VENEZUELA DESPIERTA Y REACCIONA
ES EL MOMENTO
Por qué renunció el Papa
Benedicto XVI?
Opinión. Anghels Santana
El Papa renunció a una
vida normal. Renunció a tener una esposa. Renunció a tener hijos. Renunció a
ganar un sueldo. Renunció a la mediocridad. Renunció a las horas de sueño, por
las horas de estudio. Renunció a ser un cura más, pero también renunció a ser
un cura especial. Renunció a llenar su cabeza de Mozart, para llenarla de
teología. Renunció a llorar en los brazos de sus padres. Renunció a teniendo 85
años, estar jubilado, disfrutando a sus nietos en la comodidad de su hogar y el
calor de una fogata. Renunció a disfrutar su país. Renunció a tomarse días
libres. Renunció a su vanidad. Renunció a defenderse contra los que lo
atacaban. Vaya, me queda claro, que el Papa fue un tipo apegado a la renuncia.
Y hoy,
me lo vuelve a demostrar. Un Papa que renuncia a su pontificado cuando sabe que
la Iglesia no está en sus manos, sino en la de algo o alguien mayor, me parece
un Papa sabio. Nadie es más grande que la Iglesia. Ni el Papa, ni sus
sacerdotes, ni sus laicos, ni los casos de pederastia, ni los casos de
misericordia. Nadie es más que ella. Pero ser Papa a estas alturas del mundo,
es un acto de heroísmo (de esos que se hacen a diario en mi país y nadie nota).
Recuerdo sin duda, las historias del primer Papa. Un tal.. Pedro. Cómo murió?
Si, en una cruz, crucificado igual que a su maestro, pero de cabeza. Hoy en
día, Ratzinger se despide igual. Crucificado por los medios de comunicación,
crucificado por la opinión pública y crucificado por sus mismos hermanos
católicos. Crucificado a la sombra de alguien más carismático. Crucificado en
la humildad, esa que duele tanto entender. Es un mártir contemporáneo, de esos
a los que se les pueden inventar historias, a esos de los que se les puede
calumniar, a esos de los que se les puede acusar, y no responde. Y cuando
responde, lo único que hace es pedir perdón. “Pido perdón por mis defectos”. Ni
más, ni menos. Que pantalones, que clase de ser humano. Podría yo ser mormón,
ateo, homosexual y abortista, pero ver a un tipo, del que se dicen tantas
cosas, del que se burla tanta gente, y que responda así… Ese tipo de personas,
ya no se ven en nuestro mundo.
Vivo en
un mundo donde es chistoso burlarse del Papa, pero pecado mortal burlarse de un
homosexual (y además ser tachado de paso como mocho, intolerante, fascista,
derechista y nazi). Vivo en un mundo donde la hipocresía alimenta las almas de
todos nosotros. Donde podemos juzgar a un tipo de 85 años que quiere lo mejor
para la Institución que representa, pero le damos con todo porque “Con qué
derecho renuncia?”. Claro, porque en el mundo NADIE renuncia a nada. A nadie le
da flojera ir a la escuela. A nadie le da flojera ir a trabajar. Vivo en un
mundo donde todos los señores de 85 años están activos y trabajando (sin ganar
dinero) y ayudan a las masas. Si, claro.
Pues
ahora sé Señor Ratzinger, que vivo en un mundo que lo va a extrañar. En un
mundo que no leyó sus libros, ni sus encíclicas, pero que en 50 años recordará
cómo, con un simple gesto de humildad, un hombre fue Papa, y cuando vio que
había algo mejor en el horizonte, decidió apartarse por amor a su Iglesia. Va a
morir tranquilo señor Ratzinger. Sin homenajes pomposos, sin un cuerpo exhibido
en San Pedro, sin miles llorándole aguardando a que la luz de su cuarto sea
apagada. Va a morir, como vivió aún siendo Papa: humilde.
Anghels
Santana
Twitter
@AnghelsSantana