destituyó al presidente Pérez
en una manifestación fechaciente de que teníamos el imperio de la Constitución
y la independencia de los poderes públicos. Me pregunto si esa decisión sería
posible hoy con el señalamiento de grandes casos de corrupción y de
ineficiencia.
—¿Cree que el fortalecimiento
del sector militar generó distorsiones?
—Los hombres de oliva han copado
la administración pública pero, además, los tenemos como embajadores, cónsules,
en la mayoría de los casos sin experiencia, sin perfil. Nadie puede desconocer
el incremento en compras militares; nunca antes el presupuesto dedicado a este
sector superó los gastos de salud y educación como en 2012 y 2013. El siglo XXI
es de la primacía de lo civil sobre lo militar, del reencuentro, de la
integración, de la soberanía, de los derechos humanos, de la paz; da la
impresión de que Venezuela va contra la historia. No hay la menor duda, se
registra un proceso creciente de deterioro de la musculatura democrática, no
hay independencia de los poderes públicos, la supremacía de la norma no se materializa.
En la puesta en escena, la democracia se ha venido desintegrando.
—¿Qué ocurrió en el aspecto
social?
—El país ha hecho un recorrido
con grandes incertidumbres. La llegada de Hugo Chávez al poder en diciembre del
98 implicó cambios en el reordenamiento del país, no sólo en el quiebre de las
instituciones, nadie puede discutir el proceso de participación de los
ciudadanos. El 7 de octubre del año pasado, con la participación electoral de
81%, el pueblo venezolano entendió que el voto no sólo es una herramienta para
castigar o producir cambios, se entendió que estos deben darse por vía
democrática. Hay una deuda social que no se ha atendido, un índice de 21.000
muertes violentas al año, somos uno de los países más corruptos de América
Latina, entes como Pdvsa, la CVG y otros organismos han sido ideologizados.
Estamos bajo un liderazgo militar, populista, narcisista, mesiánico pero único,
no tiene duplicado.
—¿Ese liderazgo es el aval
para sostener la ausencia de Chávez?
—El avión aparentemente está volando,
pero el liderazgo es del Presidente; él es la abrazadera de todo ese proceso en
el que confluyen la derecha, la izquierda y diferentes modos de ver el Estado.
El único que garantiza la unidad de estos factores heterogéneos es Chávez. Hay
un vacío porque nadie puede arrebatarle ese liderazgo civil y naturalmente con
ascendencia dentro de la Fuerza Armada Nacional.
—El Gobierno acusa a la
oposición de querer invisibilizar el 4-F.
—El desempeño del Gobierno en la última década revela que tiene serios problemas.
Tenemos un Estado caotizado. Las revoluciones representan cambios radicales, no
se puede plantear un proceso de avance de la democracia y del desarrollo de
políticas públicas. El país está dividido pero unido por la necesidad de
recuperar la calidad de vida, el empleo, la productividad; de atender el
sistema carcelario. La administración pública está haciendo aguas, urge un
acuerdo nacional.
—¿Los actos de conmemoración del 4-F servirán para mantener el
respaldo al Presidente?
—Alrededor de esta fecha se busca producir cierto apoyo y fervor popular hacia
el Presidente. En ciencias políticas sabemos que la participación se da de los
sectores inferiores hacia arriba y es espontánea; la movilización es inducida
desde los altos niveles hacia abajo. La revolución sobrellevada por figuras
como Maduro no tiene la capacidad simbólica de Chávez; en su ausencia los
encargados hacen y deshacen en su nombre y no es secreto que allí hay una
diáspora.
—La Constitución de 1999 fue presentada como el resumen del
proyecto bolivariano. ¿Ese plan se ha cumplido?
—El ideario bolivariano está
presente cuando se introducen dos nuevos poderes, como el Poder Ciudadano y el
Poder Electoral, provenientes de la Constitución de Angostura de 1819. Se
elaboró una Constitución progresista en términos de derechos, figuras y
garantías; la realidad es su falta de observancia, su eficacia real, y la mayor
muestra la vimos en la Asamblea Nacional, en la aplicación gramatical y
descontextualizada que se hizo del artículo 231, torciendo el propio espíritu
constitucional.
—¿Las reformas a la Ley
Orgánica de la FAN y el cambio en el pensamiento militar han sido asumidos para
retomar el plan del 4-F?
—Las reformas introducidas en la
Lofan no tienen otro sentido que introducir más controles, más influencias y
reforzar las funciones de los componentes militares; crear la Milicia Nacional
con una visión descontextualizada, al hablar de preparar al pueblo para la
defensa integral, el orden y demás aspectos, como si estuviésemos en conflicto
y olvidando que el siglo XXI está edificado sobre las libertades, la
democracia, el Estado de Derecho, la integración, el capital social y la
primacía siempre de lo civil sobre lo militar.